MARCOS ANTONIO RAMOS: CONTINÚA EL VAIVÉN DE LA POLÍTICA ELECTORAL



Continúa el vaivén de la política electoral

A través del mundo el vaivén de la política basada en elecciones libres y competitivas es cada día más evidente. Se trata de una situación extendida a través del planeta, con la notoria excepción de los países que constituyen el remanente mundial del totalitarismo [...] 

POR MARCOS ANTONIO RAMOS

Las elecciones de Israel sorprendieron a muchos, pero no a todos. El cambio estaba en el ambiente, como en casi todas partes. La derecha perdía fuerza mientras el centro se fortalecía. Benjamín Netanyahu se mantendrá en el cargo (61 escaños los partidos de gobierno y 59 los de la oposición compuesta por partidos de centro e izquierda). Ahora bien, el Likud-Beiteinu quedó disminuido, pero sigue siendo el mayor partido. Es probable que Netanyahu tenga que hacer coalición con el nuevo partido de centro Yesh Atid del periodista Yair Lapid. Es hasta posible que los partidos religiosos queden fuera de la coalición de gobierno y Netanyahu presida un gabinete más moderado que el anterior.

El panorama político israelí siempre ha sido complejo. Por ejemplo, más de diez mil personas más ortodoxas en materia de creencias que los partidos religiosos que hasta ahora han apoyado la coalición de Netanyahu, se congregaron hace unos días en la plaza Shabat, considerada el corazón ultraortodoxo de Jerusalén, para escuchar a un rabino que proclamaba lo siguiente: “nuestra Torá prohibe participar en estas elecciones impuras”. Un sector religioso judío se ha opuesto tradicionalmente al sionismo ya que sólo la llegada del esperado Mesías sería aceptable para ellos en materia de gobierno y de identidad nacional.

No se trata únicamente de Israel. A través del mundo el vaivén de la política basada en elecciones libres y competitivas es cada día más evidente. Se trata de una situación extendida a través del planeta, con la notoria excepción de los países que constituyen el remanente mundial del totalitarismo, no tan exiguo como algunos anticipaban, como se nota claramente en el mundo árabe y musulmán y en naciones todavía gobernadas por partidos comunistas. Esa situación también se complica por los propósitos de perpetuación en el mando de los movimientos populistas sobre todo en Iberoamérica.

En el verdadero mundo libre es muy difícil encontrar mayorías electorales que permitan a un candidato o partido durar más de uno o dos períodos en el gobierno a pesar de la posibilidad constitucional de reelección sin límites legales que prevalece en países con gobierno parlamentario. Más allá de las cuestiones de alternancia en el poder se encuentra el hecho fundamental de la imposibilidad de lograr mayorías absolutas cuando la política electoral no está controlada por dos partidos principales y determinantes, como es el caso estadounidense de republicanos y demócratas.

Poco antes de anunciarse el resultado de las elecciones israelíes, se dio a conocer que la Unión Demócrata Cristiana de la Canciller (Jefa del Gobierno) Angela Merkel perdió el control del gobierno regional de la Baja Sajonia a pesar de haber logrado mantener allí la representación parlamentaria de los liberales, sus potenciales aliados para las próximas elecciones nacionales en las que la Merkel continúa siendo la favorita. Pero no debe olvidarse que un simple retroceso de los democristianos en 1969 permitió la llegada a la Cancillería Federal del socialdemócrata Willy Brandt, el alcalde de Berlín. El descenso democristiano ese año, aun sin ser una derrota real pues su partido quedó en primer lugar, aunque sin mayoría absoluta, fue interpretado como falta de confianza en la administración democristiana de Kurt Kiesinger. La Unión Demócrata Cristiana había dirigido la recuperación del país en la posguerra con Konrad Adenauer y Ludwig Erhardt al frente de la Cancillería Federal y la economía, pero el país tomaba nuevos rumbos.

En aquella Alemania de 1969 los minoritarios liberales convirtieron a Brandt en Canciller Federal a pesar de que su partido, el Social Demócrata, quedó en segundo lugar. Existe siempre la posibilidad de que, en el 2013, los liberales (favorables a los democristianos) o los verdes (amigos de los socialdemócratas) decidan quién ocupará la Cancillería Federal. En cualquier caso, la Presidencia Federal no corresponderá a ninguno de esos partidos porque hace unos meses el Bundestag eligió Presidente de la República Federal a un independiente, el teólogo luterano Joachim Gauck. Tampoco existe seguridad sobre quién gobernará en los próximos períodos a otros países europeos, con excepciones notables, pero no necesariamente duraderas.

El descenso electoral del partido de Netanyahu (que perdió una docena de escaños) en Israel y el de los democristianos en Alemania nos recuerda el vaivén de la política electoral, que toma diversas formas según el país y el sistema vigente. En la Federación Rusa, la maquinaria electoral del presidente Vladimir Putin y su partido, apoyado por la Iglesia Ortodoxa, así como el sistema electoral, nos hace esperar la continuación del gobierno del actual gobernante y su partido. Pero en España, Francia e Inglaterra, que con Alemania integran el grupo de las mayores naciones europeas occidentales, los populares y el PSOE, la centroderecha y los socialistas, los laboristas y los conservadores, se turnan en el poder, aunque la necesidad de buscar aliados en el Parlamento asoma cada cierto tiempo y nadie tiene en sus manos algo que sea seguro y duradero.

La victoria del Partido Popular en España no se está traduciendo en una popularidad posterior a las elecciones. El victorioso socialismo francés pudiera durar simplemente un período en el poder. Y el conservador primer ministro David Cameron del Reino Unido además de perder elecciones municipales, se enfrenta a un renovado nacionalismo escocés, versión británica del problema español con Cataluña y el País Vasco. En Italia, es difícil hacer predicciones desde que los democristianos perdieron allí su vieja supremacía. En los antiguos países comunistas del este de Europa, no puede hablarse de partidos realmente mayoritarios sino de gobiernos en espera de ser reemplazados en el poder, aunque ya no por partidos comunistas.

Mientras tanto, en lugares más cercanos a nuestros lectores, Estados Unidos y la Florida, el vaivén de la política también continuará su agitado curso.

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