MARCOS ANTONIO RAMOS: LA HERENCIA TRÁGICA DEL POPULISMO


Diario Las Americas 
Publicado el 01-19-2013

La herencia trágica del populismo

POR MARCOS ANTONIO RAMOS

El recién publicado libro del notable periodista dominicano Miguel Guerrero, “La herencia trágica del populismo” (Santo Domingo, 2012) ha sido puesto en circulación en un momento en que la atención está puesta en la situación de Venezuela con la enfermedad del presidente Hugo Chávez y el proceso de sustitución de ese gobernante. Esto último ha despertado interés y ha dado lugar a una situación polémica de tipo constitucional que hace recordar palabras del Presidente venezolano Rafael Caldera cuando se refirió a que, desde 1810, esos documentos han sido más bien “constituciones postizas” en su país y a las del Presidente dominicano Joaquín Balaguer cuando afirmó a su vez que “en países como los nuestros” las mismas han sido simplemente “pedazos de papeles”.

El ambiente político y social del “continente de la esperanza” como se la ha denominado en alguna ocasión no ha sido el mejor en lo que a observancia de la ley se refiere, problema que comparte con otras geografías del planeta. A esto se une lo que afirma Fausto Rosario Adames en el prólogo al libro de Guerrero: “Hemos cambiado la dictadura, como régimen de oprobio, por el populismo clientelista y corrupto… “ En mayor o menor grado, esa afirmación, que en el texto en cuestión se refiere a la patria de Juan Pablo Duarte, puede extenderse a la mayoría de los países de la región y es difícil separar los frecuentes cambios de constitución con lo que Guerrero llama en su título “La herencia trágica del populismo”, aunque el estilo de populismo que se ha ido fortaleciendo en el continente no es necesariamente el producto de una violación de una de esas constituciones que se sustituyen cada cierto tiempo. Es asunto mucho más complicado.

Miguel Guerrero posee las credenciales para exponer no sólo el tema del populismo sino la historia contemporánea de República Dominicana. Periodista reconocido por su capacidad de análisis y su cultura histórica, su columna en “El Caribe” ha sido una de las más leídas. Es autor de obras como “Enero de 1962: El despertar dominicano”, “El Golpe de Estado”, “La ira del tirano”, “Tocando fondo, la crisis dominicana del 2003” y muchas otras de gran penetración histórica, como sus libros sobre los últimos años del gobierno de Rafael Trujillo y la transición a la democracia.

Pero “La herencia Trágica del Populismo” abarca con su enfoque, altamente crítico, a todas las administraciones dominicanas a partir de 1961 y sobre todo de 1966. No se refiere a gobiernos provisionales ni dedica sus más amplios análisis a la breve gestión del Presidente Juan Bosch, el notable literato, historiador y sociólogo antillano, aunque hay elementos que han repercutido sobre los gobiernos dominicanos a partir del doctor Joaquín Balaguer, llegando hasta la última administración, anterior al triunfo electoral del licenciado Daniel Medina.

Para tener una idea del significado y las implicaciones del populismo no es necesario acudir a una obra tan extensa como la ‘Historia de las ideas políticas” de V. S. Pokrovski y tantos otros intentos de ir analizando los fenómenos que afectan a movimientos, partidos y sobre todo a naciones y pueblos. Escribía Peter Worsley, ensayista situado bajo cierta influencia de Ghita Ionescu, Margaret Canovan y sus amplios tratados sobre la materia, que “movimientos populistas pretenden representar al pueblo como un todo: a veces a la nación entera, en ocasiones a la mayoría del pueblo. Versiones radicales del populismo buscan representar y movilizar a los pobres y a las masas que no han sido privilegiadas y por lo tanto frecuentemente se inician como movimientos de protesta y terminan convirtiéndose en partidos…” La América Latina, como señalara Frank Tannenbaum en una obra clásica ya considerada como clásica (“Ten Keys to Latin America”) a la que algunos profesores acudíamos para iniciar a nuestros estudiantes en estudios sobre la región, ha sido terreno favorable al caudillismo y el populismo, características que, como el militarismo, han sido predominantes durante períodos enteros.

Pues bien, el libro de Guerrero logra penetrar el efecto de décadas de populismo en la realidad dominicana, quizás con espíritu demasiado crítico, reaccionando a períodos que han frustrado a quienes, como él, han anhelado un modelo mejor. Pero acierta con casi todas sus afirmaciones, entre ellas algunas que afectan la vida diaria del ciudadano.

El autor avanza hacia situaciones aún más complicadas: “…el problema nacional es de carácter social como económico. La deuda externa puede ser cuantiosa, superior a la capacidad nacional para hacerle frente…Sin embargo es la pobreza con sus altos índices de insalubridad y marginalidad, lo que verdaderamente constituye un elemento explosivo en la vida de nuestro país.”

El populismo, en sus diversas manifestaciones, ha confundido a la población. Las falsas promesas, el abuso de poder “en nombre del pueblo”, el clientelismo, la dependencia del estado. Por ello señala “la democracia y el progreso han sido conceptos vacíos, faltos de significado para una parte considerable de la población anegada en una estrechez absoluta, sin acceso alguno a los medios de producción. Una democracia selectiva…”

Uno de los valores del libro es que Guerrero no está realizando una crítica enfocada simplemente en la izquierda o la derecha. No es un libro de promoción partidarista sino todo lo contrario. Sabe distinguir problemas que tienen relación con el Estado y otros que proceden de la misma población. Esas distinciones se extienden a lo nacional y lo internacional. No todo puede atribuirse al gobierno, pero tampoco a la sociedad y la cultura popular. Una política basada en el clientelismo, la manipulación electoral y sobre todo en la corrupción ha afectado la capacidad de los ciudadanos de ejercer sus derechos y reclamar el cumplimiento de las promesas que reparten los políticos como si se tratara de simples golosinas.

Hacerle justicia al libro requeriría mucho espacio, pero lo merece. Del autoritarismo del dictador o del sistema totalitario a la más rampante demagogia electoral, un vasto panorama que no puede ser atribuido exclusivamente a la República Dominicana o a la América Latina. Pero el texto nos ayuda a no olvidar los discursos de los Getulio Vargas y los Juan Perón en una nueva etapa de nuestra historia en la cual se intentan nuevos modelos de socialismo a la vez que se disimulan las contradicciones de los sistemas económicos y políticos de nuestro tiempo, con los ojos de la prensa europea y estadounidense puestos en el experimento chavista y otros intentos, pero también en la violencia y el narcotráfico que nos inundan.

El texto analiza la estructura elitista de la sociedad, señala el desequilibrio social y la falta de transparencia. Lo hace con un propósito ambicioso, pero imprescindible, denunciar esa herencia que se ha recibido de caudillos y políticos electoralistas que han convencido a grandes sectores acerca de que todo se resuelve con una revolución o con una convocatoria electoral.

En medio de innegables procesos y hermosas esperanzas, Iberoamérica sigue padeciendo de lo que se ha convertido en enfermedad generalizada, el populismo, con su herencia que bien merece ser calificada de trágica.

Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo, especialmente con el último párrafo cuando me ratifica lo que siempre he creído y es que los países que han sido víctimas del populismo, como Argentina, nunca se han podido liberar de ese estigma.

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