CUBA | Conoce las cinco supersticiones cubanas más comunes
Por: Alejandra Angulo Alonso
Son pocos los cubanos que no llevan en su alma un poquito de superstición. Lo cierto es que nuestra cultura está plagada de creencias, de buenos y malos augurios. Por eso, para evitar catástrofes de cualquier tipo resulta mejor sucumbir a simples actos inofensivos de superstición que hasta el día de hoy practican jóvenes y viejos, pobres y ricos, emigrados y en la Isla.
Una costumbre supersticiosa muy extendida en Cuba es echar unas gotas de ron en el piso de la casa al abrir una botella y antes de servir el primer trago. De hecho, en la Isla casi todo el mundo lo hace, hasta los más ateos que no juran ni por su madre. Asimismo, la mayoría desconoce el propósito mítico de este acto. Dicen las malas lenguas que así los santos te bendicen. Es un saludo a los muertos.
Tocar madera es otro de los hábitos más generalizados en los cubanos. Si en medio de la conversación sale un tema escabroso: enfermedades, muerte o desastres, casi siempre el cubano “toca madera” para no padecer del mismo mal. El origen de dicha superstición es poco conocido. Los indios americanos pensaban que los golpes servían para despertar y liberar a los espíritus encerrados en los árboles. Otra posible teoría está en el cristianismo, porque tocar madera era como estar tocando la cruz de Jesucristo que les iba a brindar protección.
Dicen los que peinan canas que mecer un sillón sin nadie sentado invoca a los espíritus y es de mala suerte. De seguro, muchos cubanos recordarán que esta era una de las cosas que más se cuidaba en casa.
En muchas ocasiones los cubanos temen hablar porque piensan que hacer las cosas de forma callada, evita que se malogren. Esto puede aplicarse, al trabajo, al amor, a cualquier negocio o proyecto, pero sobre todo a viajes al extranjero. Esta costumbre pudiera tener su génesis en una frase de José Martí: “En silencio ha tenido que ser, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas…”
Por otra parte, siempre el 31 de diciembre a las doce de la noche no falta algún que otro “loco” dándole la vuelta a la manzana con una maleta vacía para que en un futuro lleguen muchos viajes y aventuras. Junto a esta tradición de fin de año se suma echar un cubo de agua para que se vaya todo lo malo.
¿Por qué si los cubanos somos un pueblo tan instruido, no faltan en el día a día los actos supersticiosos? Si bien nuestra rica idiosincrasia y legado cultural pudieran ser el origen de dichas creencias, lo cierto es que en la “luchita” constante del cubano por sobreponerse a las adversidades y seguir su camino sin tregua hasta alcanzar la meta trazada, muchas veces resulta agradable saber que alguien, desde arriba, abajo, al centro o al costado, los está guiando.
Son pocos los cubanos que no llevan en su alma un poquito de superstición. Lo cierto es que nuestra cultura está plagada de creencias, de buenos y malos augurios. Por eso, para evitar catástrofes de cualquier tipo resulta mejor sucumbir a simples actos inofensivos de superstición que hasta el día de hoy practican jóvenes y viejos, pobres y ricos, emigrados y en la Isla.
Una costumbre supersticiosa muy extendida en Cuba es echar unas gotas de ron en el piso de la casa al abrir una botella y antes de servir el primer trago. De hecho, en la Isla casi todo el mundo lo hace, hasta los más ateos que no juran ni por su madre. Asimismo, la mayoría desconoce el propósito mítico de este acto. Dicen las malas lenguas que así los santos te bendicen. Es un saludo a los muertos.
Tocar madera es otro de los hábitos más generalizados en los cubanos. Si en medio de la conversación sale un tema escabroso: enfermedades, muerte o desastres, casi siempre el cubano “toca madera” para no padecer del mismo mal. El origen de dicha superstición es poco conocido. Los indios americanos pensaban que los golpes servían para despertar y liberar a los espíritus encerrados en los árboles. Otra posible teoría está en el cristianismo, porque tocar madera era como estar tocando la cruz de Jesucristo que les iba a brindar protección.
Dicen los que peinan canas que mecer un sillón sin nadie sentado invoca a los espíritus y es de mala suerte. De seguro, muchos cubanos recordarán que esta era una de las cosas que más se cuidaba en casa.
En muchas ocasiones los cubanos temen hablar porque piensan que hacer las cosas de forma callada, evita que se malogren. Esto puede aplicarse, al trabajo, al amor, a cualquier negocio o proyecto, pero sobre todo a viajes al extranjero. Esta costumbre pudiera tener su génesis en una frase de José Martí: “En silencio ha tenido que ser, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas…”
Por otra parte, siempre el 31 de diciembre a las doce de la noche no falta algún que otro “loco” dándole la vuelta a la manzana con una maleta vacía para que en un futuro lleguen muchos viajes y aventuras. Junto a esta tradición de fin de año se suma echar un cubo de agua para que se vaya todo lo malo.
¿Por qué si los cubanos somos un pueblo tan instruido, no faltan en el día a día los actos supersticiosos? Si bien nuestra rica idiosincrasia y legado cultural pudieran ser el origen de dichas creencias, lo cierto es que en la “luchita” constante del cubano por sobreponerse a las adversidades y seguir su camino sin tregua hasta alcanzar la meta trazada, muchas veces resulta agradable saber que alguien, desde arriba, abajo, al centro o al costado, los está guiando.
Comentarios
Publicar un comentario