FRANCISCO XAVIER AGUIRRE-SACASA: Candidatura color de hormiga
Diario Las Americas
Publicado el 10-02-2012
Publicado el 10-02-2012
Candidatura
color de hormiga
Por Francisco Xavier Aguirre-Sacasa*
En vísperas del primero de tres debates presidenciales y
a aproximadamente 35 días de las elecciones generales de Estados Unidos, la
candidatura para la presidencia de Mitt Romney peligra. En el argot nicaragüense está color de hormiga.
Esto a pesar de que la situación económica norteamericana sigue débil y que
recientes encuestas demuestran que el pueblo estadounidense está inconforme con
la dirección en que anda su país.
Varios factores explican esto. Primero, el presidente Obama se ha beneficiado de cuatro acciones en las últimas dos semanas que han contribuido a la percepción de que la economía —aunque todavía frágil— está mejorando. Estas incluyen un reciente informe del gobierno que indica que el desempleo ha bajado al ocho por ciento a pesar de que el número de trabajadores ingresando a las filas de los cesantes sigue fuerte. Por otro lado, el presidente del Banco Central estadounidense anunció un tercer programa de estímulo monetario que inyectará miles de millones de dólares mensualmente a la economía y que mantendrá bajas las tasas de interés. Esto, a su vez, hace menos atractivo para los ahorrantes manejar su dinero en certificados de depósitos, que rinden menos del uno por ciento anualmente, y los insta a invertir una mayor parte de su liquidez en la bolsa de valores, que ha repuntado fuertemente en los últimos meses. Finalmente, y de una manera misteriosa, el precio del petróleo ha bajado de casi US$$ 100 el barril a US$$ 92.
Este rosario de “buenas nuevas” ha dado lugar a especulación de que el presidente Obama ha hábilmente utilizado su poder para influenciar a estos cambios positivos, aunque la Casa Blanca insiste en que son ajustes que responden a factores técnicos y al mercado.
Otro factor que ha favorecido al señor Obama ha sido el espaldarazo que le ha dado el expresidente Bill Clinton, quien goza de una tremenda simpatía por su carisma y por lo bien que anduvo la economía estadounidense durante su presidencia. Hablando en términos sencillos que el pueblo entiende, su mensaje es que Obama merece un segundo período para completar de corregir a la economía. Y este mensaje está calando.
Además de estos factores, quizás el mayor aliado del presidente Obama ha sido el propio señor Romney. En diferentes temas —desde inmigración y relaciones internacionales hasta el manejo de la economía— Romney ha lucido ser una opción poca atractiva para el pueblo norteamericano, al menos hasta la fecha. Su comentario —hecho en privado pero posteriormente filtrado— de que el 47 por ciento de los estadounidenses son dependientes del estado e implícitamente contentos con su status ha tenido un efecto boomerang y ha fortalecido la percepción de que Romney es un multimillonario que no tiene sensibilidad social ni empatía para los desposeídos y la clase media. Además, este y otros errores —y su falta de afabilidad— han mantenido a Romney a la defensiva y no le han permitido explotar el mal estado de la economía norteamericana. Tan es así que según las encuestas, Obama puntea más alto que Romney en prácticamente todos los temas relevantes —incluyendo en su capacidad de conducir la economía—.
Todo esto se ha reflejado en las encuestas serias que se han hecho en septiembre. Aunque algunas señalan que a nivel nacional la contienda podría ser reñida, Obama está consistentemente por encima de Romney y la brecha entre los dos se está ampliando. Más preocupante para los republicanos es que Obama está logrando márgenes de victoria cada vez más significativos en Estados, campos de batalla. En tres de ellos que son cruciales —la Florida, Ohio, y Virginia— todo apunta hacia una victoria decisiva para Obama. Tan solo estos tres estados cuentan con 60 votos electorales o 22 por ciento de los que se necesitan para ganar las elecciones. Y es interesante —y ominoso para Romney— que ningún republicano ha ganado la Casa Blanca sin ganar Ohio, Estado en que Obama le lleva casi 10 puntos porcentuales de ventaja a Romney, según algunas encuestas.
Hay señales de que los republicanos están resignados a la derrota de Romney. Están invirtiendo cada vez más recursos en mantener su mayoría en la Cámara de Representantes y en tomar control del Senado. Palpé este cambio de enfoque en el Estado de Virginia, en donde tengo una finquita en un condado rural que siempre votan republicanos. Cuando lo visité hace tres semanas, abundaban pancartas instando a los vecinos a votar por Romney, Allen (candidato al Senado) y Cantor (jefe de la Bancada Republicana en la Cámara Baja). Hace un par de días, volví a Virginia pero esta vez noté que las pancartas de Romney habían desaparecido. Mi conclusión: que los otros dos las mandaron a quitar para distanciarse de Romney y no ser perjudicados por su falta de aceptación.
¿Ya perdió Romney? Sería temerario afirmar eso. Las elecciones no son hasta el 6 de noviembre y cuatro semanas son una eternidad en política. Si son bien aprovechadas por el señor Romney, podría revivir su candidatura. Por ejemplo, Romney tendrá tres debates con el señor Obama. El primero será el 3 de octubre. Un buen desempeño en estos le brindaría su mejor oportunidad para rescatar su campaña. Pero Romney tiene una lucha cuesta arriba. The Wall Street Journal, el diario conservador más influyente para los norteamericanos, comentando los infelices comentarios de Romney sobre los pobres, notó en un editorial que un hombre tan inteligente como él jamás los hubiera hecho. Y añadió que si no puede manejar mejor el tema socioeconómico, “perderá las elecciones, y merecerá perderlas”. Este veredicto se aplica, a mi parecer, también a su pobre manejo, hasta la fecha, de su campaña.
*El autor fue embajador de Nicaragua en Estados Unidos.
Varios factores explican esto. Primero, el presidente Obama se ha beneficiado de cuatro acciones en las últimas dos semanas que han contribuido a la percepción de que la economía —aunque todavía frágil— está mejorando. Estas incluyen un reciente informe del gobierno que indica que el desempleo ha bajado al ocho por ciento a pesar de que el número de trabajadores ingresando a las filas de los cesantes sigue fuerte. Por otro lado, el presidente del Banco Central estadounidense anunció un tercer programa de estímulo monetario que inyectará miles de millones de dólares mensualmente a la economía y que mantendrá bajas las tasas de interés. Esto, a su vez, hace menos atractivo para los ahorrantes manejar su dinero en certificados de depósitos, que rinden menos del uno por ciento anualmente, y los insta a invertir una mayor parte de su liquidez en la bolsa de valores, que ha repuntado fuertemente en los últimos meses. Finalmente, y de una manera misteriosa, el precio del petróleo ha bajado de casi US$$ 100 el barril a US$$ 92.
Este rosario de “buenas nuevas” ha dado lugar a especulación de que el presidente Obama ha hábilmente utilizado su poder para influenciar a estos cambios positivos, aunque la Casa Blanca insiste en que son ajustes que responden a factores técnicos y al mercado.
Otro factor que ha favorecido al señor Obama ha sido el espaldarazo que le ha dado el expresidente Bill Clinton, quien goza de una tremenda simpatía por su carisma y por lo bien que anduvo la economía estadounidense durante su presidencia. Hablando en términos sencillos que el pueblo entiende, su mensaje es que Obama merece un segundo período para completar de corregir a la economía. Y este mensaje está calando.
Además de estos factores, quizás el mayor aliado del presidente Obama ha sido el propio señor Romney. En diferentes temas —desde inmigración y relaciones internacionales hasta el manejo de la economía— Romney ha lucido ser una opción poca atractiva para el pueblo norteamericano, al menos hasta la fecha. Su comentario —hecho en privado pero posteriormente filtrado— de que el 47 por ciento de los estadounidenses son dependientes del estado e implícitamente contentos con su status ha tenido un efecto boomerang y ha fortalecido la percepción de que Romney es un multimillonario que no tiene sensibilidad social ni empatía para los desposeídos y la clase media. Además, este y otros errores —y su falta de afabilidad— han mantenido a Romney a la defensiva y no le han permitido explotar el mal estado de la economía norteamericana. Tan es así que según las encuestas, Obama puntea más alto que Romney en prácticamente todos los temas relevantes —incluyendo en su capacidad de conducir la economía—.
Todo esto se ha reflejado en las encuestas serias que se han hecho en septiembre. Aunque algunas señalan que a nivel nacional la contienda podría ser reñida, Obama está consistentemente por encima de Romney y la brecha entre los dos se está ampliando. Más preocupante para los republicanos es que Obama está logrando márgenes de victoria cada vez más significativos en Estados, campos de batalla. En tres de ellos que son cruciales —la Florida, Ohio, y Virginia— todo apunta hacia una victoria decisiva para Obama. Tan solo estos tres estados cuentan con 60 votos electorales o 22 por ciento de los que se necesitan para ganar las elecciones. Y es interesante —y ominoso para Romney— que ningún republicano ha ganado la Casa Blanca sin ganar Ohio, Estado en que Obama le lleva casi 10 puntos porcentuales de ventaja a Romney, según algunas encuestas.
Hay señales de que los republicanos están resignados a la derrota de Romney. Están invirtiendo cada vez más recursos en mantener su mayoría en la Cámara de Representantes y en tomar control del Senado. Palpé este cambio de enfoque en el Estado de Virginia, en donde tengo una finquita en un condado rural que siempre votan republicanos. Cuando lo visité hace tres semanas, abundaban pancartas instando a los vecinos a votar por Romney, Allen (candidato al Senado) y Cantor (jefe de la Bancada Republicana en la Cámara Baja). Hace un par de días, volví a Virginia pero esta vez noté que las pancartas de Romney habían desaparecido. Mi conclusión: que los otros dos las mandaron a quitar para distanciarse de Romney y no ser perjudicados por su falta de aceptación.
¿Ya perdió Romney? Sería temerario afirmar eso. Las elecciones no son hasta el 6 de noviembre y cuatro semanas son una eternidad en política. Si son bien aprovechadas por el señor Romney, podría revivir su candidatura. Por ejemplo, Romney tendrá tres debates con el señor Obama. El primero será el 3 de octubre. Un buen desempeño en estos le brindaría su mejor oportunidad para rescatar su campaña. Pero Romney tiene una lucha cuesta arriba. The Wall Street Journal, el diario conservador más influyente para los norteamericanos, comentando los infelices comentarios de Romney sobre los pobres, notó en un editorial que un hombre tan inteligente como él jamás los hubiera hecho. Y añadió que si no puede manejar mejor el tema socioeconómico, “perderá las elecciones, y merecerá perderlas”. Este veredicto se aplica, a mi parecer, también a su pobre manejo, hasta la fecha, de su campaña.
*El autor fue embajador de Nicaragua en Estados Unidos.
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