SENTIR VERGUENZA AJENA: LA ACTUACION DE LA CAMARA DE REPRESENTANTES DE LOS EE.UU.
Estados Unidos caerá técnicamente en el abismo fiscal
Antonio Caño Washington 1 ENE 2013 - 00:14 CET
Estados Unidos caerá, al menos técnicamente y durante un día, en el abismo
fiscal, después de que la Cámara de Representante comunicase esta noche que no
votará hoy sobre ninguna medida destinada a evitar ese grave daño para la
economía norteamericana.
Aún no se sabe si el Senado, donde en este momento se desarrollan las negociaciones, podrá votar antes del final de año.
Si aún hubiese un acuerdo y la Cámara pudiera votarlo y aprobarlo mañana, las consecuencias del abismo fiscal durante un solo día serían muy escasas puesto que se trata de un día festivo en el que no habrá actividad en los mercados bursátiles.
Previamente, Barack Obama había anunciado que un acuerdo de última hora para evitar el abismo fiscal estaba “al alcance, pero no conseguido todavía”. El presidente animó a los congresistas de ambos partidos a hacer un esfuerzo final para acabar de sacar adelante un compromiso que impida la aplicación a partir de mañana de una subida de impuestos para casi toda la población y un masivo recorte de gasto público.
Obama no precisó las características del acuerdo que se está negociando, pero adelantó que se trata de un compromiso modesto, destinado a evitar las medidas más dolorosas del abismo fiscal, no del gran pacto para la solución definitiva del problema del déficit que a él le hubiera gustado aprobar.
A pocas horas del plazo para la entrada en vigor del abismo fiscal, esta medianoche, los negociadores habían aproximado sus posiciones sobre los aspectos más delicados de ese paquete de medidas económicas, pero se mantenían algunas objeciones, tanto desde la derecha del Partido Republicano como desde la izquierda del Partido Demócrata.
Si el Senado y la Cámara de Representantes consiguen aprobar algo en el último minuto, probablemente va a ser necesaria una coalición de los moderados de ambos partidos para obtener los votos suficientes, algo que, por el momento, los líderes republicanos y demócratas no son capaces de garantizar.
El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, ha estado dialogando desde la noche de ayer con el jefe del grupo demócrata en esa cámara, Harry Reid, y con el vicepresidente, Joe Biden, que es también presidente del Senado y que se ha sumado en la recta final a las conversaciones.
De esos contactos ha surgido el marco de un acuerdo para mantener las actuales ventajas fiscales para toda la población, excepto aquellas familias con ingresos superiores a los 450.000 dólares anuales o individuos con ingresos por encima de los 400.000 dólares al año, que son menos del 2% de los contribuyentes. Esto supone una concesión por parte de los republicanos, que se negaban a toda clase de aumento de la presión fiscal, pero también del presidente Barack Obama, que proponía establecer ese límite en los 250.000 dólares anuales.
Al mismo tiempo, parece existir un compromiso para extender por un año las ayudas a los parados, que desaparecerían a partir de mañana con el abismo fiscal, y prolongar por tres meses otros gastos sociales, como parte de las subvenciones al programa de asistencia sanitaria a los pensionistas, Medicare.
Ese proyecto de acuerdo no ha sido aún públicamente presentado por los negociadores ni es seguro que encuentre el respaldo necesario en ambas cámaras del Congreso. Algunos senadores de la izquierda del Partido Demócrata, como Ton Harkin, ha advertido que no están seguros si lo respaldarían. Menos garantizado aún está el apoyo de los republicanos de la Cámara de Representantes, que en el pasado han rechazado propuestas con menos impuestos aún para los ricos.
Aún no se sabe si el Senado, donde en este momento se desarrollan las negociaciones, podrá votar antes del final de año.
Si aún hubiese un acuerdo y la Cámara pudiera votarlo y aprobarlo mañana, las consecuencias del abismo fiscal durante un solo día serían muy escasas puesto que se trata de un día festivo en el que no habrá actividad en los mercados bursátiles.
Previamente, Barack Obama había anunciado que un acuerdo de última hora para evitar el abismo fiscal estaba “al alcance, pero no conseguido todavía”. El presidente animó a los congresistas de ambos partidos a hacer un esfuerzo final para acabar de sacar adelante un compromiso que impida la aplicación a partir de mañana de una subida de impuestos para casi toda la población y un masivo recorte de gasto público.
Obama no precisó las características del acuerdo que se está negociando, pero adelantó que se trata de un compromiso modesto, destinado a evitar las medidas más dolorosas del abismo fiscal, no del gran pacto para la solución definitiva del problema del déficit que a él le hubiera gustado aprobar.
A pocas horas del plazo para la entrada en vigor del abismo fiscal, esta medianoche, los negociadores habían aproximado sus posiciones sobre los aspectos más delicados de ese paquete de medidas económicas, pero se mantenían algunas objeciones, tanto desde la derecha del Partido Republicano como desde la izquierda del Partido Demócrata.
Si el Senado y la Cámara de Representantes consiguen aprobar algo en el último minuto, probablemente va a ser necesaria una coalición de los moderados de ambos partidos para obtener los votos suficientes, algo que, por el momento, los líderes republicanos y demócratas no son capaces de garantizar.
El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, ha estado dialogando desde la noche de ayer con el jefe del grupo demócrata en esa cámara, Harry Reid, y con el vicepresidente, Joe Biden, que es también presidente del Senado y que se ha sumado en la recta final a las conversaciones.
De esos contactos ha surgido el marco de un acuerdo para mantener las actuales ventajas fiscales para toda la población, excepto aquellas familias con ingresos superiores a los 450.000 dólares anuales o individuos con ingresos por encima de los 400.000 dólares al año, que son menos del 2% de los contribuyentes. Esto supone una concesión por parte de los republicanos, que se negaban a toda clase de aumento de la presión fiscal, pero también del presidente Barack Obama, que proponía establecer ese límite en los 250.000 dólares anuales.
Al mismo tiempo, parece existir un compromiso para extender por un año las ayudas a los parados, que desaparecerían a partir de mañana con el abismo fiscal, y prolongar por tres meses otros gastos sociales, como parte de las subvenciones al programa de asistencia sanitaria a los pensionistas, Medicare.
Ese proyecto de acuerdo no ha sido aún públicamente presentado por los negociadores ni es seguro que encuentre el respaldo necesario en ambas cámaras del Congreso. Algunos senadores de la izquierda del Partido Demócrata, como Ton Harkin, ha advertido que no están seguros si lo respaldarían. Menos garantizado aún está el apoyo de los republicanos de la Cámara de Representantes, que en el pasado han rechazado propuestas con menos impuestos aún para los ricos.
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