MARCOS ANTONIO RAMOS: Cuba: El ejemplo de generaciones recientes


Diario Las Americas 
Publicado el 04-21-2012


Tengo el honor de referirme este domingo a dos grandes amigos que han fallecido recientemente, dos clérigos y maestros que supieron servir hasta al máximo al pueblo cubano, los doctores Joaquín Aurelio Travieso y René Castellanos. El primero murió entre nosotros en la Florida, el segundo se despidió de la vida física en su amada ciudad de Matanzas. En las semanas anteriores el tema era la visita de Benedicto XVI a Cuba y en varios artículos señalé como se había producido un cambio generacional en el Episcopado cubano. Nuevas figuras van surgiendo entre los prelados de la Iglesia tradicional. Pero no se trata únicamente de obispos que se acogen a la jubilación. 


Si consideramos como contemporáneos nuestros a figuras cuya desaparición física ocurrió hace décadas o algunos años como el Cardenal Manuel Arteaga Betancourt y los Arzobispos Evelio Díaz y Enrique Pérez Serantes y los obispos exiliados como Eduardo Boza Masvidal y Agustín Román, es notable el cambio ocurrido en una época no demasiado lejana. Eran otros tiempos y otros hombres, pero no hace tanto tiempo los teníamos con nosotros. La Iglesia de hoy es diferente a la de ayer en aspectos fundamentales. En cuanto a los protestantes o evangélicos cubanos, no tenemos ya a personajes tan cimeros que ha sido casi imposible reemplazar en aspectos fundamentales. Alfonso Rodríguez Hidalgo, Domingo Fernández y Cecilio Arrastía son tres de esas figuras.


La situación política y religiosa de Cuba puede ilustrarse en gran manera en el caso de mi entrañable doctor Travieso. Nacido en Cruces en 1917, Aurelio Travieso cursó estudios teológicos en el Seminario Bautista de Cuba Occidental y en la Universidad de La Habana donde obtuvo un grado doctoral. En Estados Unidos recibió una Maestría en New Orleans Baptist Theological Seminary. Fue uno de los primeros líderes religiosos en salir de Cuba después de la llegada de Fidel Castro al poder. 


Nunca simpatizó con la revolución, pero la vida contiene misterios inexplicables que no pueden ser subestimados en la suma de realidades que constituye la existencia terrenal. Le correspondió a Travieso ser por algún tiempo el pastor del actual Vicepresidente de Cuba y segunda figura de su gobierno el doctor José Ramón Machado Ventura, un antiguo médico de la Clínica Bautista de La Habana que luego abrazó la causa de la revolución castrista. Curiosamente, la esposa del doctor Travieso, la inolvidable Estela Pérez Guevara, era prima hermana del famoso funcionario cultural Alfredo Guevara. Como en otras iglesias católicas y protestantes de Cuba, por la última congregación a cargo de Travieso, la histórica Iglesia Bautista de Zulueta y Dragones en La Habana, habían desfilado como feligreses algunos que después se integraron a otras causas muy diferentes a la de Cristo, como los hermanos Aníbal y César Escalante, figuras cimeras del movimiento comunista. Pero por allí pasaron también miles de creyentes cristianos que bajo el pastorado de Aurelio, y con el auxilio de Estela, mantuvieron su fe en medio de las más difíciles y comprometedoras circunstancias en el largo experimento revolucionario cubano de los siglos XX y XXI.


Los que menospreciaron por cuestiones ideológicas el rol de la religión en la sociedad de la mayor de las Antillas, olvidan que hasta muchos de los líderes del actual régimen fueron formados en iglesias y en escuelas religiosas, como Fidel Castro en el afamado Colegio de Belén. Aquellos sacerdotes y religiosos católicos hicieron lo posible por encaminarlo por el sendero de la fe, como hicieron con otras figuras tantos pastores y misioneros protestantes que realizaron ese mismo tipo de labores. Algunos permanecieron en el evangelio y en la vida cristiana, otros abandonaron la religión de Cristo. Es altamente probable que católicos como José Antonio Echeverría, católico, y Frank País, bautista, permanecerían en los caminos de Dios, pero los senderos del Altísimo son misteriosos y no siempre esto sucede.


Mi amigo Aurelio trabajó intensamente en el interior y en la capital de Cuba, siempre sonriente, amante del buen humor, elocuente en el púlpito, educador consagrado, pastor hasta el último momento, aun después de muchos años de jubilación. Le tocó vivir en el exilio, como al doctor René Castellanos le correspondió, en otras circunstancias y por diversas razones, permanecer en la Cuba de hoy. En unos datos difundidos por su biógrafo el eminentísimo historiador religioso cubano Carlos R. Molina, se ofrecían detalles de la vida de aquel a quien siempre conocimos cariñosamente como “el Maestro Castellanos”.


Francisco René Castellanos Morente falleció el 21 de marzo, en la madrugada, en el Hospital Doctor Faustino Pérez Hernández de Matanzas, a los 97 años de edad, dos más que el bueno de Aurelio Travieso. Ante nosotros otro misterio de la vida. El nombre del hospital donde falleció era el de un famoso personaje cubano que había sido por mucho tiempo presbiteriano activo como lo fue siempre el doctor Castellanos. El doctor y comandante Faustino Pérez fue después de la muerte de Frank País la figura más importante en el llamado “clandestinaje” como se designaba a las actividades contra el gobierno del General Batista en los años cincuenta. Faustino fue ministro de varias carteras en el gobierno revolucionario, pero algunos me han asegurado que regresó a la fe antes de su fallecimiento, lo cual no he podido comprobar. 


Pero “el Maestro Castellanos” no vaciló en continuar su trabajo como educador y religioso. Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de La Habana y Master en Teología por el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas, con estudios de Psicología Aplicada a la Educación en Columbia University de Nueva York, ejerció el magisterio en el extinto Colegio Presbiteriano La Progresiva de Cárdenas, uno de los más acreditados planteles de la República de Cuba en toda su historia. 


Cuando esa escuela fue “nacionalizada”, el Maestro continuó trabajando como profesor en el Seminario Teológico de Matanzas. Sus asignaturas eran muy diversas: Psicología, Griego, Hebreo, Latín, Exégesis Bíblica. Hasta era un maestro de Danzas Folklóricas. Cuando ya no era joven, ante la necesidad de clérigos en la Iglesia, Castellanos fue ordenado como ministro de la Iglesia Presbiteriana Reformada de Cuba.


Aurelio Travieso y René Castellanos, dos ministros de Dios, dos educadores, dos seres humanos excepcionales, serán muy difíciles de imitar. Eran representantes de lo mejor de una generación nacida en la segunda década de la República de Cuba en el siglo XX. Al conocer de su fallecimiento gracias a mi buen amigo el reverendo Rafael Melián, en el caso de Travieso, y del historiador Carlos Molina, en el de Castellanos, pensé de inmediato en lo arduo que será el intento de reemplazar en las filas del cristianismo cubano a estos dos gigantes de la fe. Tuve el alto privilegio de trabajar muy de cerca al reverendo Travieso, a quien consideré siempre como uno de mis mejores maestros. 


Y Castellanos me honró también con su amistad. Recuerdo sus visitas a Miami cuando recorrí con él y el fraterno Vicente Echerri, gran poeta y columnista, las casas de amistades comunes. Castellanos asistió a oficios religiosos en mi propia congregación y agradecí sus comentarios sobre mi historia del Protestantismo en Cuba. Me descubro ante el ejemplo de estos ejemplos de cristianismo y de toda una generación.

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