ENTRE EL PODER Y LA FIABILIDAD DE LA PRENSA Y LA CREDULIDAD DEL LECTOR
Humberto J. San Pedro |
En la sección Séptimo Día de la edición del Nuevo Herald de hoy domingo 20 de mayo de 2012, aparece publicado un trabajo de Carmen Postigo, de la redacción de EFE, bajo el titulo "Un impostor pone a la prensa contra la pared".
El título del trabajo nos trae a la mente el tema de la fiabilidad de lo que se publica en la prensa, y cabe recordar aquí que el termino "fiabilidad" --y así lo describe el diccionario de la RAE-- es la "probabilidad de buen funcionamiento de algo".
Pero también nos sugiere con fuerza el tema de la credulidad del lector. Y conviene recordar ahora que el termino "credulidad" está descrito en el diccionario de la RAE como "cualidad de crédulo." En tanto "crédulo" es la persona "que se cree cualquier cosa con facilidad."
Se afirma, con toda razón, que la prensa constituye el cuarto poder. Es de sobras conocido el poder que tiene la prensa sobre la opinión pública.
El artículo de Carmen Postigo nos presenta al impostor Tommasso Debenedetti, quien ha estado utilizando con gran éxito la red social Twitter para anunciar noticias falsas.
El Sr. Debenedetti se ha valido del instrumento idóneo para cumplir sus objetivos: Twitter, una red social con una capacidad enorme de difusión a gran velocidad. Además, y muy importante, una red social cuyos usuarios incluyen desde los jefes de estado de numerosos países hasta los ciudadanos comunes.
Ahora bien, y es la idea que quiero compartir con ustedes: ¿De qué depende el poder que la prensa tiene sobre la opinión del lector?
Yo creo que depende sobre todo de la credulidad del lector. Credulidad que puede estar determinada por varios factores, importantes todos, pero que --y sigo poniendo a vuestra consideración mi humilde criterio-- está dada sobretodo por lo que el lector desea en su fuero interno que ocurra y/o por la morbosidad cada vez mayor que existe en una buena parte del publico que recibe las informaciones.
Y sin más, aquí los dejo con el artículo de Carmen Postigo:
Tommasso Debenedetti |
Un impostor pone a la prensa contra la pared
Carmen Postigo
El impostor Tommasso Debenedetti, que hace unos días suplantó la identidad de Umberto Eco en la red social twitter y en ella anunció la falsa muerte del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, declaró que lo hizo para demostrar que los periodistas no confirman las noticias de las redes sociales.
Y añade que “el anuncio de una muerte en boca de una celebridad funciona muy bien en twitter. Da la vuelta al mundo en unos minutos”.
El caso de Debenedetti quien, cada cierto tiempo, sobresalta al mundo de la cultura con la invención de una entrevista o de una información, ha pasado a convertirse en una parodia del periodismo italiano y en una celebridad entre los escritores más importantes del planeta.
Debenedetti, es romano, de 43 años, casado, con dos hijos, judío de origen sefardí, habla muy rápido y no se deja fotografiar, “es una manía”, dice, a la par que asiente no tener miedo alguno a posibles denuncias por suplantar identidades de semejantes celebridades a las que “ha entrevistado”.
Sonríe cuando desgrana la larga lista de falsificaciones de españoles y lo justifica porque “hablo un poco de español y además es el segundo idioma más hablado del mundo occidental”.
Ha creado cuentas falsas en twitter de ministros de España.
En la del ministro de Economía, Luis de Guindos, colgó la muerte del líder venezolano Hugo Chávez y en la cuenta del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, la del padre de la revolución cubana, Fidel Castro.
“Siempre hay alguien que lo publica”, subraya.
El creador de imposturas, que también abrió en Facebook la falsa página de Vargas Llosa, de Almudena Grandes o de Abraham B.Yeoshua, entre otros, es profesor de literatura italiana en Roma y también periodista.
Hijo del periodista Antonio Debenedetti del Corriere della Sera y nieto del reconocido crítico literario Giacomo Debenedetti, Tommasso siguió el ejemplo de su abuelo y comenzó en el mundo del periodismo “muy serio” como cronista de literatura.
Sin embargo, pronto comprendió que para abrirse paso en esa profesión había que apuntar alto porque “ni siquiera los escritores italianos buenos interesaban en los periódicos. Querían personajes importantes y extranjeros”.
De manera, “que les di lo que querían y empecé con una entrevista falsa a Gore Vidal. Eso sí les interesó”, reconoce.
Le pagaban de 20 a 30 euros y cada semana, el joven freelance lograba sorprender a pequeños rotativos como La Nazione, Libero o Il Piccolo di Trieste con exclusivas entrevistas a Arthur Miller, Philip Roth, Herta Müller, John Le Carré, Toni Morrison, Joseph Ratzinger…
Nadie le preguntaba ni cómo lo había logrado, ni como era posible que cada semana lograra declaraciones de semejantes personajes.
“En el fondo los jefes de redacción sabían que las entrevistas eran inventadas, pero mientras nadie les dijera nada.. y si se lo decían, siempre me podían culpar a mi que era un freelance”, dice.
Todo fue sobre ruedas hasta que una periodista del diario italiano La Repubblica preguntó a Philip Roth por unas declaraciones contra el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que había realizado al diario Libero.
Roth desmintió haber hecho tales afirmaciones y además de poner el asunto en manos de su agente, se dedicó a bucear en Internet sobre esas declaraciones y para su sorpresa, halló que no solo lo relativo a Obama estaba inventado, sino la entrevista completa, y también otras muchas de sus ilustres colegas, recuerda.
Sin embargo, todos ellos han declinado emprender vías legales contra el joven osado a quien no dejan de reconocer buen gusto y olfato, según reconoció otro suplantado, John Grisham.
La habilidad literaria de Debenedetti la puso en práctica el año pasado cuando coló al Herald Tribune un artículo sobre Libia firmado por Umberto Ecco y al diario de los obispos italianos Avvenire, otro sobre la Jornada Mundial de la Juventud firmado por Paco Ignacio Taibo II.
Debenedetti define su impostura como un juego para denunciar la facilidad del periodismo de caer en la trampa, un juego que tiene origen literario por la capacidad de la literatura de transformar la realidad y que se mueve en el terreno periodístico.
Antes de marcharse anuncia con un guiño que se prepara para hacerse pasar por algún miembro del nuevo Gobierno francés, que no tienen cuenta en twitter, o por el escritor alemán Günter Grass o el chileno, Luis Sepúlveda.
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