PUNTOS DE VISTA: ¿Es posible evitar masacres sin sentido?
¿Es posible evitar masacres sin sentido?
Uva de Aragón
Diario Las AmericasPublicado el 07-25-2012
No deseo repetir los detalles de la masacre en Aurora, Colorado. ¿Es posible que alguien no los conozca cuando la televisión y el internet nos ofrecen segundo a segundo cada nuevo detalle? En realidad, parece una película que hemos visto ya muchas veces. La descripción de los momentos de confusión y miedo cuando un hombre – siempre es un hombre–abre fuego indiscriminadamente a un grupo de personas inocentes; los testimonios de los sobrevivientes; las biografías de las víctimas; la investigación policíaca; las opiniones contradictorias sobre el supuesto asesino, para algunos una persona tranquila, para otro alguien un poco raro; la discusión sobre el control de armas; las estadísticas alarmantes; los sitios donde espontáneamente llevan regalos amigos y desconocidos en memoria de los ya idos; las vigilias con velas al anochecer…
Vigilia por la victimas de la masacre en Colorado |
Verónica Moser-Sullivan, de 6 años, la vìctima más joven de la tragedia |
Pero no es cierto, como escribiera Manrique, que todo tiempo pasado haya sido mejor. Desde que los enciclopedistas inspiraron a los franceses y americanos a crear sociedades igualitarias, la mayor revolución del mundo occidental ha sido la tecnológica. Nos ha traído infinidad de beneficios. Ha hecho el mundo menos ancho y ajeno, y hasta ha tenido funciones políticas positivas, como en la primavera árabe.
Algunos se quejan de que el uso de los ordenadores y teléfonos móviles ha tenido también como consecuencia que disminuyan los contactos humanos. En los centros de trabajo apenas hay ya reuniones. Hasta la alegría de oír una voz amiga por teléfono se hace cada vez más infrecuente. No falta quien piense que la rapidez con que se trasmite una cantidad de información impresionante nos ha llevado a perder la capacidad de reflexionar. Y este nuevo ritmo apresurado ha contaminado de violencia hasta las películas para niños.
Para algunos la solución es limitar las horas de sus hijos ante el televisor. Otros apuestan por poner un mayor énfasis en la prevención de las enfermedades mentales. Se afirma que se necesita un cambio de valores en la sociedad. En el debate siempre recurrente tras estas tragedias, se insiste que no es posible proteger a la sociedad sin limitar las libertades individuales, un precio demasiado alto. Se afirma que las acciones de un joven enloquecido que comenzó a disparar en el estreno del filme sobre Batman no puede robarnos el placer de ir al cine. La vida debe seguir como si nada hubiera pasado o ganarían la batalla los dementes.
Todo lo anterior puede que sea en parte cierto pero no ponen el dedo en la llaga, más bien evaden enfrentarse al verdadero problema: la necesidad urgente de una reforma en las leyes de control de armas. Cuando los padres fundadores garantizaron en la constitución el derecho de los ciudadanos de portar armas, se trataba de una sociedad rural, dramáticamente distinta a la actual. No encuentro razón alguna que justifique que hoy en día una persona pueda comprar legalmente y con toda facilidad un número ilimitado de armas, especialmente automáticas, muchas fabricadas para ser utilizadas en combate.
Puede entenderse que con los debidos permisos se tenga un rifle para cazar o una pistola para defensa personal. Pero más nada. El supuesto asesino de Aurora había adquirido todo un arsenal en los últimos meses sin violar la ley ni levantar sospechas. Mientras esto sea posible se repetirán tragedias como la que acaba de suceder.
No recurro a muchas estadísticas. Solo una. Desde el asesinato del Presidente John F. Kennedy han muerto un millón de personas en Estados Unidos, víctimas de alguna bala.
El National Rifle Association es rica y poderosa. Pero los políticos y ciudadanos sensatos no deben cruzarse de brazos y esperar la próxima masacre. Hay que sacar de circulación las armas automáticas y eliminar la facilidad con que se compra por el Internet cantidades exorbitantes de municiones. Hasta ahora el tema ni siquiera se había mencionado en la campaña electoral. Es el momento propicio para que cobre la relevancia que merece. Nunca mejor puede decirse que es cuestión de vida o muerte.
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