¿Cómo borrar el apellido Trump de un hotel?
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El Trump International Hotel and Tower en Panamá. Foto: Rodrigo Arangua/ AFP.
El Trump Hotel Panamá es la única propiedad del presidente Donald Trump en América Latina. Con setenta pisos, es el edificio más alto del país, ofrece vistas extensas de la bahía panameña y tiene cinco piscinas exteriores. En las habitaciones hay batas, artículos de papelería y enjuague bucal de la marca Trump.
Sin embargo, en días recientes, los invitados han sido testigos de un lado definitivamente menos glamuroso del negocio: gritos y empujones por parte del personal de seguridad y otras personas, la presencia de la policía con cascos antibalas y varias intervenciones por parte de reguladores laborales panameños, especialistas forenses y un juez de paz.
¿La fuente del drama? El empresario que hace poco adquirió la mayoría de las acciones del hotel, Orestes Fintiklis, quiere fuera a los Trump. Mientras que estos, que tienen un contrato a largo plazo para gestionar la propiedad, se niegan a irse.
En una carta con la leyenda “Privado y confidencial” dirigida a los otros propietarios del hotel, Fintiklis comparó a los Trump con sanguijuelas que se habían aferrado a la propiedad y “están drenando” las últimas gotas de sangre del hotel, de acuerdo con una copia a la que tuvo acceso The New York Times. También ha interpuesto demandas en las que acusa al negocio familiar de los Trump y a la Organización Trump de mala gestión del hotel.
La Organización Trump, a su vez, ha acusado a Fintiklis de usar “tácticas mafiosas” en su intento de entrar a la fuerza a las oficinas administrativas del hotel, lo cual provocó altercados físicos y verbales, y de involucrarse en una “conspiración fraudulenta” para quitar a la propiedad la gestión y la marca Trump. Las críticas que Fintiklis ha hecho a la administración de la empresa “son un fraude y una calumnia total”, dijo esta misma en un documento del tribunal.
El pasado 26 de febrero, el Ministerio Público de Panamá anunció que investiga si hubo una “conducta reprochable” en la disputa, lo cual significa que una rama de un gobierno extranjero se encuentra en la posición extraordinaria de investigar un negocio que es propiedad del presidente estadounidense.
Hace tan solo siete años, en la inauguración del hotel, el presidente de Panamá en ese entonces, Ricardo Martinelli, exaltó la propiedad junto a Trump. La ciudad de Panamá en esa época estaba repleta de inversionistas internacionales y su economía estaba en auge, por lo que se ganó el apodo de la “Dubái de Latinoamérica”.
Alan Garten, el principal funcionario legal de la Organización Trump, dijo que el mandatario estadounidense no estaba involucrado en la disputa actual. “Esto no tiene absolutamente nada que ver con el presidente de Estados Unidos”, dijo. “Es una disputa exclusivamente comercial”, y agregó que “obviamente, la situación recibe más atención esta vez”.
El presidente sigue siendo propietario de la empresa a través de un fideicomiso, pero les ha delegado la gestión cotidiana a sus hijos mayores, Donald Jr. y Eric.
Todo indica que el origen del conflicto es un asunto de negocios, no política; en cualquier otro momento, la Organización Trump y su ejército de abogados podría haber disfrutado entablar este tipo de batalla campal.
Sin embargo, la desventura panameña se ha convertido en el dolor de cabeza más grande del negocio familiar en una época en que su fundador está en la Casa Blanca, y cada decisión y problema se magnifica en todo el mundo. El negocio también está dando otras señales de reducirse: la Organización Trump hace poco aceptó acuerdos para eliminar el nombre de Trump de propiedades alguna vez atesoradas en Nueva York y Toronto.
Con toda la presión y las tensiones, la empresa se muestra reacia a dejar ir la propiedad panameña y con eso posiblemente dar cabida a otros socios para desafiar sus acuerdos, de acuerdo con personas cercanas a la empresa que hablaron con la condición de mantener su anonimato.
Los Trump también creen que la ley está de su lado, de acuerdo con sus abogados, quienes argumentan que su acuerdo de gestión evita que Fintiklis rescinda el contrato sin la orden de un mediador. El contrato para administrar el hotel expira en 2031, y los Trump dicen que quieren respaldar a sus empleados, varios de los cuales Fintiklis ha querido despedir, mientras el contrato esté vigente.
La disputa ocurre ahora que la propiedad de Trump —al igual que muchos hoteles panameños— tiene problemas.
El hotel perdió más de un millón de dólares el año pasado, de acuerdo con los documentos financieros confidenciales del hotel que revisó el Times, después de obtener ganancias operativas brutas de más de 800.000 dólares en 2016. (Los resultados no están auditados y podrían cambiar un poco cuando se emita el cálculo final).
Fintiklis, de 39 años, rechazó hacer comentarios, pero ha hecho varias apariciones —notables y provocadoras— en el hotel en días recientes. Una noche, después de una confrontación verbal con los empleados de Trump, él y su séquito de casi una decena de personas fueron al vestíbulo y pidieron pizza de un restaurante en la propiedad. Después, Fintiklis tocó música de Zorba, el griego en el piano de cola mientras sus amigos cantaban.
Nacido en Chipre, Fintiklis sirvió como funcionario en el ejército de ese país antes de estudiar derecho en la Universidad de Oxford. Ahora vive en el sur de Florida y dirige su propia firma de inversiones, Ithaca Capital Partners.
En 2017, Fintiklis acordó comprar 202 de las 369 unidades del hotel por 25 millones de dólares, con lo que se convirtió en el propietario mayoritario del hotel. La torre de setenta pisos también incluye un casino y un complejo de condominios independiente, que no son parte de la disputa entre los Trump y Fintiklis.
Los Trump dicen que aceptaron la transacción con la condición de que Fintiklis no interfiriera con su gestión del hotel.
Cuando se completó la compra en agosto, la asociación entre Trump y Fintiklis parecía prometedora. El chipriota dijo que el hotel era una “propiedad icónica” y que ansiaba trabajar con los Trump.
Sin embargo, poco después de concluir la compra, intentó sacarlos de la asociación.
Su campaña comenzó en serio en octubre: organizó una reunión con los titulares de unidad —los Trump dicen que de manera engañosa dijo que la sesión sería una convivencia social— y se hizo una votación para declarar un incumplimiento por parte de los Trump en su acuerdo administrativo. Poco después, la disputa llegó al sistema legal y Fintiklis buscó mediación para retirar a la ahora familia presidencial.
Los Trump dicen que la naturaleza inmediata de los esfuerzos legales de Fintiklis demuestran que jamás tuvo la intención de cooperar y que había estado planeando un ataque desde el inicio.
“Solo queremos dirigir el hotel pacíficamente y sin interferencias”, dijo Garten, el abogado de la Organización Trump. “Sin embargo, estoy dispuesto a litigar este caso y no tengo dudas de que triunfaremos”.
Por su parte, cuando Fintiklis se convirtió en el propietario mayoritario el año pasado, el hotel ya tenía problemas, un hecho que de inmediato adjudicó a los Trump.
Regodeándose en sus críticas, dijo en un documento presentado ante el tribunal que una “pésima gestión” del hotel junto con “violaciones materiales” del contrato de administración y las obligaciones fiduciarias habían hecho que las ganancias se desplomaran y el estado del edificio se deteriorara. “El hotel prácticamente ha estado vacío”, se mencionó en el documento, una afirmación que los Trump niegan.
Los Trump dicen que Fintiklis estaba consciente del desempeño del hotel y las preocupaciones más generales del negocio, cuando firmó el contrato.
Este lunes, después de llegar al hotel con un contingente de funcionarios judiciales y oficiales de la policía nacional —y el fallo favorable de una corte panameña— Fintiklis finalmente expulsó a la Organización Trump, y las letras plateadas T-R-U-M-P fueron retiradas del cartel del hotel por un obrero.
(Tomado de The New York Times)
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