LAS ENMIENDAS PROPUESTAS POR LOS REPRESENTANTES RIVERA Y DIAZ-BALART PARA RESTRINGIR LOS VIAJES A CUBA, LA DECLARACION UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS y LA ERA CASTRISTA EN CUBA.
Hace ya casi un año publiqué este artículo.
No sé si el congresista David Rivera lo leyó entonces --lo más probable es que no lo haya hecho.
Pero el punto es que muy recientemente Rivera volvió al ruedo a lidiar con el mismo toro: restringir todo lo restringible que esté relacionado con Cuba.
Es obvio que el asunto lo obsesiona. Parecería que sus electores lo hubieran elegido con el único propósito de que haga aprobar legislación al respecto.
El desempleo nos agobia. El consumo de drogas crece en progresión geométrica. Se venden sin restricción alguna mariguana sintética y "sales de baño", que convierten en caníbales a los que las utilizan, mientras los comisionados discuten si prohíben o no esa práctica. Los noticieros locales y nacionales están llenos de reportes de hechos violentos, sangrientos, todos con victimas fatales.
Pero el congresista Rivera --que parece ignorar todo eso-- sigue en su santa cruzada.
Así las cosas, me pareció oportuno desempolvar el artículo y volverlo a poner a consideración de mis queridos lectores.
LAS ENMIENDAS PROPUESTAS POR LOS REPRESENTANTES RIVERA Y DIAZ-BALART PARA RESTRINGIR LOS VIAJES A CUBA, LA DECLARACION UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS y LA ERA CASTRISTA EN CUBA.
No sé si el congresista David Rivera lo leyó entonces --lo más probable es que no lo haya hecho.
Pero el punto es que muy recientemente Rivera volvió al ruedo a lidiar con el mismo toro: restringir todo lo restringible que esté relacionado con Cuba.
Es obvio que el asunto lo obsesiona. Parecería que sus electores lo hubieran elegido con el único propósito de que haga aprobar legislación al respecto.
El desempleo nos agobia. El consumo de drogas crece en progresión geométrica. Se venden sin restricción alguna mariguana sintética y "sales de baño", que convierten en caníbales a los que las utilizan, mientras los comisionados discuten si prohíben o no esa práctica. Los noticieros locales y nacionales están llenos de reportes de hechos violentos, sangrientos, todos con victimas fatales.
Pero el congresista Rivera --que parece ignorar todo eso-- sigue en su santa cruzada.
Así las cosas, me pareció oportuno desempolvar el artículo y volverlo a poner a consideración de mis queridos lectores.
LAS ENMIENDAS PROPUESTAS POR LOS REPRESENTANTES RIVERA Y DIAZ-BALART PARA RESTRINGIR LOS VIAJES A CUBA, LA DECLARACION UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS y LA ERA CASTRISTA EN CUBA.
Humberto J. San Pedro Soto
El viernes 22 de julio del 2011, el periódico local El Nuevo Herald publicó el artículo de Juan O. Tamayo titulado “Avanza segunda enmienda en el Congreso que restringe viajes a Cuba”.
Dicha enmienda, y cito al periodista Tamayo, fue “Un segundo esfuerzo para revocar el relajamiento de las restricciones de viajes a Cuba del presidente Barack Obama […]”.
La acción fue una enmienda presentada por el representante David Rivera, republicano por el sur de la Florida a la ley de autorización para los gastos del Departamento de Estado.
La enmienda fue similar a una que agregó otro representante republicano por el sur de la Florida, Mario Diaz-Balart, a una ley de asignaciones del Tesoro de EEUU un mes antes. Se considera que las leyes de asignaciones son mucho más difíciles de cambiar que las de autorización.
Tanto la enmienda de Rivera, como la de Diaz-Balart restaurarían las regulaciones de viajes a Cuba que estaban vigentes durante la presidencia de George W. Bush, antes de que Obama las relajara significativamente para los cubano-americanos, así como para los residentes no cubanos de Estados Unidos.
Después de la votación de 36-6 que aprobó la moción de Rivera, éste dijo que la misma era “un claro mensaje al presidente Obama [de] que el Congreso no apoya las concesiones unilaterales que esta administración le ha concedido al régimen de Castro”.
“Entendemos que no debemos premiar un régimen que ha sido designado como un estado patrocinador del terrorismo… ha tenido a un ciudadano estadounidense como un rehén por más de 18 meses y que no toma en cuenta los derechos humanos de su propio pueblo, y se niega a permitir la libertad y las reformas democráticas”, declaró Rivera. Y agregó “Tenemos que exigir cambios y reformas por parte de la dictadura castrista con respecto a los derechos humanos y las elecciones democráticas libres y abiertas antes de permitir concesiones económicas que sólo sirven para enriquecer a la dictadura castrista”.
En su edición de hoy, 15 de diciembre de 2011, el Nuevo Herald publicó otro artículo de Juan O. Tamayo sobre el mismo tema: “Oposición a limitar viajes y remesas a Cuba”.
“Los opositores a las restricciones a los viajes y envíos de remesas a Cuba por parte de cubanos en Estados Unidos exigieron el miércoles al Congreso federal que rechace un intento del representante Mario Diaz-Balart de volver a establecer estrechas limitaciones a los mismos”, dice el periodista Tamayo en su artículo de hoy.
Entre los que se oponen a la reinstauración de las restricciones están cubanos que llamaron a los programas de la radio en español de Miami para expresar que están a favor de los viajes ilimitados, argumentando que Washington no tiene derecho alguno a limitar sus visitas a sus familiares en Cuba.
También los lectores del blog Diario de Cuba (http://www.ddcuba.com/) respondieron a una encuesta que pregunta: ¿Está de acuerdo con la ley que limitará los viajes y las remesas? El 34% respondió SI, el 63% respondió NO y e 3% respondió NO SÉ. La pregunta fue respondida por 638 visitantes
Por su parte, el conocido Grupo de Estudios Cubanos (The Cuba Study Group), compuesto mayoritariamente de empresarios cubanoamericanos moderados, afirmó que la política de Obama había ayudado a los cubanos a reducir su dependencia del gobierno y hasta permitió a algunos comenzar sus propios mini negocios.
Ante la polémica desatada por las enmiendas propuestas en el Congreso por los honorables legisladores republicanos David Rivera y Mario Diaz-Balart, me parece imprescindible hacer algunas consideraciones en torno al tan llevado y traído tema del respeto que todos le debemos a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Esa trascendental declaración fue adoptada y proclamada por la Asamblea General de Naciones Unidas en la resolución 217 (III) de 10 de diciembre de 1948.
Y antes de continuar, se me antoja muy importante decir que entre los presentes en la Asamblea General de Naciones Unidas aquel importante día estaba Guy Francois Pérez-Cisneros y Bonnel, quien era nada más y nada menos que el Delegado de Cuba –-sí queridos lectores el delegado de Cuba-- a la III Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en el Palacio de Chaillot (Paris, 1948). Guy fue uno de los Delegados de los Países Miembros que propuso la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos aquel 10 de diciembre de 1948.
Pérez-Cisneros había sido también el Delegado de la República de Cuba y Primer Relator en la XI Conferencia Interamericana (Bogotá, 2 de mayo de 1948), en donde se aprobó la Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre.
Guy nació en París, Francia, pero era hijo del ilustre santiaguero Francisco Pérez-Cisneros, quién perteneció al Servicio Consular de Cuba y desempeñó cargos consulares en Estados Unidos, España y Francia. Fue también un conocido pintor cubano. Algunos de sus cuadros aún se exponen en el Museo Bacardí de Santiago de Cuba. Su madre, Paule Bonnel, era originalmente de Toulouse, Francia. Tuvo tres hermanos: Dennyse, Enrique y María Teresa. Por cierto que tuve el privilegio de conocer a Dennyse –-quien era la madre de uno de mis mejores amigos de la infancia--y a María Teresa, mujer muy bella por cierto.
¿Por qué destaco la actuación de Guy Francois Pérez-Cisneros y Bonnel como Delegado de la República de Cuba?
Pues lo hago porque --cómo hubiese respondido Sherlock Holmes,ese personaje inolvidable de Sir Arthur Conan Doyle, a una pregunta cómo esa, hecha por su inefable ayudante el Dr. Watson--, es elemental hacerlo para enfocar debidamente lo que diré a continuación.
Es una verdad de Perogrullo decir que el gobierno de Fidel Castro Ruz ha violado la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su totalidad durante los 52 largos años que lleva ostentando el poder en Cuba. Es más, yo diría que los ha estado violando desde que desembarcó en Playa las Coloradas, cerca de Pilón, el día 2 de diciembre de 1956 (hace ya 55 años). Y lo digo porque siendo un niño de 12 años en aquel entonces, sufrí esas violaciones. Por sólo señalar una, la que creo está mejor relacionada con el tema que me ocupa, mencionaré el bloqueo a la ciudad de Santiago de Cuba a finales de 1958, que dicho sea de paso dirigió el en aquel entonces Comandante Hubert Matos.
Ese bloqueo privó a los santiagueros de la posibilidad de viajar, la carretera central estaba tomada por las tropas al mando del Comandante Matos, e impidió la llegada a la ciudad –- al menos por tierra-- de los abastecimientos necesarios para el sustento de los que en ella vivíamos. ¿Las tropas del ejército de Batista? Pues muy bien, muchas gracias. Los militares no tenían problema alguno con sus abastecimientos, ya que los recibían por aire o por mar.
¿Entonces a quién perjudicó aquel bloqueo? Y me veo obligado a decir la segunda verdad de Perogrullo: obviamente a los santiagueros de a pie. En tanto, evidentemente no a los militares que defendían la plaza, a quienes se alegó iba dirigido.
Desde mi humilde punto de vista, el embargo norteamericano a Cuba tuvo un origen económico, no político. El gobierno cubano nacionalizó todas las propiedades de los ciudadanos norteamericanos en Cuba y no pagó la indemnización debida a sus legítimos dueños. El gobierno norteamericano procedió como cualquier gobierno actuaría en un caso así, al actuar en defensa de los intereses de sus ciudadanos.
Las restricciones impuestas a ciudadanos norteamericanos, a cubano-americanos y a cubanos exiliados con posterioridad a aquel embargo, no cumplen –-a mi entender-- igual propósito, ya que no responden a acciones tomadas por el gobierno de la isla en contra de ciudadanos norteamericanos residentes en ella.
Peor aún, quién lea con elemental detenimiento la Declaración Universal de los Derechos Humanos --y no quiero pensar que los partidarios de las restricciones no lo hayan hecho, ya que me resulta inconcebible que si las han leído, hayan entendido que su letra y su espíritu autorizan a hacer excepciones (basta con leer el Artículo 30 y último de la Declaración para saber que no se contempla en ella excepción alguna.
Quién lea la Declaración, permítaseme insistir, con elemental atención no podrá dejar de notar que las mencionadas restricciones violan flagrantemente al menos los artículos siguientes de dicha Declaración:
Artículo 12
Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.
Artículo 13
1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país.
Artículo 18
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
Artículo 19
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Artículo 30
Nada en la presente Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.
Creo en el respeto irrestricto y pleno de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y al escribir este artículo he actuado en plena concordancia con los derechos que nos confiere el Artículo 19 de esa Declaración:
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”
Y basándome en mi adhesión incondicional a la letra y al espíritu de la Declaración aprobada el 10 de diciembre de 1948 con el voto –-entre muchos otros-- del Delegado de la República de Cuba Guy Francois Pérez-Cisneros y Bonnel, los dejo en libertad de sacar sus propias conclusiones.
Pero, me queda un detalle para terminar. Y se trata de sólo dos preguntas, que tienen el objetivo de propiciar vuestra meditación acerca de este tema:
1. ¿Estarán los legisladores David Rivera y Mario Diaz-Balart propulsando a ultranza la inclusión en las leyes, de las enmiendas que fueron aprobadas en junio y julio de este año en el Congreso, a sabiendas de que las restricciones que ambas promueven violan la Declaración Universal de los Derechos humanos que ellos dicen defender?
Yo prefiero pensar, para no perder el sueño para siempre, que ese no es el caso. Prefiero pensar que se trata de una confusión momentánea, aunque ya llevan varios meses en su lucha. Confusión que quizá los hace pensar que sus enmiendas contribuirán al bienestar del pueblo cubano de la isla.
2. ¿Será que –-y quiero pensar que si fuere el caso, lo hacen sin darse cuenta de ello-- estarán propugnando para todos los cubanos de la isla restricciones equivalentes a las que en el año 1958, impuso Fidel Castro al pueblo de Santiago de Cuba?
Restricciones que --vale la pena recordar-- solamente afectaron a aquel pueblo, al cual yo pertenecía, aun cuando presuntamente iban dirigidas a los que oprimían en aquel momento a ese pueblo.
Restricciones como la impuesta por el gobierno de Castro desde hace ya tantos años, que no puedo recordar cuándo comenzó a regir: la obligatoriedad de todo ciudadano cubano de solicitar un permiso de salida para viajar a otro país y un permiso de entrada (que no todos los que lo solicitan, lo obtienen) para entrar a Cuba si reside permanentemente en el extranjero.
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