MARCOS ANTONIO RAMOS: UN PERIODO SIN TENDENCIAS DURADERAS
Un período sin tendencias duraderas
A pesar de que el partidismo prevalece en varias geografías, entre ellas la Norteamericana, aunque sobre todo en aspectos de polarización y enfrentamiento, es fácil distinguir en medio de acontecimientos recientes, la realidad de que ningún partido o tendencia, dentro de los parámetros de la democracia, encuentra fácil el camino de mantenerse mucho tiempo en el poder, lo cual en cierta forma es beneficioso, pero presenta problemas que no deben soslayarse. Más de dos períodos en el gobierno son casi imposibles de obtener en las urnas.
Por otro lado, triunfa la derecha en España y a los pocos meses la izquierda obtiene la victoria en Francia. Los conservadores o “tories” reemplazan a los laboristas como partido mayoritario en Gran Bretaña y en cuestión de meses los laboristas han logrado triunfar abiertamente en los comicios municipales. Mientras observamos la política caribeña nos preparamos para conocer si el candidato oficialista dominicano Danilo Medina logra mantener al Partido de la Liberación Dominicana en el Palacio Nacional o si el opositor Hipólito Medina consigue repetir lo que está sucediendo en otros países, en los cuales triunfa la oposición, lo mismo si es de derecha o de izquierda. Y aunque el ungido de las urnas sea Medina, lo cual es muy posible, y triunfe así el actual partido de gobierno, se trataría únicamente de una excepción a la regla, porque no hay tendencias muy duraderas de apoyo partidista o ideológico por parte de la población en el Planeta Tierra, a no ser cuando se impone la fuerza en naciones en que existen dictaduras militares o regímenes totalitarios. En Estados Unidos es posible la reelección del actual Presidente demócrata, pero no le resultará fácil el camino de derrotar a su oponente republicano. En Puerto Rico, el actual gobernador del anexionista Partido Nuevo Progresista (PNP) tendrá que trabajar muy duro para derrotar al candidato del autonomista Partido Popular Democrático (PPD). Y tanto unos como otros tendrán que luchar hasta el último otro para mantener sus cifras de congresistas y senadores. El mundo ha cambiado y seguirá cambiando. La historia enseña que se trata de algo inevitable y la política no constituye la excepción. Algunos pensaban imposible la elección a la Casa Blanca de un católico en 1960 o de un afroamericano en el 2008, pero ahora hasta nos preparamos para la posible elección de un distinguido político y empresario mormón, antiguo misionero de su Iglesia, que pudiera en el futuro tener como sucesora a una dama de alguno de los partidos existentes. Hasta un hispano es mencionado entre los posibles “vicepresidenciables”. América Latina es un ejemplo de los nuevos cambios, varios protestantes han sido presidentes de países situados al sur del Río Bravo. Ahora se habla mucho del voto religioso y algunos tratan no sólo de reconocerlo – lo cual es correcto – sino de exagerarlo como intento de reemplazar las lealtades partidistas con un nuevo elemento que logre victorias en las urnas. Olvidan que la asistencia a los oficios en Iglesias protestantes históricas y a misa en las católicas se ha reducido considerablemente, sin llegar Estados Unidos al extremo del católico Quebec donde se limita ahora al 6% de la población, comparable a las pobres cifras de asistencia a los oficios luteranos de la Iglesia oficial en Escandinavia, porcentajes que en otras épocas hubieran sido calificados de “estadísticamente insignificantes”. También hay que tener en cuenta que no es lo mismo una elección primaria de un partido o un plebiscito en torno a un tema específico y apasionante, propicio al entusiasmo de un sector de votantes religiosos militantes que una elección general en que participen todo tipo de electores en una sociedad cada día más pluralista y sin normas morales definidas y firmes. El secularismo y las nuevas formas de religiosidad van reemplazando al menos parcialmente a las creencias tradicionales, motivando a algunos a votar basados en su reacción al medio ambiente y sus firmes creencias religiosas, pero provocando una actitud claramente contraria por parte del elemento secularizante, cada día con mayor capacidad de movilización y con grandes recursos económicos. Y mientras se mantiene la lealtad a los partidos por parte de un grupo significativo, cada día más inclinado a la polarización, otro sector, cada día mayor, se inclina a la condición de “independientes” sobre todo entre la juventud. La religión tradicional se reemplaza con vagas y confusas formas de “espiritualidad” libre, fenómeno alentado parcialmente por la falta de credibilidad de algunas estructuras religiosas cuyos dirigentes han sido manchados por escándalos imperdonables o acusados de encubrimiento. Asuntos reales, pero que son generalmente desplegados y hasta exagerados por la prensa más secular. Retomando aspectos políticos, en España y Francia no triunfaron realmente ni la derecha ni la izquierda sino simplemente la oposición, como sucede en otras geografías. En Grecia, los partidos de izquierda radical y extrema derecha mejoraron sorprendentemente sus niveles de votación, desconcertando a los más moderados y tradicionales que encuentran difícil el formar gobierno en un sistema parlamentario Un vistazo a muchos países europeos revela como la izquierda tradicional ha sido reemplazada por ecologistas y personas con ideologías radicales adaptadas a las nuevas circunstancias, a la vez que los muy respetables partidos conservadores del pasado han sido sustituidos por muchos votantes atraídos por consignas neonazi o extremistas en medio de una avalancha de populismo irracional. Curiosamente esos partidos también atraen a individuos y grupos que hasta hace poco votaban por la izquierda radical. Por complicada que sea la situación europea, la del Tercer Mundo no es diferente. En países africanos, con excepciones significativas no se respeta el veredicto de las urnas; y en el Asia, con algunos casos que merecen respeto, se toleran en países importantes a gobiernos autoritarios con tal de que ofrezcan cifras macroeconómicas impresionantes aunque la mayoría, de su población no se beneficie de una muy selectiva prosperidad. Algo parecido a los países árabes en que el petróleo es utilizado para mantener en el poder a una clase parasitaria que no comparte el gobierno con la población. Si pasamos a Nuestra América, el cuadro no es del todo diferente. En Nicaragua, Venezuela y otros países los gobiernos triunfan utilizando una metodología poco democrática aunque disfrutan todavía de un apoyo sustancial sin el cual no hubieran podido manipular las votaciones. En repúblicas en que sobrevive un mínimo de respeto a la votación se repite la experiencia europea de traspaso del poder. México sería un buen ejemplo. Después de dos períodos o sexenios del Partido Acción Nacional (PAN) de tendencia conservadora, su candidata presidencial tiene casi las mismas posibilidades de ser elegida que el autor de este artículo de ser escogido como astronauta por la N.A.S.A. Recientes elecciones latinoamericanas revelan la tendencia oposicionista como en Guatemala, Chile y otras naciones. Brasil constituye una excepción significativa. Por supuesto que no hay nada malo en que triunfe la oposición o se mantenga un partido en el poder, siempre que sus promesas de campaña sean reales y convincentes o su ejecutoria en el gobierno les haya ganado la anhelada reelección. Claro que las aguas tomarán su nivel, pero la actual crisis económica, que gracias a Dios no es remotamente comparable a la de los años treinta del pasado siglo, aunque no deja de presentar características alarmantes, es agravada por la indecisión de un electorado cansado de promesas incumplidas, corrupción y falta de seriedad, así como poco dispuesto a los necesarios sacrificios. Quizás haya exagerado para llamar la atención al asunto, pero no deja de preocupar este período caracterizado por incertidumbre en el cual las esperanzas de los años noventa no parecen coincidir plenamente con la realidad. Se trata de un período sin demasiadas tendencias duraderas. Pero sigo confiando en los “inescrutables designios de la Providencia.” |
La falta de moral que se percibe en los ámbitos de la sociedad y la política hoy día hace que personas honorables que pudieran convertirse en excelentes candidatos a cargos públicos no se decidan a aspirar a los mismos. A mi entender esa es la causa principal de la carencia de verdaderos líderes y que hace que tengamos que conformarnos con candidatos mediocres.
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