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Dr. Marcos Antonio Ramos
Vicepresidente del Comité Ejecutivo de Herencia Cultural Cubna
Editor General de la revista Herencia |
Publicado el 10-06-2012
Ramón de la Sagra en la revista “Herencia”
La iniciativa y
el trabajo incesante del Dr. Alberto Sánchez de Bustamante, Editor Ejecutivo de
Herencia Cultural Cubana y el apoyo de su Presidente el Dr. Luis Mejer Sarrá y
sus colaboradores han hecho posible que se haya salido al rescate de la memoria
y obra del gran erudito español Ramón de La Sagra, cuyo aporte a Cuba no puede
ser minimizado. Con las más bellas imágenes e ilustraciones la obra de La Sagra
y el antiguo Jardín Botánico de La Habana ha sido resaltada para conocimiento de
nuevas generaciones. Los trabajos de la Arquitecta Nancy Delgado y de los
doctores Emilio Cueto, Sánchez de Bustamante y otros colegas lo han hecho
posible en una edición de lujo de la revista “Herencia”.
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Direector Ejecutivo de Herencia Cultural Cubana |
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Luis Mejer Sarrá
Presidente de Herencia Cultural Cubana |
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Artículo del Dr. Alberto Sanchez de Bustamante
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Como tantos
otros españoles que se radicaron en la entonces española Isla de Cuba, don Ramón
de la Sagra procedía de Galicia, más específicamente de La Coruña y logró
concluir sus estudios científicos en la Universidad de Madrid. Había ido a la
mayor de las Antillas, con sólo 23 años de edad a ocupar una plaza
administrativa en la industria tabacalera, pero fue eventualmente designado para
dirigir el Jardín Botánico de La Habana y ocupar la cátedra de Botánica del
mismo. No sólo se desempeñó como científico y educador, sino como escritor y
diputado en Cortes.
Tres veces estuvo en Cuba, la primera vez por cinco
meses (1821), la segunda con una estancia mucho mayor (1823-1835) y la tercera
por diez meses (1859-1860). Como señaló sabiamente Paul Estrade, don Ramón “no
traficó, no se enriqueció, tampoco se acriolló. Sin embargo, Cuba se le pegó a
la mente”. Era un español de cuerpo entero, pero Cuba pasó a ser parte integral
de su vida. No se puede exigir a un español de su procedencia, formación e
intereses una posición política y social exactamente igual a la de muchos de sus
amigos y adversarios cubanos.
Fueron muchos los que no le comprendieron
plenamente, entre ellos personajes ilustres como Domingo del Monte, Felipe Poey
y otros. Se conoce en buena parte su polémica con José Antonio Saco sobre la
esclavitud y la economía insular. Algunos le llamaron “humillador de Cuba”
(Fernando Ortiz por ejemplo). Aurelio Mitjans, estudioso de nuestras
instituciones educativas, fue algo más fuerte. Podemos leer en colecciones de
revistas de la época y de períodos posteriores algunas críticas bastante
severas. Hasta fue considerado como ignorante y simulador, opiniones vertidas
hasta por un eximio historiador tan reconocido como Emilio Roig de Leuchsenring.
Opiniones más objetivas procedieron en algún momento de Antonio Bachiller y
Morales y hasta del mismo Fernando Ortiz, sin olvidar a Carlos de la Torre. Pero
no se alejaron de la crítica, ni modificaron todas las objeciones que se le
hicieron.
Sin embargo su rehabilitación se ha ido produciendo. Un
estudio más completo nos ayudaría a comprender mejor las dificultades. Por
ejemplo, su relación con Saco se entiende mejor cuando se tiene en cuenta que
este sostuvo con La Sagra una polémica sobre José María Heredia, no muy
diferente a las opiniones finales de Domingo del Monte con el eximio poeta que
había sido su gran amigo al que llegó a llamar “el angel caído”. No puede
olvidarse que algunos llamaron a don Ramón “negrero, farsante, plagiario,
anticubano…” Más allá de entrar a profundidad en tales cuestiones, conociendo la
exageración y las pasiones que conlleva nuestro origen hispano y el de otros
pueblos, su obra es obligatoria como obra de consulta y su investigación
científica, así como la verdadera creación del Jardín Botánico, hasta trabajos
sobre física, geografía, flora y fauna cubanas, resisten sin mucha dificultad la
prueba del tiempo.
La Sagra trabajó en su nativa España, en Francia y en
Cuba, así como visitó Estados Unidos. Escribió copiosamente en francés, idioma
que dominaba perfectamente, lo cual hizo conocer su obra en la comunidad
científica internacional, que en aquella época, como en otras actividades,
reconocía la lengua de Francia como idioma fundamental. Y fue aceptado como
excelente traductor del francés hasta por los mismos que tradujeron algunos de
sus escritos a esa lengua. No debe extrañar la existencia de “sagristas” entre
los estudiosos galos que hicieron posible una importante “Historia de las
Antillas Hispánicas”. Muchos de sus trabajos en la lengua de Cervantes habían
sido publicados en París.
Sus actividades culturales y científicas en
Cuba, país donde estudió intensamente la flora y la economía, son cada vez mas
apreciadas. Debe reconocerse que se buscó muchos enemigos de distinción social
con sus propuestas sobre la eliminación de la esclavitud y del monocultivo,
asuntos defendidos por muchos en la Cuba de la primera mitad del siglo XIX. Su
defensa de un proletariado libre que recibiera salarios y sus sugerencias sobre
la creación de industrias rurales fueron rechazadas. También defendió la
inmigración china. Hasta llegó a abogar por proyectos para mejorar las
condiciones de las clases desposeídas. Independientemente de opiniones sobre
esas materias debe tenerse en cuenta como las mismas eran interpretadas por sus
contemporáneos.
Las opiniones pasan, la obra queda. En Francia, en el
Museum de Historia Natural, en el Archivo Nacional, en la Biblioteca Nacional,
en el Instituto y en infinidad de archivos privados están sus cartas,
documentos, planchas, mapas, planos, memorias. Una bio-bibliografía suya, la
primera, fue publicada en 1858 en el “Dictionnaire Universel des
Contemporains”.
El fundador de “Anales de ciencias, agricultura, comercio
y artes” nos dejó además su “Memoria de las observaciones meteorológicas y
físicas hechas en la navegación de La Coruña a La Habana” (1823), “Discurso
leido en la apertura pública de la cátedra de Botánica Agrícola” (1824),
“Principios fundamentales para servir de introducción a la escuela de botánica
agrícola del Jardín Botánico de La Habana”, “Manual de Botánica Médica e
Industrial para el uso de los habitantes de la Isla de Cuba y demás Antillas”
(1827), “Historia económico-política y estadística de la Isla de Cuba o sea de
sus progresos en la población, el comercio, la agricultura y las rentas.”(1831),
“Cartilla para el cultivo del cacao en la Isla de Cuba”(1833), “Historia física,
política y natural de la Isla de Cuba” (1837), “Tablas necrológicas del
cólera-morbus en la ciudad de La Habana y sus arrabales” (1833), “Noticias de
las resoluciones y reclamaciones concernientes a la obra titulada Historia
física, política y natural de la Isla de Cuba… (1849) y una larga lista de
contribuciones, sin olvidar otros estudios sobre la flora y la fauna de Cuba,
sus “Estudios Coloniales” (1845) y su bien conocida obra “Cuba” (1860) y sus
cartas a Gertrudis Gómez de Avellaneda incluidas en el “Album cubano de lo bueno
y lo bello”.
En publicaciones de Ginebra, Madrid, París, La Habana y en
sus trabajos y ponencias para sociedades científicas de todo tipo quedan gran
parte de sus esfuerzos de investigación y divulgación, algunos de los cuales
fueron publicados con sus seudónimos “Unos amigos de la buena opinión habanera”,
“El Ermitaño del Campo de Marte” y otros.
En fin, el creador del Jardín
Botánico de La Habana, fue con Cristóbal Colón, el Barón de Humboldt y los
cubanos Fernando Ortiz y Leví Marrero, uno de los descubridores de Cuba ante un
público universal.
La revista “Herencia” de Herencia Cultural Cubana
continúa, pues, su labor de divulgación cultural y patriótica. Esta edición
especial es otra demostración de ese compromiso.
Aprovecho esta oportunidad para
anunciar que el 12 de octubre, en el Country Club de Coral Gables, se llevará a
cabo la entrega del Premio Herencia a la congresista Ileana Ros-Lehtinen. Para
mayor información sobre este número de “Herencia” y la Gala en honor de nuestra
querida legisladora puede recibir información llamando al 305-443-1522.
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