DE LA PRENSA ESPAÑOLA: Don Juan Carlos: sublime o ridículo
Wifredo Espina
Suena a ridículo gesto del niño travieso que se excusa ante su padre. O a formal arrepentimiento de confesionario. O a humillación con visos de grandeza que a muchos les dará compasión y pena.
Pero con sus palabras admite que ha hecho algo mal. ¿Cazar elefantes? ¿Ir de campamento con quien sea? ¿Marcharse del país precisamente en un momento tan delicado?
No sé si es tan grave cazar elefantes como para poner en riesgo una monarquía. Ir de campamento con quien quiera, aunque quizás no sea la primera vez. Seguramente lo peor es haberse marchado del país, precisamente cuando tantos y graves problemas se acumulan.
¿Qué es lo que realmente “siente mucho” el Rey? ¿De que esta vez le hayan ‘cazado’?. ¿En qué cree que se ha “equivocado”? Romperse la cadera no es una equivocación, es una desgracia para él. ¿Qué es lo que “no volverá a ocurrir”, por lo que expresa propósito de enmienda?
-He pecado, padre. Yo no quería. Me arrepiento.
-Cuantas veces, hijo, cuantas veces? No lo vuelvas a hacer; reza tres avemarías,,, y vete en paz.
-Cuantas veces, hijo, cuantas veces? No lo vuelvas a hacer; reza tres avemarías,,, y vete en paz.
Pero, por lo menos, en este país –ya era hora- hay alguien que se confiesa públicamente. Y esto merece un justo reconocimiento. Aunque de lo sublime a lo ridículo, a menudo solo vaya un paso.
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