DESTINO 2012: ¡OTRA VEZ DAVID RIVERA!





Hay muy buenas razones para pensar que el representante federal republicano David Rivera se ha planteado el objetivo de registrar un récord negativo en el celebre libro "Guinness World Records™" (el libro más vendido de todos los tiempos, si no se consideran las obras exentas de derechos de reproducción, como la Biblia).

¿Será?

Afirman que David Rivera financió campaña demócrata

Manny Garcia y Marc Caputo

Haciendo uso de $43,000 en dinero secreto, el representante republicano David Rivera ayudó a llevar a cabo una campaña fantasma que puede haber violado leyes federales en las primarias demócratas de la semana pasada contra su enemigo político Joe García, según fuentes de campaña y documentos financieros.

Como parte del esfuerzo, un desconocido en la política llamado Justin Lamar Sternad hizo campaña en contra de García a través de una sofisticada campaña de propaganda postal que Rivera ayudó a orquestar y financiar, según contratistas de campaña.

Entre las revelaciones: los contratistas de propaganda postal recibieron su pago a menudo con sobres repletos de flamantes billetes de $100.

Rivera y Sternad negaron haber trabajado juntos en esta campaña, que terminó el 14 de agosto.

Pero Hugh Cochran, presidente de Campaign Data, reveló esta semana a The Herald que Rivera se había puesto en contacto con él en julio y le pidió que creara una lista de votantes, que acabaron siendo el blanco de los 11 envíos de propaganda postal de la campaña de Sternad.

“David me contrató para buscar la información”, afirmó Cochran, quien es un agente retirado del FBI. El le envió a Rivera una factura por $525, que según Cochran no ha sido pagada.

Cochran indicó que habló muchas veces con Rivera, creó las listas de votantes y se las envió por correo electrónico a Rapid Mail & Computer Services, en Hialeah, quienes enviaron los volantes. Cochran les envío copias al propietario y a Rivera de un email del 29 de julio, que también entregó a The Herald.

Al ser contactados por The Herald en busca de comentario, la campaña de Rivera respondió el martes por la noche por correo electrónico: “El representante Rivera nunca ha conocido al señor Sternad ni ha hablado con él, y no sabe absolutamente nada acerca de él o de su campaña”.

Pero la campaña de Rivera admitió que él pudo haber recibido un correo electrónico de Campaign Data para uso de Sternad.

“Cualquier cosa que Campaign Data haya enviado erróneamente al representante Rivera se hizo por equivocación, lo cual ha ocurrido anteriormente, y sin el conocimiento o el consentimiento del representante Rivera”, afirmó la campaña de Rivera.

Sternad y su abogado se negaron a comentar al respecto.

John Borrero, presidente de Rapid Mail, no quiso hacer comentario alguno el lunes ni el martes.

Pero a fines de la semana pasada, declaró a El Nuevo Herald que Rivera había estado directamente involucrado en la campaña de Sternad, un hecho respaldado por numerosas fuentes con conocimiento sobre la operación.

Entrevistas con fuentes de campaña, facturas, expedientes de campaña y otros documentos muestran que Rivera llamó en persona y con frecuencia a Rapid Mail con relación a la propaganda postal de Sternad. Durante una llamada, Rivera pidió a un empleado que saliera y se fijara si en el buzón de la oficina estaba un sobre que contenía el pago de un envío de propaganda de campaña, según las fuentes.

El sobre estaba repleto de efectivo: $7,800.

La semana pasada, Borrero dijo a The Herald que la campaña de Sternad había pagado en efectivo seis de los envíos de propaganda postal, los cuales costaron entre $4,000 y $6,000 cada uno. Añadió que estaba sorprendido por la cantidad de efectivo, que él recibe a veces de clientes privados, pero generalmente no de parte de campañas.

“Nunca había visto tanto efectivo”, comentó Borrero la semana pasada.

Pero The Herald tuvo conocimiento que Sternad envió más propagandas financiadas con más efectivo de fuente desconocida. La campaña hizo al menos 11 envíos por un total de $43,000, como mínimo.

Casi todos los contratistas de propaganda postal también recibieron pagos en efectivo. Uno de ellos recibió como pago un cheque de un tercero, indicaron fuentes a The Herald.

Experimentados trabajadores de campaña y expertos en leyes de campaña dijeron que nunca habían escuchado que una campaña hubiera pagado envíos de propaganda postal en efectivo.

“Nunca había escuchado algo así”, declaró Mark Herron, veterano abogado de leyes electorales que ha representado a numerosos políticos y candidatos.

“Los candidatos no se aparecen con un puñado de efectivo y dicen: ‘imprímeme unos volantes’ ”, dijo Herron.

Un candidato o conspirador que a sabiendas e intencionadamente “falsifique, oculte o encubra por medio de algún truco, plan o mecanismo un hecho relevante” en unas elecciones federales puede enfrentar hasta cinco años de cárcel, según las leyes federales.

En específico, los investigadores federales consideran “el uso de medios subrepticios, tales como efectivo, intermediarios o documentos falsos, para ocultar” una contribución o gasto un delito, según una guía publicada por la Comisión de Elecciones Federales.

Las leyes de finanzas de campaña limitan las contribuciones a $2,500 por individuo en una primaria. Los candidatos que se prestan dinero a sí mismos también tienen que reportarlo. Ellos tampoco pueden recibir más de $100 en efectivo.

La esposa de Sternad está desempleada. La pareja cuenta con pequeñas inversiones y están manteniendo a cinco hijos, según sus documentos de campaña.

Sternad, quien ganó $30,000 el año pasado como trabajador en un hotel, se prestó a sí mismo casi $11,000 para su campaña. Todo ese dinero, excepto $822, fue gastado en la cuota estatal para satisfacer los requisitos de aspirar a un cargo público. El resto fue invertido en carteles, tarifas bancarias o la cuenta de su teléfono celular.

Sternad —quien sirvió de tesorero en su propia campaña— nunca presentó informe alguno que mostrara que él se hubiera prestado ningún dinero adicional. De modo que no está claro de dónde salieron los casi $43,000 para la propaganda postal. Nunca reportó trabajo alguno hecho por Rapid Mail o Campaign Data. Tampoco ha reportado los gastos de la administradora de hecho de su campaña, Ana Alliegro.

Un abogado que declaró que representaba a Sternad, Enrique “Rick” Yabor, pidió a The Herald preguntas por escrito y no las ha contestado. Yabor también estaba en la boleta el 14 de agosto, postulándose para juez del Condado.

La asesora de campaña de Yabor era Alliegro. El le pagó a la mujer y su compañía $5,300 por su fallida campaña.

Alliegro también estuvo involucrada en pagar la propaganda postal de Sternad en efectivo —hasta $7,000— entregando sobres que contenían billetes nuevos de $100, aseguraron fuentes conocedoras de la campaña de Sternad.

“No tengo absolutamente nada que decirles a ustedes”, afirmó Alliegro a un periodista de El Nuevo Herald antes de colgarle el teléfono.

El hecho de que Sternad usara a Alliegro —quien se describe a sí misma en Twitter como “Gurú Política Republicana y Chica Mala Conservadora!”— fue una señal de que él no estaba postulándose como un demócrata típico. No obstante, su campaña fue lo bastante efectiva como para ganar el 11 por ciento de los votos.

La campaña de Sternad usó el logotipo y el retrato del presidente Obama, especialmente en propaganda postal enviada a afroamericanos. Un volante pedía “Justicia para Trayvon”, el nombre del adolescente de Miami Gardens muerto en el área central de la Florida durante una confrontación con un voluntario de vigilancia vecinal. Sternad hizo campaña además como “Lamar Sternad”, lo cual hizo pensar a algunos que estaba tratando de engañar a los votantes negros que no lo conocían para que le dieran su apoyo. De hecho, los volantes enviados a afroamericanos no contenían retratos suyos.

Otro volante dedicado a los votantes de los Cayos mostraba unos corales y prometía proteger el modo de vida característico de los Cayos. Hubo también un volante para el área de Homestead que mostraba una bucólica escena con surcos sembrados, y otro dedicado a las personas de línea dura en asuntos de inmigración. 

El distrito congresual 26 abarca desde Kendall hasta Cayo Hueso.
La campaña de Sternad se dirigió además específicamente a las votantes criticando a García por su divorcio. Esos volantes hicieron que la campaña de García se quejara sobre los supuestos vínculos de Sternad con Rivera.

La campaña de Rivera respondió acusando a García de haber postulado a un falso candidato contra el representante en las elecciones del 2010.

Todo el trabajo de clasificar a los votantes por código postal, raza o sexo se hizo a pedido de Rivera, aseguró Hugh Cochran, el propietario de Campaign Data quien luego entregó la información a Borrero en Rapid Mail.

“David me llama y me pide que le busque información. Yo le busco la información, se la envío por correo electrónico a John con copia a David”, declaró Cochran, quien sólo después se dio cuenta de que no tenía mucho sentido que un republicano hiciera averiguaciones sobre votantes demócratas durante una primaria demócrata.

Más tarde, Cochran dijo que él y Borrero hablaron sobre los datos demócratas que Rivera había pedido. Fue entonces que Borrero le informó que los datos no eran realmente para el representante republicano.

“Oh”, dijo Borrero, según Cochran. “Esa información es para Lamar”.

Tomado de El Nuevo Herald



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