CUBA | CUBA: ASÍ NO
EL PAIS - INTERNACIONAL
ABRIENDO TROCHA
Cuba: así no
La apertura de un
centro comercial de lujo en La Habana es noticia en medio de la recesión
DIEGO GARCÍA-SAYAN
22 MAY 2017 - 01:00 CEST
La apertura de
un mall de lujo no es ya noticia en ningún país latinoamericano, con una excepción:
Cuba. Tema de comentario tanto por los locales corno por la prensa internacional, la inauguración
del mall Manzana de Gómez en La Habana hace unos días despertó curiosidad no
sólo en habitantes de la capital
sino en turistas del extranjero.
Empleadas que ganan apenas el equivalente de 12 dólares al mes vendiendo cremas rejuvenecedoras a 160 dólares la
onza
o cámaras de fotos a más de 7.000 dólares, significa para algunos optimistas algo alentador pues atraería más turistas; para otros locales
apuntaría a socavar el sueño de una sociedad igualitaria en la que algunos de esos
productos cuestan más que los ingresos de toda una vida de un
empleado del Estado.
Esto ocurre en medio de la recesión más grave en Cuba desde el dramático Período Especial que siguió al colapso de
la Unión Soviética a
inicios de los noventa.
Sin una gravedad tan seria como
la de esos años, la crisis política
en Venezuela ya le ha significado a Cuba una disminución drástica en los envíos de petróleo y en pagos por servicios de personal médico cubano en Venezuela.
Ese
mall
u otros parecidos significan, en ese contexto, muy poco dentro de un marco de un déficit fiscal de más del 10%.
La recesión actual se suma a una economía ya
despatarrada. El crecimiento de la
inversión estaba ya trabado por una maraña de
reglas e intereses que no tienen
que ver con la crisis venezolana.
Con precisión The Economist ha hablado del doble embargo que hoy afecta a Cuba.
Uno es el ya conocido: la política de Esta dos Unidos,
relajada un tanto en los últimos meses del
Gobierno de Obama. El otro son las
políticas paralizantes de una convocatoria realmente ambiciosa a la
inversión nacional y extranjera, que han
acabado por generar una economía de escasez permanente,
una estructura de ingresos caótica e impredecible y una plaga de corruptelas. Por ejemplo. para importar mobiliario y equipo para una inversión, el particular no lo puede
hacer transparentemente (monopolio del Estado) por lo que los ingeniosos la hacen pasar como "repatriación" de efectos personales.
Pese al aumento acelerado del ingreso de turistas extranjeros en los últimos dos años, llama
poderosamente la atención el muy limitado
impacto que eso viene teniendo en la inversión. Esta podría ser inmensa y no
lo es. El sector hotelero,
por ejemplo, se encuentra cuasi monopolizado por la empresa estatal Gaviota -de
propiedad del ejército- que da un servicio muy caro y a la vez deficiente. Con esa
empresa tiene que asociarse cualquier inversionista extranjero. Pero tiene que
estar dispuesto no sólo a ese forzoso matrimonio, sino a asuntos más
disfuncionales como el que sólo sea a través de ella que, por ejemplo, la gerencia
del hotel contrate al personal que trabaje en el hotel.
Mientras un firme pragmatismo no abra
caminos distintos serán escasos los caminos de salida a una situación en la que
cualquier funcionario altamente calificado del Estado gana en un mes lo que un guía
turístico o taxista gana en medio día. Hay modelos de apertura económica (Vietnam,
China, etc.) que han funcionado. Como lo ha explicado la institución Brookings,
con mejores políticas de promoción de la inversión. para el 2030 el turismo
podría estar generando más de 10.000 millones de dólares, el doble de lo que suman
todas las exportaciones de la isla. Eso va más allá de episódicas aperturas de malls
de lujo.
Se está, pues. ante grandes dilemas
que en apariencia parecerían ser ideológicos. En realidad, se trata de un conjunto
de intereses de grupo y de instituciones que perderían mucho poder de flexibilizarse
ante la inversión, tanto extranjera nacional. Acabar con este "embargo "
interno -cubierto de ideología y de retórica igualitaria- no es fácil. Si, como
parece, hay un grupo relevante en el Estado que no está dispuesto a perder poder,
cambiar esto requiere decisiones impostergables para que la isla encuentre un rumbo
de crecimiento sostenido y de merecido bienestar.
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