Wendy Guerra: La literatura cubana es una sola

La literatura cubana es una sola


Wendy Guerra


Estoy en la Feria del Libro de Guadalajara viviendo días maravillosos rodeada de amigos, editores y colegas. Por fin ha salido mi novela 'Negra', que edita Anagrama. Mi libro ha dado vida a una hermosa y compleja heroína negra: Nirvana del Risco.
Nina, mi protagonista, sufre los embates del racismo y lleva consigo ladolorosa carga de no ser entendida o de ser leída de forma errónea en varios contextos y en varios momentos de la novela que narra su breve vida. El racismo es una plaga que sigue atacando varios puntos del planeta y es por ello que esta trama no sólo ocurre en Cuba. La novela se desplaza a Francia y cuenta los avatares de este personaje, que intenta escapar de su destino regresando al mismo oráculo que un día abandonó.
Ayer tuve la oportunidad de ser entrevistada por 18 periodistas de diversos medios. La agencia DPA ha sacado de contexto varios de mis puntos  (y editado una foto personal que no había ofrecido al periodista). En especial me voy a referir a aquel punto en la charla en el que narro el tributo a Reinaldo Arenas y Cabrera Infante. El viaje nocturno por el interior de una ciudad secreta que hoy emerge de las ruinas con la cita de estas otras Habanas, magníficamente contadas por estos dos grandes autores, provocan la nostalgia de Nina y Lu.  A partir de este momento comento lo complejo que sería para mí describir una Habana de los 50 ó 60, algo que no he vivido y que me encantaría poder narrar. Me pregunto cómo sería estar en otra Habana narrada por Infante o Arenas. Luego hablo del arte de narrar lo que desconocemos.
De José Martí a la fecha, los autores cubanos han vivido en una diáspora constante, pero fuera o dentro de la isla se siguen escribiendo las sublimes páginas de una literatura que nos nombra y define desde donde se escriba. La mano de un cubano, su voz y su gesto, su acento es suficiente para saber que estamos ante un original o una pieza editada que deriva en nuestra literatura.
Lamento que nuestras palabras sean mal entendidas por algún periodista que (desde otro contexto) no sufre e ignora nuestro dolor fragmentado, nuestro dolor repartido por el mundo. El dolor del exilio o el dolor del in-xilio.
Mi trabajo por abrir las puertas a escritores cubanos de todas partes sigue su curso.
Este amanecer mexicano recuerdo la rutina de trabajo de Eliseo Alberto Diego (Lichi) en la Ciudad de México, su ritual de levantarse a escribir antes del alba, cocinar los frijoles negros desde el amanecer, su disciplina y sus gestos tocando sobre el teclado a 'Cuba. Un piano que se escucha en el horizonte'.
Yo escribo en mi país porque es allí donde vivo y se me hace imposible, por el momento, escribir en otra parte, pero siempre he pensado que la literatura cubana es una: la que escriben sus autores en los sitios que elijan para vivir y crear. 

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