MARCOS ANTONIO RAMOS: LA HISTORIA Y LAS ELECCIONES DOMINICANAS

Dr. Marcos Antonio Ramos

El resultado de los comicios dominicanos no siguió la tendencia a las victorias de la oposición en buen número de países. 

El Licenciado Danilo Medina el día del triunfo
Me atreví a anticiparlo en un artículo reciente, pero han sido muchos los sorprendidos ante la victoria del licenciado Danilo Medina por un margen de 193,153 sufragios más que el candidato opositor. 

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y aliados, especialmente el Partido Reformista (PRSC), fundado por Joaquín Balaguer, alcanzaron el 51.21% de la votación, cifra superior al 46.95% que sufragó a favor del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y aliados. El PRD continúa siendo el mayor partido por sí solo (42.13%) y cuenta con lo que se denomina “voto duro”, pero la alianza del PLD y el PRSC alcanzó el 42.60%, al que se sumó la votación de pequeños aliados, sobrepasando el 51%.

Dr. Joaquín Balaguer
Hasta se ha comentado que se trata, al menos en cierta forma, de la continuación del legado del doctor Balaguer, que en 1996 unió el reformismo balaguerista al PLD para convertir al doctor Leonel Fernández en Presidente de la República por primera vez. 



Ingeniero Hipólito Mejía
Pero debe reconocérsele al candidato derrotado, el ingeniero Hipólito Mejía, el lograr una votación muy alta. Muchos recuerdan ciertos fracasos en los difíciles años en que gobernó (2000-2004), y la derrota que sufrió en el 2004 a manos del actual gobernante, el doctor Fernández. 

Presidente Fernández

Alguien que merece ser reconocido especialmente es el doctor Carlos Morales Troncoso, ilustre ex Vicepresidente de la República y titular de la cartera de Exteriores, líder del Partido Reformista (PRSC), el cual logró que su partido, a pesar de que un sector disidente prefirió apoyar a Mejía. El reformismo obtuvo los votos para hacer la diferencia, favoreciendo así la aspiración del licenciado Medina. 

Dr. Carlos Morales Troncoso
Ministro de Relaciones Exteriores




Primera Dama Margarita Cedeño de Fernández

La victoria del PLD se debe también a otros factores. Asuntos como el hecho de que el partido de gobierno es un movimiento político altamente organizado, con una maquinaria colosal, comparable y quizás ya superior a la del PRD. En el PLD se acatan las decisiones de su Comité Político. Cualquier diferencia interna se resuelve a tiempo. Y el llevar como candidata vicepresidencial a la Primera Dama doña Margarita Cedeño de Fernández constituyó un acierto. 

Los partidarios de su esposo, el ocupante del Palacio Nacional, son muchos y constantes y tuvieron un incentivo con la candidatura de la popular candidata. Muchos observadores insisten en que el ingeniero Mejía cometió varios errores de campaña. Por ejemplo, amenazas de cárcel a los oficialistas por presuntos actos de corrupción, lo cual contribuyó a unificar las diversas tendencias del PLD en apoyo de la candidatura Medina/Cedeño. También sus afirmaciones de que no pagaría deudas contraídas por el gobierno con ciertas empresas y comentarios desagradables, aunque no necesariamente mal intencionados, sobre las empleadas domésticas. Todo eso está sujeto a discusión, pero ha repercutido.

Y ante las acusaciones de manipulación electoral y de uso excesivo de los recursos del estado a favor del oficialismo, muchos observadores tienen dudas sobre la transparencia. El PRD tuvo cierto éxito en afirmar tan insistentemente que iba a ganar las elecciones que logró restar alguna credibilidad al conteo de votos por la Junta Central Electoral, la cual ha sabido defender su actuación. 

José Stalin afirmó una vez que las elecciones no se ganaban con votos sino con aquellos que contaban los votos, pero una diferencia de casi 200,000 sufragios es difícil de atribuir exclusivamente a manipulación, la cual pudo haber sido mayor que en otras ocasiones, si se acepta el testimonio de la oposición, interesada lógicamente en explicar su derrota.

Pero las irregularidades mencionadas no serían del todo diferentes a las de elecciones del pasado, tanto en República Dominicana como en las otras regiones del continente. En Cuba recordamos el reinado del “pucherazo” y la “boleta voladora””, así como las elecciones “De la Divina Pastora”, que allí quería decir compra de votos y distribución de “botellas” o sinecuras. En EE.UU., los partidos han acudido a metodologías dudosas como las “contiendas” locales con las “boletas ausentes”. Los comicios estadounidenses de 1876, 1960 y el 2000 no pasaron la prueba de perfección sino todo lo contrario. Salvando distancias, pensemos en eso antes de criticar a los dominicanos.

En Quisqueya se han celebrado elecciones competitivas desde 1962, con alguna excepción. En ese año triunfó el PRD que entonces postulaba a uno de sus fundadores, el escritor Juan Bosch para la Presidencia. El lema “borrón y cuenta nueva”, atribuido a nuestro fallecido amigo Angel Miolán, gran figura del PRD, contribuyó a que los partidarios de Rafael Trujillo, numerosos sobre todo en el interior, no temieran votar por Bosch y el PRD, adversarios de Trujillo desde su exilio en Cuba y otros lugares. 

Después del golpe de estado que sacó a Bosch del poder en 1963, el país pasó por un período que culminó con la guerra civil de 1965, pero que condujo a las elecciones de 1966 en que triunfó el reformismo con Joaquín Balaguer a la cabeza, derrotando a Bosch y al PRD que entonces lo apoyaba. Se produjeron irregularidades, pero Balaguer triunfó gracias a la votación en el interior, con la cual eliminó la ventaja de Bosch y el PRD en la capital. Balaguer se reeligió en 1970 con una oposición dividida y en 1974 gracias al abstencionismo del PRD y otros partidos importantes.

Pero llegó el 1978 con el triunfo del PRD y de su candidato Silvestre Antonio Guzmán a pesar de que Bosch había salido del PRD y fundado el PLD, que inicialmente contó con solo 18,565 sufragios en su primera prueba comicial. La derrota de Balaguer no fue aceptada inmediatamente por un gran sector militar y el PRD tuvo que admitir se redujera el número de sus senadores y diputados electos para llegar así al Palacio Nacional. El 1982 fue año de reelección para el PRD y su candidato Salvador Jorge Blanco, pero en 1986 Balaguer regresó al poder por el voto popular. Las elecciones de 1978, 1982 y 1986 no fueron ajenas a acusaciones y disputas, como tampoco las de 1990 en las cuales Balaguer derrotó por pocos votos a Bosch y quedaron sospechas. Recuerdo mi artículo de entonces: “El Centinela del Abstencionismo”, reproducido en muchos diarios latinoamericanos. Es vieja la táctica de comprar votos y promover abstencionismo, práctica que abarca casi toda la geografía universal y no solo la dominicana.

El PLD y aliados en el gobierno enfrentan dificultades en esta difícil hora de la economía y el empleo. Y el pueblo dominicano, que ha avanzado tanto en los últimos años, desea no solo prosperidad sino orden y tranquilidad. Pero el PRD debe aceptar que dividido no llegará a ninguna parte solo amparado en el voto negativo. Ahora viene la lucha por el poder, no tanto dentro del Palacio Nacional como en la cúpula del PRD. El candidato derrotado, pero que obtuvo gran votación, se ha proclamado ya como líder de la oposición a Medina, aunque el presidente de su propio partido pudiera oponérsele, como en el proceso de selección de candidatos en el 2012.

El PLD debe trabajar armónicamente para gobernar bien. El PRD debe unirse o resignarse a ser, por mucho tiempo, un partido de oposición. El reformismo ha resurgido parcialmente, pero dista todavía mucho de regresar al Palacio Nacional. Y a todos les corresponde recordar su compromiso con la historia y con el noble y sufrido pueblo dominicano.

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