MARCOS ANTONIO RAMOS: ASUMIENDO LA HISTORIA Y EL PATRIMONIO NACIONAL
Diario Las Americas
Publicado el 09-08-2012
Publicado el 09-08-2012
Asumiendo la historia y el patrimonio nacional
Por Marcos Antonio Ramos
Este miércoles 12 de septiembre será presentado el libro “El Saqueo del Patrimonio Cubano” en Leon Medical Center , conocido también como Flagler Center, situado en el 7950 N.W. 2 Street, frente al Mall de las Américas en Miami, Florida. La recepción será a las 6.00, pero la presentación ha sido programada para las 6.30 de la tarde y todos están invitados. Además del autor, el doctor Alberto Sánchez de Bustamante, fundador de “Herencia Cultural Cubana”, harán uso de la palabra la periodista Ninoska Pérez Castellón, el historiador Salvador Larrúa y el doctor Armando Cobelo, presidente de Editorial Cubana. Ha sido invitado el crítico de arte Jesús Rosado.
El doctor Alberto Sánchez de Bustamante y Parajón contribuye nuevamente a su pasión por la historia de Cuba y el legado cultural de la nación con un nuevotrabajo . Independientemente de las inquietudes y las tendencias, así como del natural impacto del paso de las generaciones, debe reconocerse el esfuerzo de individuos que como este ilustre cubano defienden valientemente aquello que consideran no sólo parte integral de su vida sino casi como una justificación de su propia existencia, dedicada, contra viento y marea, a todo lo relacionado con el suelo natal.
En lo personal, sigo defendiendo la necesidad de asumir toda nuestra historia, más allá de los inevitable revisionismos y las arbitrarias omisiones. Para “Bertie,” como le llaman sus amigos, cualquier dato histórico, así como cualquier objeto que pueda considerarse parte del patrimonio es más importante que una fortuna o un galardón. Ha sacrificado tiempo, consagrándole a su amada Cuba el día y la noche, los siete días de la semana, sin recibir un solo centavo sino extrayendo de sus propios recursos para la difusión de todo lo cubano y para la investigación constante de lo relacionado con la mayor de las Antillas.
El número de “Herencia” que saldrá dentro de unos días estará consagrado sobre todo a la obra realizada en Cuba en el siglo XIX por el erudito español Ramón de La Sagra y la fundación del Jardín Botánico de La Habana. Es otra forma de asumir nuestra historia con orgullo. Cada ejemplar de “Herencia” tiene ese propósito. Detrás de esa labor están muchos compatriotas y amigos de Cuba y su patrimonio.
Si hasta ahora la fundación y sostenimiento de la revista cultural “Herencia” se debe a “Bertie” más que a cualquier otra persona, es necesario reconocer el enorme aporte, sacrificio y esfuerzo de los cofundadores y de los antiguos y nuevos colaboradores de esa magna empresa. Como la revista “Herencia”, este nuevo libro debe ser tenido en cuenta y analizado por todos los que se dedican a los estudios cubanos o aprecian el pasado nacional y la herencia cultural y patriótica que se ha recibido.
Y retomo el tema de asumir la historia. Algunos piensan que Cuba se inició el 20 de mayo de 1902, otros el 10 de octubre de 1868 o en la fecha del desembarco de Narciso López en Cárdenas. Hasta hay quienes se imaginan que la verdadera Cuba empezó a existir realmente el primero de enero de 1959. Pero la patria es también la de los indios siboneyes, taínos y de otros grupos, la de los colonizadores y conquistadores españoles, la de los indígenas sometidos a las Encomiendas y los esclavos traídos a la fuerza desde el Africa subsahariana, la de los inmigrantes españoles y sus hijos, de los blancos, los mestizos, los afrocubanos y los descendientes de asiáticos, la Cuba de los que tomaron una u otra posición en el histórico y decisivo siglo XIX, la de los mambises y de los que emigraron al archipiélago cubano después de la independencia, liberales y conservadores, auténticos y ortodoxos, los que tomaron el camino de la revolución – como en los históricos años treinta – y los que vieron las cosas de otra manera, lo cual puede aplicarse a acontecimientos más recientes.
Darle importancia al patrimonio nacional y a lo que se ha dispuesto en relación con el mismo, en forma legal o ilegal, fácil de explicar o imposible de justificar, nos concierne a todos. El patrimonio es tan indispensable y sagrado como los datos de la historia. Hay que asumirlo todo, Félix Varela era un piadoso sacerdote católico, José Martí sustentaba ideas teosóficas, Julio Antonio Mella estuvo entre los fundadores del movimiento comunista, José Antonio Echevarría era católico y Frank País protestante.
Pero, pasando a los gobernantes, también hay que reconocer que Gerardo Machado construyó la Carretera Central y realizó grandes contribuciones, además de todo lo negativo que se pueda afirmar o negar en relación con su ejecutoria. Lo que se dice de Machado puede afirmarse de otros que ocuparon el poder o realizaron aportes fundamentales. Minimizar el monumental aporte al derecho internacional realizado por Antonio Sánchez de Bustamante y Sirven, tío del autor del presente libro y nuestra más alta autoridad en esa materia, sería tan arbitrario como afirmar que Alejo Carpentier no fue un notabilísimo novelista.
Cuando un sobrino de don Antonio denuncia lo que considera en su documentado trabajo un saqueo del patrimonio y acompaña sus afirmaciones con el testimonio vivo de sus esfuerzos de toda una vida, es necesario prestarle atención. Más allá de cualquier evaluación histórica o posición ideológica, la triste realidad de barcos trasladando para su venta artefactos confiscados a residencias de cubanos en La Habana y otros lugares no puede ser olvidado. En 1967 alguien afirmó que una venta realizada en Montreal ese año era suficiente para decorar “todas las residencias y castillos de Montreal con ellas”.
Sánchez de Bustamante, con este libro publicado en inglés y español en la misma edición, nos muestra el camino para que eso no suceda en el futuro.. Es necesario seguir preservando los monumentos históricos, justamente proclamados patrimonio de la humanidad, labor benemérita, sin importar quien la realice. También es menester defender todo lo relacionado con el patrimonio de la nación, desde un libro, símbolo supremo de la labor intelectual, hasta un cuadro, mensajero perpetuo del arte, indicio seguro de alta civilización.
El libro que será presentado es además de denuncia, una exposición detallada con datos históricos que merecen ser destacados. Ningún gobierno, lo mismo de derecha que de izquierda, como tampoco los partidos políticos o una revolución, tienen el más mínimo derecho a tomar decisiones que alejen de Cuba el patrimonio nacional aunque esté en manos públicas o privadas, sobre todo si se trata de propiedades de la nación o de personas nacidas en el territorio nacional o consideradas como cubanas. Nadie tiene derecho a considerar extranjero, por citar un ejemplo, al doctor Orestes Ferrara, nacido en Italia, pero que llenó de gloria al país por cuya independencia combatió y cuyos libros dieron a conocer la mejor erudición cubana de su tiempo.
Sánchez de Bustamante, dentro de la tradición recibida de sus antepasados, contribuye con su libro a que asumamos nuestra historia, honremos nuestro pasado, situemos por encima de consideraciones materiales el patrimonio nacional, asumiendo nuestra historia. Considero un privilegio el haber sido designado como moderador del panel, como también aprecio enormemente poder contribuir a los esfuerzos de “Herencia Cultural Cubana” y acompañar en esa labor a quienes como “Bertie” no olvidan los grandes valores de la nacionalidad y la cultura.
Felicito, pues, al autor de este libro y lo saludo como meritorio colega y extraordinario amigo de los que nos proponemos exaltar mientras vivamos el patrimonio nacional cubano, defendiéndolo de cualquier posible agresión. Imitemos a “Bertie”asumiendo y defendiendo nuestro patrimonio nacional cubano.
El doctor Alberto Sánchez de Bustamante y Parajón contribuye nuevamente a su pasión por la historia de Cuba y el legado cultural de la nación con un nuevo
En lo personal, sigo defendiendo la necesidad de asumir toda nuestra historia, más allá de los inevitable revisionismos y las arbitrarias omisiones. Para “Bertie,” como le llaman sus amigos, cualquier dato histórico, así como cualquier objeto que pueda considerarse parte del patrimonio es más importante que una fortuna o un galardón. Ha sacrificado tiempo, consagrándole a su amada Cuba el día y la noche, los siete días de la semana, sin recibir un solo centavo sino extrayendo de sus propios recursos para la difusión de todo lo cubano y para la investigación constante de lo relacionado con la mayor de las Antillas.
El número de “Herencia” que saldrá dentro de unos días estará consagrado sobre todo a la obra realizada en Cuba en el siglo XIX por el erudito español Ramón de La Sagra y la fundación del Jardín Botánico de La Habana. Es otra forma de asumir nuestra historia con orgullo. Cada ejemplar de “Herencia” tiene ese propósito. Detrás de esa labor están muchos compatriotas y amigos de Cuba y su patrimonio.
Si hasta ahora la fundación y sostenimiento de la revista cultural “Herencia” se debe a “Bertie” más que a cualquier otra persona, es necesario reconocer el enorme aporte, sacrificio y esfuerzo de los cofundadores y de los antiguos y nuevos colaboradores de esa magna empresa. Como la revista “Herencia”, este nuevo libro debe ser tenido en cuenta y analizado por todos los que se dedican a los estudios cubanos o aprecian el pasado nacional y la herencia cultural y patriótica que se ha recibido.
Y retomo el tema de asumir la historia. Algunos piensan que Cuba se inició el 20 de mayo de 1902, otros el 10 de octubre de 1868 o en la fecha del desembarco de Narciso López en Cárdenas. Hasta hay quienes se imaginan que la verdadera Cuba empezó a existir realmente el primero de enero de 1959. Pero la patria es también la de los indios siboneyes, taínos y de otros grupos, la de los colonizadores y conquistadores españoles, la de los indígenas sometidos a las Encomiendas y los esclavos traídos a la fuerza desde el Africa subsahariana, la de los inmigrantes españoles y sus hijos, de los blancos, los mestizos, los afrocubanos y los descendientes de asiáticos, la Cuba de los que tomaron una u otra posición en el histórico y decisivo siglo XIX, la de los mambises y de los que emigraron al archipiélago cubano después de la independencia, liberales y conservadores, auténticos y ortodoxos, los que tomaron el camino de la revolución – como en los históricos años treinta – y los que vieron las cosas de otra manera, lo cual puede aplicarse a acontecimientos más recientes.
Darle importancia al patrimonio nacional y a lo que se ha dispuesto en relación con el mismo, en forma legal o ilegal, fácil de explicar o imposible de justificar, nos concierne a todos. El patrimonio es tan indispensable y sagrado como los datos de la historia. Hay que asumirlo todo, Félix Varela era un piadoso sacerdote católico, José Martí sustentaba ideas teosóficas, Julio Antonio Mella estuvo entre los fundadores del movimiento comunista, José Antonio Echevarría era católico y Frank País protestante.
Pero, pasando a los gobernantes, también hay que reconocer que Gerardo Machado construyó la Carretera Central y realizó grandes contribuciones, además de todo lo negativo que se pueda afirmar o negar en relación con su ejecutoria. Lo que se dice de Machado puede afirmarse de otros que ocuparon el poder o realizaron aportes fundamentales. Minimizar el monumental aporte al derecho internacional realizado por Antonio Sánchez de Bustamante y Sirven, tío del autor del presente libro y nuestra más alta autoridad en esa materia, sería tan arbitrario como afirmar que Alejo Carpentier no fue un notabilísimo novelista.
Cuando un sobrino de don Antonio denuncia lo que considera en su documentado trabajo un saqueo del patrimonio y acompaña sus afirmaciones con el testimonio vivo de sus esfuerzos de toda una vida, es necesario prestarle atención. Más allá de cualquier evaluación histórica o posición ideológica, la triste realidad de barcos trasladando para su venta artefactos confiscados a residencias de cubanos en La Habana y otros lugares no puede ser olvidado. En 1967 alguien afirmó que una venta realizada en Montreal ese año era suficiente para decorar “todas las residencias y castillos de Montreal con ellas”.
Sánchez de Bustamante, con este libro publicado en inglés y español en la misma edición, nos muestra el camino para que eso no suceda en el futuro.. Es necesario seguir preservando los monumentos históricos, justamente proclamados patrimonio de la humanidad, labor benemérita, sin importar quien la realice. También es menester defender todo lo relacionado con el patrimonio de la nación, desde un libro, símbolo supremo de la labor intelectual, hasta un cuadro, mensajero perpetuo del arte, indicio seguro de alta civilización.
El libro que será presentado es además de denuncia, una exposición detallada con datos históricos que merecen ser destacados. Ningún gobierno, lo mismo de derecha que de izquierda, como tampoco los partidos políticos o una revolución, tienen el más mínimo derecho a tomar decisiones que alejen de Cuba el patrimonio nacional aunque esté en manos públicas o privadas, sobre todo si se trata de propiedades de la nación o de personas nacidas en el territorio nacional o consideradas como cubanas. Nadie tiene derecho a considerar extranjero, por citar un ejemplo, al doctor Orestes Ferrara, nacido en Italia, pero que llenó de gloria al país por cuya independencia combatió y cuyos libros dieron a conocer la mejor erudición cubana de su tiempo.
Sánchez de Bustamante, dentro de la tradición recibida de sus antepasados, contribuye con su libro a que asumamos nuestra historia, honremos nuestro pasado, situemos por encima de consideraciones materiales el patrimonio nacional, asumiendo nuestra historia. Considero un privilegio el haber sido designado como moderador del panel, como también aprecio enormemente poder contribuir a los esfuerzos de “Herencia Cultural Cubana” y acompañar en esa labor a quienes como “Bertie” no olvidan los grandes valores de la nacionalidad y la cultura.
Felicito, pues, al autor de este libro y lo saludo como meritorio colega y extraordinario amigo de los que nos proponemos exaltar mientras vivamos el patrimonio nacional cubano, defendiéndolo de cualquier posible agresión. Imitemos a “Bertie”asumiendo y defendiendo nuestro patrimonio nacional cubano.
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