Beatriz Ferreiro Gª: Panorama editorial protestante en Cuba
·
Las congregaciones
y las juntas misioneras irían interesándose en crear publicaciones de todo
tipo, superando, incluso, algunas adversidades.
12 DE OCTUBRE DE 2013
El ámbito cultural cubano
experimentó una situación interesante, pero controversial, entre 1902 y 1959. A causa de los problemas
internos del país, “el ambiente no era propicio ni para la creación, ni para la
investigación, no obstante loables empeños y el haber contado con científicos,
escritores, educadores y artistas que, con la clara conciencia de la
frustración, tuvieran también el deseo de cambios fundamentales”. [i] Pese a ello, según estudiosos de las
letras cubanas, “en esta etapa de crisis de la cultura nacional es precisamente
en la literatura donde se expresan con más vigor y fuerza los valores
nacionales”. [ii]
Otro hecho significativo fue el rápido desarrollo del mundo publicístico: dentro de las nuevas circunstancias históricas del país, fue apareciendo en las poblaciones cubanas un número cada vez mayor de publicaciones de todo tipo. En realidad, apenas hubo una población donde no saliera por lo menos un periódico o una revista, y en muchas ciudades se esforzaron los impresores para dar a luz libros y folletos de la mejor presentación. [iii]
La investigadora estadounidense Pamela María Smorkaloff describe, en un apretado resumen, el panorama editorial de entonces:
“Aquellos escritores que lograron editar sus obras —ellos mismos costeaban la edición—, tenían un limitadísimo acceso a la población lectora —una minoría— y a sus opiniones; generalmente obsequiaban la obra impresa a un círculo de amigos. […] Dinero invertido en la edición de sus obras era dinero restado a las necesidades básicas. Salvo en casos excepcionales, o alimentaban a los hijos o costeaban la edición de sus creaciones engavetadas.
En Cuba, […] la industria del libro no figuraba entre los nacionales, y apenas existía, a excepción de pequeñas imprentas. […] La mayoría de las casas impresoras que funcionaban en la república eran las establecidas durante la colonia española.
En el siglo xix, Cuba contaba con excelentes impresores y tipógrafos, con experiencia en elaborados procesos artesanales. Al iniciarse el siglo veinte, la impresión de libros y folletos sigue siendo artesanal, al mismo tiempo que se empiezan a introducir en el país equipos de impresión de tecnología avanzada, instalados por intereses comerciales de Estados Unidos.
[…] En lo que afecta al escritor en la república, la literatura cubana se imprime igual que antes: por medio del lento y costoso proceso artesanal —costoso para el autor, que era quien le pagaba la edición al impresor particular—, en tiradas máximas de unos quinientos ejemplares.
[…] ¿Cómo se publicaba un libro, de cualquier tipo, en la época republicana? ¿Cuál era el proceso completo en Cuba antes de 1959 mediante el cual el escritor veía transformado su manuscrito en libro, el circuito manuscrito-libro-lector? Con la excepción del texto escolar, el procedimiento no varía desde principios de siglo hasta la puesta en marcha de la primera Imprenta Nacional en 1961.El autor reunía dinero como podía, o firmaba un contrato a plazos o por suscripción para la edición de su obra, cuyo proceso de impresión no se iniciaba hasta que no estuviera entregado el último centavo de la cantidad estipulada por el impresor. Después, el propio escritor diseñaba y corregía su obra durante el proceso de imprenta. [iv] ”
Las iglesias evangélicas, por su parte, no estaban distantes de esta realidad en su esfera editorial.Poco a poco, las congregaciones y las juntas misioneras irían interesándose en crear publicaciones de todo tipo, superando, incluso, algunas adversidades. Marcos Antonio Ramos, historiador protestante cubano, describe estos asuntos de la siguiente manera:
“Las imprentas que se fueron adquiriendo, como la presbiteriana, a cargo de José Marón Cela; la bautista, de Ángel Brown; la del Seminario Los Pinos Nuevos y otras, contribuyeron a la impresión de folletos, tratados y libros, incluyendo algunos de carácter secular como uno de Herminio Portell Vilá […] En un sentido fueron un gran adelanto ya que llegaban al país muchos folletos y tratados mal traducidos, aun con errores descomunales causados por el desconocimiento de la lengua española de algunos redactores norteamericanos […] Las iglesias usaban inicialmente las lecciones Manzanas de Oro para la escuela dominical hasta que cada denominación produjo sus propios materiales o se usaban los de editoriales interdenominacionales del extranjero. Denominaciones como la presbiteriana, se ocuparon bastante de producir sus propios materiales en el país.
[…]
La Casa Bautista de Publicaciones llenó toda una etapa en cuanto a producción de materiales que se usaron en Cuba y otros países […] Otras editoriales extranjeras, como La Aurora y la Casa Unida de Publicaciones también publicaron algunas obras escritas por cubanos […] Casi cada casa de publicaciones denominacional ha hecho su mayor o menor impacto en Cuba, y el uso de escritores cubanos ha tenido relación directa con la intensidad de su presencia denominacional en el país. [v]
Esos aspectos estuvieron presentes, con mayor o menor intensidad, durante todo el período republicano.
Otro hecho significativo fue el rápido desarrollo del mundo publicístico: dentro de las nuevas circunstancias históricas del país, fue apareciendo en las poblaciones cubanas un número cada vez mayor de publicaciones de todo tipo. En realidad, apenas hubo una población donde no saliera por lo menos un periódico o una revista, y en muchas ciudades se esforzaron los impresores para dar a luz libros y folletos de la mejor presentación. [iii]
La investigadora estadounidense Pamela María Smorkaloff describe, en un apretado resumen, el panorama editorial de entonces:
“Aquellos escritores que lograron editar sus obras —ellos mismos costeaban la edición—, tenían un limitadísimo acceso a la población lectora —una minoría— y a sus opiniones; generalmente obsequiaban la obra impresa a un círculo de amigos. […] Dinero invertido en la edición de sus obras era dinero restado a las necesidades básicas. Salvo en casos excepcionales, o alimentaban a los hijos o costeaban la edición de sus creaciones engavetadas.
En Cuba, […] la industria del libro no figuraba entre los nacionales, y apenas existía, a excepción de pequeñas imprentas. […] La mayoría de las casas impresoras que funcionaban en la república eran las establecidas durante la colonia española.
En el siglo xix, Cuba contaba con excelentes impresores y tipógrafos, con experiencia en elaborados procesos artesanales. Al iniciarse el siglo veinte, la impresión de libros y folletos sigue siendo artesanal, al mismo tiempo que se empiezan a introducir en el país equipos de impresión de tecnología avanzada, instalados por intereses comerciales de Estados Unidos.
[…] En lo que afecta al escritor en la república, la literatura cubana se imprime igual que antes: por medio del lento y costoso proceso artesanal —costoso para el autor, que era quien le pagaba la edición al impresor particular—, en tiradas máximas de unos quinientos ejemplares.
[…] ¿Cómo se publicaba un libro, de cualquier tipo, en la época republicana? ¿Cuál era el proceso completo en Cuba antes de 1959 mediante el cual el escritor veía transformado su manuscrito en libro, el circuito manuscrito-libro-lector? Con la excepción del texto escolar, el procedimiento no varía desde principios de siglo hasta la puesta en marcha de la primera Imprenta Nacional en 1961.El autor reunía dinero como podía, o firmaba un contrato a plazos o por suscripción para la edición de su obra, cuyo proceso de impresión no se iniciaba hasta que no estuviera entregado el último centavo de la cantidad estipulada por el impresor. Después, el propio escritor diseñaba y corregía su obra durante el proceso de imprenta. [iv] ”
Las iglesias evangélicas, por su parte, no estaban distantes de esta realidad en su esfera editorial.Poco a poco, las congregaciones y las juntas misioneras irían interesándose en crear publicaciones de todo tipo, superando, incluso, algunas adversidades. Marcos Antonio Ramos, historiador protestante cubano, describe estos asuntos de la siguiente manera:
“Las imprentas que se fueron adquiriendo, como la presbiteriana, a cargo de José Marón Cela; la bautista, de Ángel Brown; la del Seminario Los Pinos Nuevos y otras, contribuyeron a la impresión de folletos, tratados y libros, incluyendo algunos de carácter secular como uno de Herminio Portell Vilá […] En un sentido fueron un gran adelanto ya que llegaban al país muchos folletos y tratados mal traducidos, aun con errores descomunales causados por el desconocimiento de la lengua española de algunos redactores norteamericanos […] Las iglesias usaban inicialmente las lecciones Manzanas de Oro para la escuela dominical hasta que cada denominación produjo sus propios materiales o se usaban los de editoriales interdenominacionales del extranjero. Denominaciones como la presbiteriana, se ocuparon bastante de producir sus propios materiales en el país.
[…]
La Casa Bautista de Publicaciones llenó toda una etapa en cuanto a producción de materiales que se usaron en Cuba y otros países […] Otras editoriales extranjeras, como La Aurora y la Casa Unida de Publicaciones también publicaron algunas obras escritas por cubanos […] Casi cada casa de publicaciones denominacional ha hecho su mayor o menor impacto en Cuba, y el uso de escritores cubanos ha tenido relación directa con la intensidad de su presencia denominacional en el país. [v]
Esos aspectos estuvieron presentes, con mayor o menor intensidad, durante todo el período republicano.
[i] VV. AA.: Historia de la
literatura cubana , t. 2, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2003,
p. 15.
[ii] Idem .
[iii] José G. Ricardo: La imprenta
en Cuba , Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1989, p. 133.
[iv] Pamela María Smorkaloff: Literatura
y edición de libros. La cultura literaria y el proceso social en Cuba
(1900-1987) , Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1987, pp. 21-33.
[v] Marcos Antonio Ramos: Panorama
del protestantismo en Cuba. La presencia de los protestantes o evangélicos en
la historia de Cuba desde la colonización española hasta la Revolución ,
Editorial Caribe, San José, Costa Rica, 1986, pp. 601-603.
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