Descubren el calendario maya más antiguo: el fin del mundo puede esperar
MADRID,
10 de mayo (ABC) -- Un equipo de arqueólogos norteamericanos ha descubierto en
el yacimiento de Xultún, una gran ciudad escondida en la selva de Petén, en
Guatemala, el calendario maya más antiguo que se
conoce. Estas tablas astronómicas del siglo IX, que anteceden en varios
siglos a los famosos códices mayas escritos en papel de corteza, están pintadas
en los muros intactos de lo que parece ser la vivienda de un escribano.
Las
paredes, adornadas con pinturas únicas -una de ellas representa una formación
de hombres con uniformes negros-, están repletas de cientos de números
garabateados.
Los
glifos son cálculos de ciclos: el ceremonial de 260 días, el solar de 365 días,
el de 584 días del planeta Venus y el de 780 días de Marte. Las tablas, que
intentan encontrar la armonía entre los eventos
celestes y los rituales sagrados, se extienden unos 7.000 años en el futuro y son cíclicas, por
lo que, según los investigadores, no proporcionan ninguna señal para pensar que el fin del mundo ocurrirá
en diciembre de 2012, como la creencia popular se empeña en mantener. El
sorprendente hallazgo aparece publicado en revista Science.
Xultún, un área de 12 kilómetros cuadrados donde
decenas de miles de personas vivieron una vez, comenzó a construirse en el
siglo I antes de Cristo. El lugar prosperó hasta el final del período Clásico
maya -su último monumento data del año 890 d.C.- y quedó en el olvido hasta que
fue descubierto hace unos cien años por unos trabajadores guatemaltecos. En
2010, una expedición financiada por la National Geographic Society sacó a la luz una
vivienda de la antigua ciudad oculta por la vegetación, a un metro bajo la
superficie.
Lo
que había dentro asombró a los arqueólogos. Tres muros pintados, cada uno con
su propia historia, prácticamente intactos. En ellos, pequeños glifos rojos y negros arriba y abajo
por toda la pared, barras y puntos que representan columnas de números. «No es
un templo ni un monumento. Por primera vez, teníamos ante nuestros ojos los
registros reales en poder de un escribano», describe por teléfono a ABC William Saturno, profesor de arqueología en la
Universidad de Boston (EE.UU.). «Es como ver un episodio de la serie de
televisión 'Big Bang Theory', utilizaban las paredes como un pizarrón para
escribir sus problemas matemáticos», continúa. El investigador cree que los
escribanos o astrónomos de la época copiaron los datos de «algún libro que no
ha llegado hasta nuestros días».
Predicción de eclipses
Las
pinturas representan el primer arte maya encontrado en las paredes de una casa.
El muro norte, al frente según se entra en la habitación, muestra a un rey
sentado, vestido con plumas azules. La imagen de otro hombre aparece en un
vibrante color naranja. Los glifos cerca de su cara le llaman «hermano más
joven de Obsidian», un curioso título rara vez visto en los sitios mayas.
Saturno cree que puede tratarse del hijo o del hermano menor del rey,
posiblemente el escriba que vivió en la casa.
En
la pared oeste, otras tres misteriosas figuras masculinas aparecen pintadas de
negro, con taparrabos blancos, medallones alrededor de sus cuellos y tocados
con una pluma, algo que también supone una novedad. Una especialmente
corpulenta «como un luchador de sumo» es el «hermano mayor de Obsidian».
Pero lo que sin duda
resulta más atractivo y misterioso son los calendarios y los cálculos que, en
vez de en códices, como ocurriría cientos de años después -el más famoso es el
códice de Dresde-, han aparecido escritos en las paredes. El muro oriental está
dominado por figuras numéricas, incluidas las columnas de números que
representan los cálculos de conteo y calendario. Algunos siguen las fases de la Luna, otros intentan
reconciliar los períodos lunares con el calendario solar, «una forma de predecir eclipses», dice Saturno.
Incluso
algunas notas pintadas en rojo junto a los cálculos parecen correcciones. «Los
mayas tenían grandes conocimientos de astronomía», dice el arqueólogo. «Los
utilizaban para planificar sus eventos en sus vidas, como por ejemplo la
coronación del rey o cuándo empezar una guerra con otro pueblo».
7.000 años en el futuro
Precisamente,
en el muro norte cuatro largos números que representan de un tercio de millón a 2,5 millones de días reúnen
todos los ciclos astronómicos que los mayas consideraban importantes, como los
de Marte, Venus y los eclipses lunares.
Estas fechas se extienden unos 7.000 años en el
futuro, demasiado tiempo como para considerar que el mundo puede acabar
en 2012.
Muy
al contrario, los científicos creen que estos símbolos reflejan una visión
determinada del mundo que nada tiene que ver con las populares profecías sobre
el final de los tiempos.
«Para
los mayas todo era cíclico», dice William Saturno, que se ríe al recordar los
terribles presagios para finales de año y pone un ejemplo: «Debemos pensar en
el cuentakilómetros de un coche, cuando se pone otra vez a cero, vuelve a
empezar».
Pese
a estos razonamientos, el científico está convencido de que cuando llegue el 21
de diciembre y no ocurra nada, los catastrofistas
«se inventarán una nueva fecha».
«Tenemos
algo que aprender de los mayas y es que nosotros, en vez de pensar en cómo
mejorar el mundo, parece que solo pensamos en su fin», reflexionó.
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