EL CANCILLER DOMINICANO Y LA CONTINUIDAD HISTÓRICA
Dr. Marcos Antonio Ramos |
El Ministro
de Exteriores de la República Dominicana no aspira a la Presidencia en las
elecciones del 2012. Pero don Carlos A. Morales Troncoso es una figura que
permite recordar la continuidad histórica de su país en las últimas décadas. Es
probable que sea su partido, el Reformista Social Cristiana, el que decida el
resultado final de los comicios del 20 de mayo. Independientemente de datos
como ese y en medio de las constantes referencias al proceso electoral y la
diversidad de los opiniones, llegó a mis manos un libro del cual había
escuchado comentarios favorable, pero que no había podido leer.
En una ocasión mi viejo amigo el
gran periodista Miguel Guerrero me pidió le enviara copias de todos los
artículos que he escrito sobre temas dominicanos y me sentí obligado a decirle
que ni yo mismo tenía la más mínima idea de cuántos había escrito desde
mediados de la década de 1960 cuando me iniciaba como columnista. La historia
dominicana ha sido una de mis especializaciones como profesor y un asunto
favorito en los trabajos que he publicado, cientos de ellos sobre mi amada
Quisqueya, pero cuando mi entrañable amigo Sam Verdeja me prestó el libro “De
lo privado a lo público”: Testigo de Excepción” del doctor Morales Troncoso me
di cuenta que se trataba de algo que merecía un tratamiento especial y decidí escribir lo antes posible un artículo
sobre el mismo, aprovechando esa providencial oportunidad para alejarme un poco
de esas constantes pasiones que despierta cualquier encuentro de los antillanos
con las urnas electorales y regresar a lo que es realmente permanente.
Sería difícil encontrar a alguien
con mayores credenciales para introducir al lector en la problemática
dominicana contemporánea con la perspectiva del testigo presencial,
específicamente de alguien que ha estado muy adentro de los acontecimientos y
que ha trabajado de cerca a los personajes. La historiografía dominicana es un
verdadero deleite para el estudioso, pero es imposible superar un creíble
testimonio personal, como es el caso de este verdadero “testigo de excepción”.
Este será simplemente un artículo
preliminar antes de reseñar el libro en diarios impresos o digitales, lo cual
me propongo hacer tan pronto termina la campaña electoral del 2012. Puedo
anticipar que estas memorias del canciller Morales Troncoso permiten al lector
distinguir en las descripciones y relatos del autor la realidad del desarrollo
de la política y de buena parte de la empresa privada en el país, así como sus
relaciones con otras tierras y personajes.
El aporte al estudio de la
continuidad histórica del país queda manifiesto al describir aspectos
importantes de las diferentes administraciones sin mostrar un énfasis
marcadamente partidarita o ideológico. Por ejemplo, ayuda a comprender mejor
ese interesante personaje de ámbito caribeño y americano el doctor Joaquín
Balaguer, un estadista que todavía está en busca de un biógrafo definitivo a
pesar de tantos libros valiosos publicados acerca de su persona y ejecutoria.
He estudiado a Balaguer a través del tiempo y he encontrado pistas en este
libro que ayudarían a cualquier historiador a continuar esa difícil y
complicada tarea de aproximarse aun más a ese gobernante y también al fenómeno
de los partidos políticos dominicanos, el tema de tantos libros como los del
doctor Campilla y de capítulos de los geniales Frank Moya Pons y Bernardo Vega,
Franklin Franco y Hugo Tolentino en la mejor historiografía del tema político,
pero que, como lo demuestra el valioso enfoque del actual canciller dominicano,
se trata de una material inagotable.
Queda establecido muy temprano en la
lectura que se trata de un viajero incansable, un estadista internacional que
entiende esa igualmente compleja material de las relaciones entre los pueblos.
En el caso del doctor Morales se va más allá de lo “interamericano”, a que
estamos acostumbrados en el quehacer de nuestras cancillerías, el énfasis en la
mirada hacia el norte o la nostálgica y siempre hermosa mirada a la hispanidad.
El probable secreto de la claridad y
profundidad del libro se encuentra quizás en su propio autor. Procedente de una
notable familia dominicana, Morales Troncoso, después de una carrera en la
vital industria azucarera, a la cual llegó después de una esmerada formación
profesional en Louisiana y otros lugares, pasó del sector privado al público,
con las mejores credenciales, las de aquel que no ha hecho de la política su
única y exclusiva actividad pues ha enriquecido su vida con una variedad de
experiencias, siempre útiles, necesarias y cada día más indispensables en el
mundo de la globalización, la tecnología y el estudio de los comportamientos
económicos de países cuyas decisiones afectan a los demás, como hemos visto en
la actual situación económica europea.
Vicepresidente de la República en
dos ocasiones, los períodos 1986-1990 y 1990-1994, gobernante cercano a un de
los genios de la política americana como lo fue sin dudas el doctor Balaguer,
el autor de este libro fue Director Ejecutivo del Consejo Estatal del Azúcar,
Embajador en Washington, Secretario de Estado de Relaciones Exteriores y líder
principal del reformismo después de la muerte del eximio gobernante que llenó
todo un período, generaciones enteras, del acontecer político dominicano y
regional.
Para aquellos que nos preocupamos en
forma prioritaria por el futuro dominicano será necesario aprovechar al máximo
este libro del canciller dominicano, labor que nos ocupará en próximos
trabajos.
El autor de este artículo, el historiador Marcos Antonio Ramos, es un columnista de larga ejecutoria cuyos artículos se publican en varios diarios impresos y digitales, ha escrito 15 libros y entre distinciones nacionales e internacionales es Miembro de Número de la Academia Norteamericana y Correspondiente de la Española. Después de su jubilación con rango de profesor emérito, el doctor Ramos es editor general de la revista “Herencia” publicada en Miami y miembro de la Junta del sistema de hospitales Baptist Health South Florida, el mayor del estado de la Florida.
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