MARCOS ANTONIO RAMOS: ENTRE EL 2008 Y EL 2012

Entre el 2008 y el 2012
 Por Marcos Antonio Ramos


[...] las elecciones del 2012 no serán las del 2008, aunque tampoco las de 1980 y 1992 con los triunfos, inicialmente inesperados, de Ronald Reagan y Bill Clinton. 
Ninguno de los dos partidos cuenta con candidatos presidenciales con las condiciones de esos dos políticos.
Para intentar ser justos, bastaría afirmar que son diferentes. No es posible que dos personas sean iguales, pero la política sí es el arte de lo posible hasta en el polarizado entorno de los comicios del 2008 y el 2012.

DR. MARCOS ANTONIO RAMOS


A pesar de que el promedio de las encuestas no es favorable al Gobernador Mitt Romney, algo que pudiera quizás cambiar en las próximas semanas, dejé entrever en mi artículo del domingo pasado la posibilidad de que en el 2012 un candidato obtenga un triunfo en el Colegio Electoral y el otro en el voto popular nacional. Una diferencia de sólo algunos puntos porcentuales a nivel nacional puede variar en cualquier momento, aunque no tanto en ciertos estados que ya parecen decididos. Ese último es el gran detalle en cuestión. En cualquier caso, el fantasma del 2000 no deja de preocupar. El país está mucho más dividido que antes y el ambiente político no parece muy bueno. Algunos ya hablan de intentos de reducir el voto de las minorías en ciertas regiones, lo cual pudiera servir, como otros asuntos utilizados por ambos partidos, para cuestionar un resultado mixto y una ventaja que no sea convincente. Se trata de algo que no es necesariamente probable, pero que no deja de ser posible. 

Se menciona el triunfo del Presidente George W. Bush en el 2000, logrado simplemente en el Colegio Electoral y la derrota del Senador John Kerry en el 2004 cuando perdió el estado de Ohio que le concedía lo que necesitaba para ganar. La Florida y Ohio llevaron a Bush a la Presidencia en el 2000 y el 2004. John Kerry, que perdió el voto popular nacional, sólo necesitaba Ohio para triunfar en el Colegio Electoral y esa lección la aprendieron tanto los demócratas como los republicanos. Afortunadamente, después de días de incertidumbre la situación fue aceptada en el 2000. En el 2004 la pequeña, pero suficiente, mayoría popular de Bush le otorgó credibilidad a su victoria reeleccionista. Hay diferencias notables en el ambiente del 2012 si se compara con el 2000 o el 2004. Pero, por el momento, lo que debe sobresalir son las diferencias entre el 2012 y las últimas elecciones presidenciales, las del 2008.

En una elección bastante competitiva, como parece ser la del 2012, sería bueno echar un vistazo al 2008. En aquel entonces, el hoy Presidente y entonces Senador Obama era la oposición y el Senador John McCain el oficialismo. En el encuentro comicial del 2012 Obama es el oficialismo y Mitt Romney la oposición. En el 2008 Obama triunfó por nueve millones y medio de votos y por 365 votos electorales contra solo 173 de McCain. En estos detalles se encuentran las primeras diferencias. Obama, como candidato oficialista, no puede contar ahora con la gran ayuda que representa el voto negativo, siempre importante en una elección que ocurre en medio de crisis económicas, como las del 2008 con Bush y las del 2012 con el actual mandatario. Pero, por otra parte, el Presidente puede darse el lujo de perder muchos millones de votos y algunos estados importantes que ganó en el 2008 y aún así regresar sin mayores dificultades a la Casa Blanca.

Ahora bien, independientemente del resultado final, será muy difícil para Obama repetir sus cifras de voto popular y electoral del 2012 aunque pudiera perder no sólo la gran ventaja de nueve millones y medio de sufragios que logró en el 2008 y aun así triunfar en el Colegio Electoral, lo cual en cierta forma, al menos en el último detalle se aplica a Romney que pudiera perder el voto popular nacional y triunfar, aunque precariamente, en el Colegio Electoral, lo cual ahora parece difícil, pero es un objetivo que pudiera lograrse en caso de acontecer algo inesperado o por un error de su adversario. Situaciones de ese tipo pudieran afectar también al candidato opositor. Por ejemplo en los debates presidenciales o con una emergencia nacional que unifique relativamente al país en torno al ejecutivo. Los debates pueden ejercer influencia en caso de un error por parte de un candidato, pero su efecto puede desaparecer a los pocos días, como sucede a veces con las convenciones de los partidos, lo cual no quiere decir que carezcan de importancia.

En el caso de Romney, los cambios demográficos y culturales en ciertos estados complican su situación. En algunas regiones del país es difícil obtener ahora mayoría con el programa socialmente conservador del candidato republicano y su compañero de boleta, el Senador Paul Ryan. El 2012 no es el año 1980 con el triunfo de Ronald Reagan. Son otros candidatos y en cierta forma otro país.

Pero no todo es “color de rosa” para Obama ya que le acompaña la desventaja de un ambiente económico desfavorable, lo cual no puede atribuirse únicamente a su gestión, como tampoco a la de su predecesor George W. Bush. Pero ambas administraciones contrastan con el progreso económico y el enorme superávit dejado por la administración del Presidente Bill Clinton que presidió la era de mayor prosperidad en los tiempos modernos o con la del Presidente Ronald Reagan que supo controlar magistralmente el ambiente difícil al que se enfrentó. Algunos afirman que estas cosas ocurren por casualidad, mientras que otros, con razonamientos más convincentes, las atribuyen a ciclos económicos, a crisis globales o a malas políticas oficiales o de las grandes empresas, pero las cifras están ahí y las de los dos últimos Presidentes, por cualquier razón que se esgrima, no son comparables a la de Clinton o a las de Reagan.

Y siguen los intentos de establecer comparaciones. En el 2008 los republicanos perdieron estados tradicionalmente conservadores como North Carolina y Virginia, lo cual no sucederá necesariamente en el 2012 aunque el Presidente le aventaje por el momento en algunas encuestas estatales. Ese cambio no determinaría por si solo el triunfo de algún candidato, pero nos revela lo complicado del proceso del 2012. Ohio y la Florida seguirán siendo los más analizados por los observadores, porque Romney no podrá ocupar la Casa Blanca si pierde ambos estados. Y aunque la pérdida de la Florida sería una mala señal para Obama, no le resulta absolutamente indispensable como, por ejemplo, California y sus 55 votos electorales que, afortunadamente para él, los tiene asegurados, tanto como Romney puede contar sin duda alguna con los 38 de Texas.

Romney puede contar en el 2012 con la gran mayoría del voto de los varones blancos, que también se inclinaron, aunque no tan firmemente, por McCain. Contará además, a pesar de las grandes diferencias teológicas entre bautistas y mormones, con la casi totalidad de la votación de los bautistas del Sur, que integran la mayor confesión protestante histórica del país, y que no votan de la misma manera que los bautistas afroamericanos – principal confesión entre la población negra – o los bautistas del Norte de EE.UU., algo más liberales como gran parte de la población de esa histórica región del país. También pudiera afirmarse que los republicanos recibirán el voto de los que prefieren un estilo más tradicional de vida y los demócratas el de aquellos que han adoptado nuevos estilos y actitudes más permisivas hacia nuevas tendencias y preferencias. Ya eso merece un examen más riguroso, pero no deja de aproximarse a la realidad de este muy diferente período en la historia electoral estadounidense.

En fin, que las elecciones del 2012 no serán las del 2008, aunque tampoco las de 1980 y 1992 con los triunfos, inicialmente inesperados, de Ronald Reagan y Bill Clinton. Ninguno de los dos partidos cuenta con candidatos presidenciales con las condiciones de esos dos políticos. Para intentar ser justos, bastaría afirmar que son diferentes. No es posible que dos personas sean iguales, pero la política sí es el arte de lo posible hasta en el polarizado entorno de los comicios del 2008 y el 2012.

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