MARCOS ANTONIO RAMOS: UNA ELECCION HISTORICA Y EL GRAN HISTORIADOR DE LA POLITICA EN MIAMI
Diario Las Américas
Publicado el 12-01-2012
Publicado el 12-01-2012
Una elección histórica y el gran historiador de la política en Miami
Por Marcos Antonio Ramos
Con la elección como alcalde del Doral de Luigi Boria se abre un nuevo
capítulo en la historia política del Condado Miami Dade. Un venezolano
ha sido elegido como ejecutivo de un flamante y progresista municipio
floridano. La elección del Reverendo Boria, clérigo y empresario, está
marcando el inicio de una nueva etapa en la cual los venezolanos
radicados en esta región del país demuestran su capacidad para
convertirse aquí en una fuerza política. Se trata de algo histórico que
ha acontecido entre nosotros y merece ser estudiado en el futuro. Los
hispanounidenses avanzan en Norteamérica.
Pues bien, el pasado lunes se reunieron en la Casa Bacardí del Instituto
de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami
numerosas personas interesadas en el libro “La Fuerza Política del
Exilio Cubano” (Volumen IV) del historiador Enrique Ros, texto sobre el
cual escribí algunos comentarios hace unas pocas semanas, pero que
merece mayor atención como lo han indicado acontecimientos recientes.
La Florida y la comunidad de hispanounidenses, cada día más numerosa e
influyente, están ahora abriendo un nuevo período que en cierta forma
constituye la transición hacia un futuro en el cual se producirán nuevas
situaciones de tipo electoral. De ahí la importancia de preservar el
pasado, labor por la cual don Enrique Ros merece un reconocimiento
grandioso como el que se le ofreció espontáneamente el pasado lunes.
No se trata únicamente de mirar hacia atrás e intentar conocer con mayor aproximación y cuidado los detalles de acontecimientos trascendentales, de hechos tan importantes como la Ley de Ajuste Cubano, la Ley Torrecilli, la Ley Helms-Burton y otras decisiones acerca de las cuales no conocemos cual será su destino final en este ambiente que parece modificarse cada día. La vida es en gran parte una peregrinación hacia un lugar que nunca es conocido perfectamente.
En el caso del gran esfuerzo de Ros este nos revela la necesidad de dejar testimonio de un largo período que debe ser tenido en cuenta independientemente de matices y coyunturas, así como de los acontecimientos del futuro. La pluma serena y analítica de este gran historiador de la política de Miami, de la comunidad cubana e hispanounidense y del desarrollo histórico de la nación cubana, debe ser reconocida, así como estudiada por las nuevas promociones de políticos que va surgiendo en nuestro entorno y por las generaciones que heredarán lo que se logró o intentan hacer por espacio de medio siglo, período en el que los cubanos y específicamente la comunidad exiliada se convirtieron, como señalan dos palabras del adecuado título del libro del maestro Ros, en “Fuerza Política…”
Es cierto que pronto los nacidos en Cuba y sus hijos no constituirán la mayoría de los hispanounidenses de la Florida, pero su impacto permanecerá por muchísimo tiempo. Nos ha correspondido sugerir el camino a seguir por hermanos que se nos han ido sumando, entre ellos, muchos exiliados como los nicaragüenses y venezolanos, sin olvidar a centroamericanos, colombianos y sudamericanos. Esta columna ha señalado a través de los años la importancia y el crecimiento de la comunidad dominicana. Y cada día los hispanounidenses nos acercamos a una condición casi mayoritaria en algunos condados. Unidos podemos hacer mucho y “La Fuerza Política del Exilio Cubano”(Tomo IV), como los volúmenes que le precedieron pueden mostrar, al menos en ciertos aspectos, el camino a seguir por todos nosotros.
Los panelistas del acto del lunes, puesta en circulación del valioso libro, eran además de los doctores Horacio Aguirre, José Sánchez Boudy y Félix Cruz Alvarez, el Reverendo Martín Añorga, el prestigioso periodista venezolano Alex Ortiz y este servidor de ustedes.Todos señalaron las importantes contribuciones del historiador e insistieron en algunos aspectos de un libro sumamente amplio en cuanto a contenido, así como rico en pistas para futuros investigadores.
Recientemente, el cultísimo académico y poeta Armando Alvarez Bravo señaló sobre esta obra que “El contenido de cada uno de los capítulos trasciende el título unificador... Nunca puede olvidarse que la historia es una continuidad de urgencia. Los hechos tuvieron protagonistas positivos y negativos. Se produjeron costosos errores pero también hubo aciertos”. Y añadió lo siguiente: “Las insoslayables exigencias de la vida cotidiana nos llevan a olvidar o a reducir a un plano de sombra lo pasado… Sin embargo, no debemos olvidar que nuestra existencia está determinada en gran medida por todo lo ocurrido. Tampoco que en su repaso y conocimiento radica la posibilidad de hacer las elecciones correctas…” En otras palabras, no podemos prescindir del pasado, ni tampoco aislarnos de realidades que muestran la fragilidad de la condición humana, así como las posibilidades que presentan la vida pública y la competencia electoral para un futuro siempre incierto, pero no menos prometedor.
Los personajes y hechos descritos magistralmente por Enrique Ros serán gradualmente reemplazados y modificado el entorno en que desarrollarán sus actividades los futuros actores del quehacer político. Como el libro se concentra mayormente en la actividad de los cubanos, sin excluir a los demás, y teniendo en cuenta el impacto realizado por los mismos en el transcurso de las últimas décadas, se anticipa seriamente el panorama que enfrentaremos, con errores y aciertos, pero con la oportunidad de aprender de logros y fracasos.
Enrique Ros se ha caracterizado por su equilibrio sin renunciar a sus convicciones, metas y proyectos como exiliado cubano. De esa experiencia que él conoce mejor que nadie pueden aprender nuestros hermanos hispanounidenses de la Florida, exiliados o no, para impedir que nos convirtamos en intrascendentes.
Las comunidades que han triunfado han sido las que han perseverado. No sólo los Peregrinos del Mayflower, sino también otro tipo de exiliados, los que vinieron huyendo ya no de discriminación religiosa sino de regímenes tiránicos y de ideologías deshumanizantes. Demostrando su valor y perseverancia, Enrique Ros ha tenido una vida fructífera y ha dejado un ejemplo impresionante. Ha sido el gran mentor de una de las más importantes personalidades políticas de nuestro tiempo cubanoamericano, luchadora constante en defensa de los intereses de todas las comunidades, la ilustre congresista Ileana Ros-Lehtinen. Su muy querido padre, don Enrique, ha dominado como pocos el arte de la política, que es también el arte de lo posible, pero no se ha limitado a eso, sino que ha sido el gran cronista de las realidades políticas que nos han afectado. Aun los que han tomado otro camino han encontrado en sus libros la demostración de cómo el proceso político cubano en EE.UU., ha sido decisivo no solo en el caso específico de Cuba sino en aspectos de la política hacia el resto del continente.
Claro está que la obra de Ros no se ha limitado al estudio del fenómeno político cubano en EE.UU., pues ha sido un historiador de la lucha por la independencia cubana en el siglo XIX y también uno de los más profundos analistas de la crisis cubana de la segunda mitad del siglo XX, además de su magnífico estudio sobre la Revolución del 1933. Considero un honor el haber sido escogido por él para escribir la introducción de tan equilibrado trabajo.
Y el panel escogido por el maestro la semana pasada honró con sus presentaciones el nuevo esfuerzo, tan adecuado para iluminar a hermanos que como el nuevo alcalde Boria seguirán el camino de aquellos que, nacidos en otras tierras, han sabido integrarse al fabuloso experimento estadounidense. Mi reconocimiento al panel y al autor de este libro que, por su utilidad, debe estar en todas las bibliotecas. Y un saludo al gran historiador Ros va acompañado de la mas sincera felicitación al alcalde Boria y sobre todo al bravo pueblo venezolano, ahora claramente presente en la política floridana.
No se trata únicamente de mirar hacia atrás e intentar conocer con mayor aproximación y cuidado los detalles de acontecimientos trascendentales, de hechos tan importantes como la Ley de Ajuste Cubano, la Ley Torrecilli, la Ley Helms-Burton y otras decisiones acerca de las cuales no conocemos cual será su destino final en este ambiente que parece modificarse cada día. La vida es en gran parte una peregrinación hacia un lugar que nunca es conocido perfectamente.
En el caso del gran esfuerzo de Ros este nos revela la necesidad de dejar testimonio de un largo período que debe ser tenido en cuenta independientemente de matices y coyunturas, así como de los acontecimientos del futuro. La pluma serena y analítica de este gran historiador de la política de Miami, de la comunidad cubana e hispanounidense y del desarrollo histórico de la nación cubana, debe ser reconocida, así como estudiada por las nuevas promociones de políticos que va surgiendo en nuestro entorno y por las generaciones que heredarán lo que se logró o intentan hacer por espacio de medio siglo, período en el que los cubanos y específicamente la comunidad exiliada se convirtieron, como señalan dos palabras del adecuado título del libro del maestro Ros, en “Fuerza Política…”
Es cierto que pronto los nacidos en Cuba y sus hijos no constituirán la mayoría de los hispanounidenses de la Florida, pero su impacto permanecerá por muchísimo tiempo. Nos ha correspondido sugerir el camino a seguir por hermanos que se nos han ido sumando, entre ellos, muchos exiliados como los nicaragüenses y venezolanos, sin olvidar a centroamericanos, colombianos y sudamericanos. Esta columna ha señalado a través de los años la importancia y el crecimiento de la comunidad dominicana. Y cada día los hispanounidenses nos acercamos a una condición casi mayoritaria en algunos condados. Unidos podemos hacer mucho y “La Fuerza Política del Exilio Cubano”(Tomo IV), como los volúmenes que le precedieron pueden mostrar, al menos en ciertos aspectos, el camino a seguir por todos nosotros.
Los panelistas del acto del lunes, puesta en circulación del valioso libro, eran además de los doctores Horacio Aguirre, José Sánchez Boudy y Félix Cruz Alvarez, el Reverendo Martín Añorga, el prestigioso periodista venezolano Alex Ortiz y este servidor de ustedes.Todos señalaron las importantes contribuciones del historiador e insistieron en algunos aspectos de un libro sumamente amplio en cuanto a contenido, así como rico en pistas para futuros investigadores.
Recientemente, el cultísimo académico y poeta Armando Alvarez Bravo señaló sobre esta obra que “El contenido de cada uno de los capítulos trasciende el título unificador... Nunca puede olvidarse que la historia es una continuidad de urgencia. Los hechos tuvieron protagonistas positivos y negativos. Se produjeron costosos errores pero también hubo aciertos”. Y añadió lo siguiente: “Las insoslayables exigencias de la vida cotidiana nos llevan a olvidar o a reducir a un plano de sombra lo pasado… Sin embargo, no debemos olvidar que nuestra existencia está determinada en gran medida por todo lo ocurrido. Tampoco que en su repaso y conocimiento radica la posibilidad de hacer las elecciones correctas…” En otras palabras, no podemos prescindir del pasado, ni tampoco aislarnos de realidades que muestran la fragilidad de la condición humana, así como las posibilidades que presentan la vida pública y la competencia electoral para un futuro siempre incierto, pero no menos prometedor.
Los personajes y hechos descritos magistralmente por Enrique Ros serán gradualmente reemplazados y modificado el entorno en que desarrollarán sus actividades los futuros actores del quehacer político. Como el libro se concentra mayormente en la actividad de los cubanos, sin excluir a los demás, y teniendo en cuenta el impacto realizado por los mismos en el transcurso de las últimas décadas, se anticipa seriamente el panorama que enfrentaremos, con errores y aciertos, pero con la oportunidad de aprender de logros y fracasos.
Enrique Ros se ha caracterizado por su equilibrio sin renunciar a sus convicciones, metas y proyectos como exiliado cubano. De esa experiencia que él conoce mejor que nadie pueden aprender nuestros hermanos hispanounidenses de la Florida, exiliados o no, para impedir que nos convirtamos en intrascendentes.
Las comunidades que han triunfado han sido las que han perseverado. No sólo los Peregrinos del Mayflower, sino también otro tipo de exiliados, los que vinieron huyendo ya no de discriminación religiosa sino de regímenes tiránicos y de ideologías deshumanizantes. Demostrando su valor y perseverancia, Enrique Ros ha tenido una vida fructífera y ha dejado un ejemplo impresionante. Ha sido el gran mentor de una de las más importantes personalidades políticas de nuestro tiempo cubanoamericano, luchadora constante en defensa de los intereses de todas las comunidades, la ilustre congresista Ileana Ros-Lehtinen. Su muy querido padre, don Enrique, ha dominado como pocos el arte de la política, que es también el arte de lo posible, pero no se ha limitado a eso, sino que ha sido el gran cronista de las realidades políticas que nos han afectado. Aun los que han tomado otro camino han encontrado en sus libros la demostración de cómo el proceso político cubano en EE.UU., ha sido decisivo no solo en el caso específico de Cuba sino en aspectos de la política hacia el resto del continente.
Claro está que la obra de Ros no se ha limitado al estudio del fenómeno político cubano en EE.UU., pues ha sido un historiador de la lucha por la independencia cubana en el siglo XIX y también uno de los más profundos analistas de la crisis cubana de la segunda mitad del siglo XX, además de su magnífico estudio sobre la Revolución del 1933. Considero un honor el haber sido escogido por él para escribir la introducción de tan equilibrado trabajo.
Y el panel escogido por el maestro la semana pasada honró con sus presentaciones el nuevo esfuerzo, tan adecuado para iluminar a hermanos que como el nuevo alcalde Boria seguirán el camino de aquellos que, nacidos en otras tierras, han sabido integrarse al fabuloso experimento estadounidense. Mi reconocimiento al panel y al autor de este libro que, por su utilidad, debe estar en todas las bibliotecas. Y un saludo al gran historiador Ros va acompañado de la mas sincera felicitación al alcalde Boria y sobre todo al bravo pueblo venezolano, ahora claramente presente en la política floridana.
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