MARCOS ANTONIO RAMOS: LA REALIDAD LOGRA IMPONERSE
Diario Las Américas
Publicado el 06-02-2013
[...] y lo más importante, por el momento, es flotar lo mejor posible en las aguas procelosas de la actualidad, sin más magia que el inevitable desarrollo de los acontecimientos.
La realidad logra imponerse
Por Marcos Antonio Ramos
Como sucedía en el pasado con noticias del frente de guerra durante los conflictos mundiales, prevalecen ahora en los diarios europeos y americanos noticias sobre la economía. Mientras la estadounidense parece recuperarse lentamente, y algunas señales son alentadoras, es mucho más difícil interpretar las que se dejan ver en Europa.
La Comisión Europea anunció que permitirá a algunos estados miembros de la UE ir algo más despacio en su cada día más anunciada austeridad y el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, afirma que el tiempo adicional que se le concede a países como Francia, Polonia, España, Portugal, Holanda, Eslovenia, debe ser utilizado con mucha sabiduría.
Pero se mantiene y hasta se intensifica la inquietud por reformas incompletas y calendarios incumplidos. Cautela por un lado y reformas por el otro. Esperemos, quizás hasta con mayor cautela, los resultados.
Se habla, a veces categóricamente, de la peor crisis después de la Segunda Guerra Mundial. No estoy seguro. Pero me imagino que quizás sería en cuestiones económicas, morales, culturales o de inmigración posteriores a la Guerra Fría.
En materia política, con repercusiones económicas que se pueden anticipar fácilmente, existe hasta preocupación por el resultado de las elecciones nacionales en Alemania, país que desempeña el rol principal en decisiones fundamentales. Un cambio de democristianos a socialdemócratas no sería tan dramático como en el pasado, pero no deja de preocupar a grandes sectores que aceptan, con mayor o menor agrado, la influencia germana en aspectos determinados.
Se ha comprendido la imposibilidad de mantener hasta sus últimas consecuencias el estado benefactor, pero abundan las protestas por cortes presupuestarios, despidos y todo tipo de medidas que afectan al ciudadano promedio.
En un período de la historia en el cual la fidelidad a viejas ideologías se transforma en puro pragmatismo, la opinión pública oscila según los vientos que soplen en un momento dado. Se acabaron en Europa los partidos con control asegurado de la política nacional y los héroes providenciales.
El caso de España sería suficiente para demostrarlo. El Partido Popular (PP) ha perdido gran parte del apoyo del electorado después de su impresionante triunfo en las urnas, como también sus antecesores socialistas del PSOE.
Y son otros partidos, como Izquierda Unida (IU) con sus viejos comunistas y el movimiento de doña Rosa Diez, Unión Progreso y Democracia (UP y D) los que han mejorado en las encuestas, acercándose a las viejas cifras del PP y el PSOE, portaestandartes de un bipartidismo que pudiera no prolongarse como algunos esperan.
En España, como es bien conocido, abundan los partidos, algunos de corte regionalista, pero desde un poco después de la época del Generalísimo Francisco Franco los que han gobernado a nivel nacional han sido socialistas y populares.
Y si nos referimos mayormente a realidades que se van imponiendo no sería posible olvidar como se mantienen vigentes ya no sólo los viejos regionalismos sino hasta proyectos soberanistas.
Basta repasar ciertas demandas en Cataluña y Escocia y las pretensiones de las etnias históricas de países como Bélgica y la desaparecida URSS. Ni siquiera el escudo del europeísmo o el desarrollo del globalismo han podido eliminar o reducir tales situaciones, sino más bien todo lo contrario.
Pero no es tiempo de hacer sonar sirenas de alarma. Poco a poco, muchos se van convenciendo de que aquellos grandiosos planes de las izquierdas y las derechas, y también del indefinible centro, es decir, resolver grandes problemas lo antes posible se irán reemplazando por el enfrentamiento con las realidades, lo cual implica aceptar que no todo saldrá bien, que no se pueden evitar por decreto huelgas y manifestaciones, mucho menos resolver problemas de inmigración y cuestiones presupuestarias con apelaciones dramáticas. Si se adopta una medida de austeridad habrá reacciones. Si no se llevan a cabo surgirán otros problemas.
Mientras tanto, algunos viven para esperar las elecciones, como en el caso norteamericano. La preocupación mayor es lograr o mantener el control de la Cámara de Representantes. Para muchos, el triunfo del actual presidente, o su fracaso, es la prioridad que produce resultados “milagrosos”.
Y en Europa algunos hasta se han creído que “el milagro alemán” del muy católico Adenauer y el muy luterano Erhardt se extenderá a todo el continente en forma casi sobrenatural.
Pero no sólo es cierto que la política es simplemente el arte de lo posible, sino que las realidades terminan por imponerse y lo más importante, por el momento, es flotar lo mejor posible en las aguas procelosas de la actualidad, sin más magia que el inevitable desarrollo de los acontecimientos.
La Comisión Europea anunció que permitirá a algunos estados miembros de la UE ir algo más despacio en su cada día más anunciada austeridad y el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, afirma que el tiempo adicional que se le concede a países como Francia, Polonia, España, Portugal, Holanda, Eslovenia, debe ser utilizado con mucha sabiduría.
Pero se mantiene y hasta se intensifica la inquietud por reformas incompletas y calendarios incumplidos. Cautela por un lado y reformas por el otro. Esperemos, quizás hasta con mayor cautela, los resultados.
Se habla, a veces categóricamente, de la peor crisis después de la Segunda Guerra Mundial. No estoy seguro. Pero me imagino que quizás sería en cuestiones económicas, morales, culturales o de inmigración posteriores a la Guerra Fría.
En materia política, con repercusiones económicas que se pueden anticipar fácilmente, existe hasta preocupación por el resultado de las elecciones nacionales en Alemania, país que desempeña el rol principal en decisiones fundamentales. Un cambio de democristianos a socialdemócratas no sería tan dramático como en el pasado, pero no deja de preocupar a grandes sectores que aceptan, con mayor o menor agrado, la influencia germana en aspectos determinados.
Se ha comprendido la imposibilidad de mantener hasta sus últimas consecuencias el estado benefactor, pero abundan las protestas por cortes presupuestarios, despidos y todo tipo de medidas que afectan al ciudadano promedio.
En un período de la historia en el cual la fidelidad a viejas ideologías se transforma en puro pragmatismo, la opinión pública oscila según los vientos que soplen en un momento dado. Se acabaron en Europa los partidos con control asegurado de la política nacional y los héroes providenciales.
El caso de España sería suficiente para demostrarlo. El Partido Popular (PP) ha perdido gran parte del apoyo del electorado después de su impresionante triunfo en las urnas, como también sus antecesores socialistas del PSOE.
Y son otros partidos, como Izquierda Unida (IU) con sus viejos comunistas y el movimiento de doña Rosa Diez, Unión Progreso y Democracia (UP y D) los que han mejorado en las encuestas, acercándose a las viejas cifras del PP y el PSOE, portaestandartes de un bipartidismo que pudiera no prolongarse como algunos esperan.
En España, como es bien conocido, abundan los partidos, algunos de corte regionalista, pero desde un poco después de la época del Generalísimo Francisco Franco los que han gobernado a nivel nacional han sido socialistas y populares.
Y si nos referimos mayormente a realidades que se van imponiendo no sería posible olvidar como se mantienen vigentes ya no sólo los viejos regionalismos sino hasta proyectos soberanistas.
Basta repasar ciertas demandas en Cataluña y Escocia y las pretensiones de las etnias históricas de países como Bélgica y la desaparecida URSS. Ni siquiera el escudo del europeísmo o el desarrollo del globalismo han podido eliminar o reducir tales situaciones, sino más bien todo lo contrario.
Pero no es tiempo de hacer sonar sirenas de alarma. Poco a poco, muchos se van convenciendo de que aquellos grandiosos planes de las izquierdas y las derechas, y también del indefinible centro, es decir, resolver grandes problemas lo antes posible se irán reemplazando por el enfrentamiento con las realidades, lo cual implica aceptar que no todo saldrá bien, que no se pueden evitar por decreto huelgas y manifestaciones, mucho menos resolver problemas de inmigración y cuestiones presupuestarias con apelaciones dramáticas. Si se adopta una medida de austeridad habrá reacciones. Si no se llevan a cabo surgirán otros problemas.
Mientras tanto, algunos viven para esperar las elecciones, como en el caso norteamericano. La preocupación mayor es lograr o mantener el control de la Cámara de Representantes. Para muchos, el triunfo del actual presidente, o su fracaso, es la prioridad que produce resultados “milagrosos”.
Y en Europa algunos hasta se han creído que “el milagro alemán” del muy católico Adenauer y el muy luterano Erhardt se extenderá a todo el continente en forma casi sobrenatural.
Pero no sólo es cierto que la política es simplemente el arte de lo posible, sino que las realidades terminan por imponerse y lo más importante, por el momento, es flotar lo mejor posible en las aguas procelosas de la actualidad, sin más magia que el inevitable desarrollo de los acontecimientos.
Comentarios
Publicar un comentario