Marcos Antonio Ramos: LA NAVIDAD EN UN MUNDO SECULARIZADO
LA NAVIDAD EN UN
MUNDO SECULARIZADO
Marcos Antonio Ramos
La libertad de
religión, que es mucho más que libertad de cultos, la cual consiste sobre todo
en permitir la asistencia a misas y cultos y utilizar capillas y templos, prevalece
en casi todo el Hemisferio Occidental y en Europa. Lo mismo puede decirse de
numerosos países de otros continentes. En algunos lugares existe cierto grado
de tolerancia sin llegar a una plena libertad religiosa. Pero aún en países en
los que prevalece la libertad religiosa, o al menos una simple libertad de
cultos, se nota un ambiente cada día más secularizado que no debe extrañarnos
debido al período histórico en que vivimos.
No es necesario
acudir a tratados internacionales o a decisiones de tribunales para comprender
que la Navidad es parte de la cultura de este continente y de muchísimos
países. En Estados Unidos, donde resido, la mitad de la población se confiesa
protestante o evangélica, casi la cuarta parte se considera católica y algunos
millones profesan formas de cristianismo algo diferente que van desde la
ortodoxa oriental en sus múltiples variedades hasta, entre otros, mormones y testigos
de Jehová. Ese último movimiento religioso, como algunos grupos no tan
conocidos, no celebra la Navidad. En el caso de los ortodoxos orientales llevan
a cabo sus celebraciones en otra fecha, a principios de año.
Por haber nacido
en Occidente y haber sido educado en escuelas protestantes y católicas, la
Navidad es parte de mi estilo de vida, lo reconozco así. Algunos protestan por
las celebraciones y los villancicos, pero si se decide complacerles sería
necesario hacerlo también con los que no desean escuchar música popular en
lugares públicos o se sienten molestos por el ruido causado por desfiles
políticos y marchas escolares, militares o de otro tipo.
Pero el mundo de
hoy no es el de los días de mi juventud y debo aceptarlo. En Estados Unidos
muchos protestantes de nacimiento no asisten ya a los templos. Curiosamente,
las iglesias históricas del protestantismo tienen menos afiliados activos que
ciertas iglesias evangélicas, también protestantes, pero de nuevo cuño, y con
un crecimiento realmente increíble. Pero el secularismo ha alejado de los
templos a muchos protestantes y a otros cristianos. El catolicismo ha sufrido
mucho numéricamente en EE.UU. De haber mantenido en sus filas a los
descendientes de los inmigrantes de los siglos XIX y XX el catolicismo contaría
con el 40% de la población, o aún más, pero no ha sido así. Entre los hispanos
menos del 70% se identifica ahora con el catolicismo. Los protestantes no han
podido alcanzar todavía a más del 20% de la población hispanounidense. A lo
anterior añado que no me dejo impresionar por esas cifras. La mayoría de los
que confiesan ser cristianos, sobre todo en algunas iglesias tradicionales, no
asisten a los templos a no ser de vez en cuando. Algo así como “de Pascua a San
Juan”, como decían en mi pueblo natal.
Los teólogos más
liberales discuten si Jesús nació en Belén, para vincularlo con la familia del
rey David, o si en realidad lo hizo en Nazaret donde fue criado. No comparto
esa opinión, pero hay otros asuntos que no pueden ocultarse. Por ejemplo, no
hay evidencias de festividades formales de celebración de la Natividad antes
del siglo IV, a no ser en grupos considerados por muchos como “heréticos”, como
es el caso de los basilidianos. Cuando se inició el proceso de unificación a la fuerza de iglesias y sectas, sobre todo
mediante el Concilio de Nicea de 325 y decretos imperiales, se hizo posible que
casi todos fueran escogiendo al menos ciertas celebraciones litúrgicas o festividades.
En el Calendario de la Filocalía, que se compiló en 354 se menciona que se celebraba
la Navidad en la ciudad de Roma en 336. También se conoce que se observaba en 380
en Constantinopla y en 430 en Alejandría. Hay que reconocer que todavía a
principios del siglo V no se celebraba en la ciudad de Jerusalén. Sería en el
siglo VI que se separó la celebración del día 6 de enero de la del 25 de
diciembre, lo cual no se logró en todas las iglesias. Pero recordemos que en
los primeros siglos existían cientos de grupos y sectas, algunos totalmente
aislados y olvidados por la historia pues fueron suprimidos gradualmente por
autoridades imperiales. De historia de la Iglesia o de las iglesias en los
primeros tres siglos de la Era Crostiana, a la que otros llaman Era Común, lo
mas que se conoce son documentos eclesiásticos y tradiciones religiosas.
Versiones oficialistas de Iglesias que ofrecen su propia interpretación y que
ha sido aceptada por los siglos y siglos en que se han repetido sin
comprobación suficiente para las mentalidades más inquisitivas.
Pero la Navidad ha
sobrevivido. Tampoco depende únicamente de decretos eclesiásticos o de un calendario
oficial. Es algo que fue tomando fuerza y difundiéndose cuando los cristianos fueron
más allá del relato de la muerte y crucifixion de Jesús y comprendieron que era
necesario reemplazar viejas celebraciones con las de la nueva fe que fue iba extendiéndose
por el mundo. Así las cosas, siglos después, no hay señales de que desaparecerá
la Navidad. Podrá tomar otra formas en cuanto a villancicos y estilos de
adoración. Habrá mayor o menor devoción. Pero ya el nacimiento de Jesús es
parte de la cultura de infinidad de países
y regiones.
Un buen alumno
mio, estudiante del curso de Historia de la Teología, pero abiertamente
agnóstico, me preguntó hace muchos años acerca de mi evidente alegría en los
días navideños. Me pidió datos concretos, fechas exactas, el origen divino o
humano de todo eso. Después de intentar complacerle le hice una confesión, celebro
la Navidad porque quiero celebrarla. La fe, como decía el pensador danés de
formación luterana Soren Kierkegaard y su fiel seguidor don Miguel de Unamuno,
es un salto al vacío, lo cual no significa que eso sea todo. Hay mucho más,
pero es precisamente confiar en lo que no se ve. En caso contrario tendríamos
un ejercicio matemático, geométrico, antrológico, arqueológico o alguna
disciplina con la última sílaba en común. Soy un viejo protestante que puede
admirar mucho al papa Francisco, que cree, pero también a otros que no han
creído y con los cuales la humanidad tiene una deuda de gratitud. En cualquiera
de los casos, Feliz Navidad y muchos días felices el resto de tu vida.
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