MARCOS ANTONIO RAMOS: LOS LASALLISTAS CUBANOS NO SE RINDEN
Diario Las Américas
Publicado el 09-01-2012
Los lasallistas cubanos no se rinden
“A la memoria de mi buen amigo Miguel Manzanero, lasallista ejemplar”
Por espacio de muchos años me ha impresionado la determinación y la fidelidad de la Asociación de Antiguos Alumnos de La Salle. Más de medio siglo después de la confiscación de las escuelas privadas, son muchos los antiguos alumnos que se han organizado en diversas partes del país. He tenido el privilegio de ser invitado a hablar en reuniones de los ex-alumnos de los Colegios Internacionales del Cristo, famosa escuela bautista en Oriente y he participado en reuniones de los alumnos del prestigioso Colegio Presbiteriano La Progresiva, de Cárdenas, y especialmente de mi siempre recordada Ciudad Estudiantil de Colón con su Colegio Félix Varela, en el que cursé, hasta terminarlo, el bachillerato cubano. Pero la actividad tan constante de los lasallistas, entre los cuales tengo infinidad de buenos amigos ha sido de inspiración especial.
Gracias a Miguel Manzanero, fallecido hace diez años, conocí a ese extraordinario religioso y ser humano que es el hermano Osvaldo Morales Mustelier, un apóstol lasallista que sigue trabajando en Cuba siguiendo el ejemplo de servicio incondicional encarnado en esa figura tan importante para los lasallistas cubanos, el hermano Victorino.
El primer activista del lasallismo que conocí fue, sin embargo, Manuel Rodríguez Bustamante, Historiador Emérito del lasallismo cubano y entrañable amigo que compartió conmigo datos valiosos para mis investigaciones sobre el fenómeno religioso en Cuba y cuya revista “1905”, un órgano lasallista, ha sido de gran utilidad a todos los que procedemos del ambiente cultural creado en nuestra tierra natal por las escuelas privadas.
Pero en los últimos tiempos ha sido el ingeniero Gonzalo Sánchez, uno de mis mejores amigos, tío de mi admirado colega el doctor Sixto García eruditísimo profesor del Seminario de Boynton Beach, la persona que me ha mantenido al día en el quehacer constante del lasallismo cubano. Los datos que comparten conmigo el benemérito lasallista Sánchez y el secretario de “Herencia Cultura Cubana” Pepe Hernández, así como las conversaciones con el gran santiaguero que responde al nombre de Pastor de la Tejera, me han convertido prácticamente en un lasallista. Se lo decía esta semana a otro santiaguero (aunque nacido en Bayamo) y lasallista, muy orgulloso de serlo, el profesor Humberto San Pedro. El entusiasmo de Gonzalo es tan grande que casi me convierte en otro ex- alumno.
José Manuel Dorado me informa sobre la obra que realizan con los pobres y necesitados en Homestead, la cual promoví en el programa de historia que compartía los viernes con el inolvidable Agustín Tamargo por Radio Mambí. En esos micrófonos, el hermano Osvaldo, Manzanero y otros, encontraron siempre una forma de divulgar tan grandiosa labor. Los Hermanos de La Salle y la Asociación Mundial de los Antiguos Alumnos Lasallistas (UMAEL) contribuyeron a los esfuerzos fundacionales del Centro para familias de migrantes en Homestead realizados por los lasallistas cubanos presididos entonces por el ingeniero Willy González.
La lista de esos luchadores es larga. Entre los que la integran están el actual Presidente de la Asociación Carlos Ardavin, el Presidente de la Fundación Lasallista Hugo Castro; el incansable Germán Miret, que dirigió los eventos del Centenario de los Hermanos de La Salle; Manolo Campa, activo en el Comité de Beatificación del hermano Victorino; José Alvarino, trabajador voluntario dedicado a la Misión Cuba y al Centro en Homestead.
La Misión Cuba de los antiguos alumnos demostró una vez más su compromiso con el pueblo cubano cuando un reciente huracán afectó la provincia de Pinar del Río. Ellos enviaron, entre otros recursos, rastras con medicinas y alimentos, contando con la colaboración del entonces presidente de la Asociación José María Arellano, de Willy Cueto, hermano del insustituible Nestín; y de José Manuel Bestard, antiguo alumno del colegio de Guantánamo. Julio González Portuondo, miembro de la directiva, gran colaborador del Centro de Homestead, es además participante activo en esfuerzos a favor de la Misión Cuba.
Es lógico que se reconozca la obra lasallista, pero sería difícil poder mencionar a todos los luchadores de esa obra cristiana, sobre todo teniendo en cuenta que solo soy un admirador y amigo del lasallismo. Por otra parte, destacar las labores de religiosos como el hermano Osvaldo Morales Mustelier en Cuba sería extremadamente compleja ya que este siervo de Dios no descansa y es difícil encontrar un aspecto de la obra en el cual no participe en medio de dificultades conocidas.
El hermano Osvaldo, a cargo de labores en Santiago de Cuba, ha logrado no sólo extender la ayuda benéfica y los servicios sociales sino desarrollar programas educativos que permiten a la población enfrentar los nuevos retos que les presenta la vida. Claro está que no es un esfuerzo comparable a lo que era posible realizar hasta 1958 cuando las escuelas de La Salle, la Universidad Social Católica San Juan Bautista de La Salle, la Academia de La Salle y una serie de programas de diversa índole podían servir sin restricciones al pueblo de Cuba.
Por citar a dos nombres ilustres del clero, entre los graduados de La Salle se encontraba otro amigo, Monseñor Eduardo Boza Masvidal. El reconocido vareliano Germán Miret escribió un interesante artículo sobre Monseñor Boza con el título “Un antiguo alumno excepcional”. Otro gran cubano, Monseñor Agustín Aleido Román, repetía siempre con orgullo que se sentía miembro de la gran familia Lasallista como ex-profesor del Colegio La Salle de Marianao.
Deseo resaltar que diciembre de 1989 los antiguos alumnos Miguel Manzanero, Javier Campos y el Presbítero Raúl Pérez Ros visitaron una misión en el poblado de Naranja, en el sur del Condado Miami Dade, llevando ropa y comida. Conozco desde los lejanos días en que era un misionero bautista en esa zona las dificultades que experimentan los obreros migratorios y otros hispanos radicados temporal o permanentemente allí. Ya en octubre de 1990, Osvaldo Rey y José Dorado se comprometieron a trabajar de voluntarios junto a la hermana Soledad Mendoza y así surgieron proyectos como el Centro Educativo San Juan Bautista de La Salle.
La Asociación de Antiguos Alumnos ha logrado penetrar esta comunidad de Miami Dade con sus actividades, entre ellas las frecuentes reuniones en que se promueve el espíritu de cooperación que aprendieron de sus maestros. Las escuelas de ese Instituto han recibido un merecido reconocimiento en muchas partes del mundo así como, entre los cubanos, su prestigiosa Academia Conde de Pozos Dulces, pues han contribuido al desarrollo intelectual y científico. En Cuba, el hermano León, profesor de Historia Natural recibió en la Universidad de La Habana el grado de Doctor Honoris Causa.
Es poco lo que he podido mencionar en este artículo, pendiente de nuevas incursiones por el tema, sincero intento de reconocer a tan distinguidos miembros de la comunidad que no renuncian a su tradición y a su patrimonio cultural y religioso.
El ingeniero Gonzalo Sánchez me escribía diciendo que, entre otros, José Manuel Dorado es el alma y el motor que mueve al Centro de Homestead. Pues bien, los miembros de la Asociación, al no rendirse ante el paso del tiempo y el distanciamiento geográfico, al recordar con tanto orgullo su pasado y al honrar a sus maestros y compañeros de clase, se convierten en alma y motor de buena parte del exilio cubano. Y este incompleto recuento, sin todas las obras y sin todos los nombres, se propone recordarles que, al no rendirse, nos señalan el camino a seguir. Son ejemplo para los ex-alumnos de los colegios religiosos cubanos, católicos o protestantes, obligados a ir pasando gradualmente la antorcha a otros compatriotas, pero conscientes de que se ha hecho una buena labor para la gloria de Dios.
Por espacio de muchos años me ha impresionado la determinación y la fidelidad de la Asociación de Antiguos Alumnos de La Salle. Más de medio siglo después de la confiscación de las escuelas privadas, son muchos los antiguos alumnos que se han organizado en diversas partes del país. He tenido el privilegio de ser invitado a hablar en reuniones de los ex-alumnos de los Colegios Internacionales del Cristo, famosa escuela bautista en Oriente y he participado en reuniones de los alumnos del prestigioso Colegio Presbiteriano La Progresiva, de Cárdenas, y especialmente de mi siempre recordada Ciudad Estudiantil de Colón con su Colegio Félix Varela, en el que cursé, hasta terminarlo, el bachillerato cubano. Pero la actividad tan constante de los lasallistas, entre los cuales tengo infinidad de buenos amigos ha sido de inspiración especial.
Gracias a Miguel Manzanero, fallecido hace diez años, conocí a ese extraordinario religioso y ser humano que es el hermano Osvaldo Morales Mustelier, un apóstol lasallista que sigue trabajando en Cuba siguiendo el ejemplo de servicio incondicional encarnado en esa figura tan importante para los lasallistas cubanos, el hermano Victorino.
El primer activista del lasallismo que conocí fue, sin embargo, Manuel Rodríguez Bustamante, Historiador Emérito del lasallismo cubano y entrañable amigo que compartió conmigo datos valiosos para mis investigaciones sobre el fenómeno religioso en Cuba y cuya revista “1905”, un órgano lasallista, ha sido de gran utilidad a todos los que procedemos del ambiente cultural creado en nuestra tierra natal por las escuelas privadas.
Pero en los últimos tiempos ha sido el ingeniero Gonzalo Sánchez, uno de mis mejores amigos, tío de mi admirado colega el doctor Sixto García eruditísimo profesor del Seminario de Boynton Beach, la persona que me ha mantenido al día en el quehacer constante del lasallismo cubano. Los datos que comparten conmigo el benemérito lasallista Sánchez y el secretario de “Herencia Cultura Cubana” Pepe Hernández, así como las conversaciones con el gran santiaguero que responde al nombre de Pastor de la Tejera, me han convertido prácticamente en un lasallista. Se lo decía esta semana a otro santiaguero (aunque nacido en Bayamo) y lasallista, muy orgulloso de serlo, el profesor Humberto San Pedro. El entusiasmo de Gonzalo es tan grande que casi me convierte en otro ex- alumno.
José Manuel Dorado me informa sobre la obra que realizan con los pobres y necesitados en Homestead, la cual promoví en el programa de historia que compartía los viernes con el inolvidable Agustín Tamargo por Radio Mambí. En esos micrófonos, el hermano Osvaldo, Manzanero y otros, encontraron siempre una forma de divulgar tan grandiosa labor. Los Hermanos de La Salle y la Asociación Mundial de los Antiguos Alumnos Lasallistas (UMAEL) contribuyeron a los esfuerzos fundacionales del Centro para familias de migrantes en Homestead realizados por los lasallistas cubanos presididos entonces por el ingeniero Willy González.
La lista de esos luchadores es larga. Entre los que la integran están el actual Presidente de la Asociación Carlos Ardavin, el Presidente de la Fundación Lasallista Hugo Castro; el incansable Germán Miret, que dirigió los eventos del Centenario de los Hermanos de La Salle; Manolo Campa, activo en el Comité de Beatificación del hermano Victorino; José Alvarino, trabajador voluntario dedicado a la Misión Cuba y al Centro en Homestead.
La Misión Cuba de los antiguos alumnos demostró una vez más su compromiso con el pueblo cubano cuando un reciente huracán afectó la provincia de Pinar del Río. Ellos enviaron, entre otros recursos, rastras con medicinas y alimentos, contando con la colaboración del entonces presidente de la Asociación José María Arellano, de Willy Cueto, hermano del insustituible Nestín; y de José Manuel Bestard, antiguo alumno del colegio de Guantánamo. Julio González Portuondo, miembro de la directiva, gran colaborador del Centro de Homestead, es además participante activo en esfuerzos a favor de la Misión Cuba.
Es lógico que se reconozca la obra lasallista, pero sería difícil poder mencionar a todos los luchadores de esa obra cristiana, sobre todo teniendo en cuenta que solo soy un admirador y amigo del lasallismo. Por otra parte, destacar las labores de religiosos como el hermano Osvaldo Morales Mustelier en Cuba sería extremadamente compleja ya que este siervo de Dios no descansa y es difícil encontrar un aspecto de la obra en el cual no participe en medio de dificultades conocidas.
El hermano Osvaldo, a cargo de labores en Santiago de Cuba, ha logrado no sólo extender la ayuda benéfica y los servicios sociales sino desarrollar programas educativos que permiten a la población enfrentar los nuevos retos que les presenta la vida. Claro está que no es un esfuerzo comparable a lo que era posible realizar hasta 1958 cuando las escuelas de La Salle, la Universidad Social Católica San Juan Bautista de La Salle, la Academia de La Salle y una serie de programas de diversa índole podían servir sin restricciones al pueblo de Cuba.
Por citar a dos nombres ilustres del clero, entre los graduados de La Salle se encontraba otro amigo, Monseñor Eduardo Boza Masvidal. El reconocido vareliano Germán Miret escribió un interesante artículo sobre Monseñor Boza con el título “Un antiguo alumno excepcional”. Otro gran cubano, Monseñor Agustín Aleido Román, repetía siempre con orgullo que se sentía miembro de la gran familia Lasallista como ex-profesor del Colegio La Salle de Marianao.
Deseo resaltar que diciembre de 1989 los antiguos alumnos Miguel Manzanero, Javier Campos y el Presbítero Raúl Pérez Ros visitaron una misión en el poblado de Naranja, en el sur del Condado Miami Dade, llevando ropa y comida. Conozco desde los lejanos días en que era un misionero bautista en esa zona las dificultades que experimentan los obreros migratorios y otros hispanos radicados temporal o permanentemente allí. Ya en octubre de 1990, Osvaldo Rey y José Dorado se comprometieron a trabajar de voluntarios junto a la hermana Soledad Mendoza y así surgieron proyectos como el Centro Educativo San Juan Bautista de La Salle.
La Asociación de Antiguos Alumnos ha logrado penetrar esta comunidad de Miami Dade con sus actividades, entre ellas las frecuentes reuniones en que se promueve el espíritu de cooperación que aprendieron de sus maestros. Las escuelas de ese Instituto han recibido un merecido reconocimiento en muchas partes del mundo así como, entre los cubanos, su prestigiosa Academia Conde de Pozos Dulces, pues han contribuido al desarrollo intelectual y científico. En Cuba, el hermano León, profesor de Historia Natural recibió en la Universidad de La Habana el grado de Doctor Honoris Causa.
Es poco lo que he podido mencionar en este artículo, pendiente de nuevas incursiones por el tema, sincero intento de reconocer a tan distinguidos miembros de la comunidad que no renuncian a su tradición y a su patrimonio cultural y religioso.
El ingeniero Gonzalo Sánchez me escribía diciendo que, entre otros, José Manuel Dorado es el alma y el motor que mueve al Centro de Homestead. Pues bien, los miembros de la Asociación, al no rendirse ante el paso del tiempo y el distanciamiento geográfico, al recordar con tanto orgullo su pasado y al honrar a sus maestros y compañeros de clase, se convierten en alma y motor de buena parte del exilio cubano. Y este incompleto recuento, sin todas las obras y sin todos los nombres, se propone recordarles que, al no rendirse, nos señalan el camino a seguir. Son ejemplo para los ex-alumnos de los colegios religiosos cubanos, católicos o protestantes, obligados a ir pasando gradualmente la antorcha a otros compatriotas, pero conscientes de que se ha hecho una buena labor para la gloria de Dios.
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