CONFERENCIA DICTADA POR EL PADRE JOSE CONRADO RODRIGUEZ EL PASADO SABADO 10 DE MARZO


Las Semanas Sociales en Cuba

P. José Conrado Rodríguez

Quiero agradecer al comité organizador el honor de invitarme a compartir con Uds. esta II Semana Social Católica de Miami. Es un honor para mí, también una responsabilidad. Debo presentarles la labor realizada por los católicos cubanos que residimos en la Isla en este campo de nuestro quehacer pastoral. Y yo mismo me he sorprendido al repasar el cúmulo de trabajos llevados adelante en circunstancias, en tantos sentidos, difíciles.

Hay dos momentos claramente definidos de las semanas sociales en Cuba. La etapa que llamaré republicana, desde la primera, realizada en Sagua la Grande, por inspiración de un destacado laico de feliz memoria en nuestra Iglesia, el Doctor Valentín Arenas, que también fuera el fundador de la “Acción Católica Cubana”. Esta primera Semana Social estuvo centrada en el tema de la familia. La Segunda Semana, Madruga 1942, toco el tema “El Cristiano en la Sociedad”. En el año de 1951, la tercera de estas Semanas celebrada en la Habana, estudió la situación del campesinado cubano, y la necesidad de llevar adelante un Proyecto de Reforma Agraria para resolver los serios problemas agrícolas del país.   

Cuarenta años después, nuestra Iglesia retomó la celebración de estos eventos de estudios sociales, en 1991, para celebrar el Centenario de la Rerum Novarum, la Primera de las grandes encíclicas sociales, del Papa León XIII. De esta manera, se inauguró la segunda etapa de las Semanas Sociales Católicas en Cuba. En 1986 habíamos celebrado el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), que culminó cinco años de reflexión eclesial, proceso de profundo calado teológico-pastoral, que también analizó nuestra realidad social, política y cultural: una relectura de nuestra vida y nuestra historia como pueblo y como Iglesia, a la luz del Evangelio. Las Semanas Sociales, como otras tantas cosas en nuestra Iglesia, se pueden contar entre los frutos de ese fecundo proceso.

A partir de esa “Primera Jornada Social” (que así se le llamó), después devenida en “Primera Semana Social Católica” (1991), celebrada en Peñalver (Casa de retiros y convivencias de las Hermanas Salesianas, en la zona de Guanabacoa), las siguientes Semanas, fueron: La Habana (II Semana), en Noviembre de 1994, organizada como la primera, por el Centro de Formación Cívico-religiosa de la Diócesis de Pinar del Río. A partir de esta II Semana, en que se constituyó oficialmente la Comisión Episcopal de Justicia y Paz, bajo la presidencia de Mons. Pedro Meurice, la Comisión Episcopal Nacional se encargaría de las Semanas Sociales posteriores, asumiendo cada evento la comisión diocesana de Justicia y Paz de la diócesis en que se realiza. (IIISemana), El Cobre, (junio, 1994) asumida por Santiago de Cuba. La IV Semana, Matanzas (junio, 1999). La V Semana, Cienfuegos, Octubre del 2001, (a partir de ésta cambia la numeración, pues se reconocieron las tres primeras Semanas de la etapa republicana: ahora será la VIII Semana. En Camagüey (2004, Noviembre) se realizaría la IX Semana. Y Finalmente, en la Habana, junio del 2010, La X Semana Social Católica.

El mensaje de las semanas Sociales


V Semana, La Habana, 1994

La quinta Semana se inició, en medio de la alegría por el reciente nombramiento cardenalicio del Arzobispo habanero Mons. Jaime Ortega, con la Conferencia Magistral del enviado papal al Evento, el Cardenal Roger Etchegaray, Presidente de la Comisión Pontificia Justicia y Paz, que dejando a un lado la conferencia traída desde Roma, improvisó una síntesis que unía profundidad y claridad, bajo el nombre de “misión y compromiso social del laico cubano”. Evocando sus dos viajes anteriores, manifestó su sorpresa por los pasos que la Iglesia en Cuba estaba dando en el compromiso social. El laico, unido por vocación a la triple misión de Cristo, sacerdotal, profética y real, no puede “quedarse parqueado en la sacristía”: frente al colectivismo y al liberalismo que quiere quitar toda dimensión social, económica y política a la fe, el laico debe comprometer su libertad en favor del bien común. Y debe hacerlo con estas tres características: a) El estilo de servicio, desde la pobreza y la humildad. b) La responsabilidad, tomando su vida en propias manos, en el riesgo de la libertad, imaginando diversos tipos de sociedad, abierta y pluralista. c) El estilo del diálogo, asumiendo sus dificultados y riesgos con valor.

La ponencia de Mons. Carlos Manuel de Céspedes, fue una extensa meditación desde nuestra realidad y nuestra historia que respondía al título de “Promoción humana, realidad cubana y perspectivas”. Partiendo del principio enunciado por la “Redemptor hominis” el hombre “es el camino primero y fundamental de la Iglesia, camino trazado por Cristo mismo, vía que inmutablemente conduce a través del misterio de la Encarnación y de la Redención”. Bajo el título “tarea y aventura” dibuja “el cuadro difícil de la realidad cubana”, incursionando en la historia, la literatura, la pintura y el cine, para concluir que más que la obra, es el diálogo con sus creadores, donde se descubre esa “Cuba secreta” de que hablaba Dulce María Loynaz, en que se analizan hechos y hasta futuribles en los avatares de nuestra transcurrir nacional: la herencia cultural y étnica española, la herencia africana, la mezcla, racial cultural y religiosa y su manifestación en los proyectos político-cultural-pastoral, que en la república no culminó en un diálogo serio y respetuoso de las respectivas autonomías.

Una referencia especial se hace, al caminar histórico de nuestra patria durante la etapa republicana, con sus momentos descollantes: la Constituyente de 1901, que nos dotó de una República, aun si existía la “Enmienda Platt”, y la del 40, y su Constitución la mejor de nuestra historia, hasta llegar al triunfo revolucionario del 59, cuyo rumbo posterior (“rumbo enajenado y enajenante, del que ahora cuesta salir”) culminó con el viraje socialista, marxista y leninista.

Bajo el acápite “la más incierta aventura: proyecto”,  se nos recuerda que cualquier proyecto de Iglesia, aun en promoción humana tiene que incluir el anuncio del Evangelio como plena realización de todo el hombre y para todos los hombres y debe ser abierto y pluralista, sin reducirse a lo económico debe ser eficaz en ese campo, y debe ser participativo: no solo para la gente sino con la gente. El diálogo entre nosotros y con el resto del mundo le es esencial. Un signo de fe y esperanza es constatar que ¨nuestra calamitosa situación actual es un útero para esa criatura nueva que soñamos… la Cuba secreta”, independiente e interdependiente. Sólo puede ser flor y fruto del diálogo, de una cultura del diálogo, que supone un clima de libertad y respeto mutuo, que integre dos factores importantes: a la familia y al exilio.

El otro tema clave de esta Segunda Semana giró en torno a la reconstrucción de la Sociedad Civil: “Reconstruir la Sociedad Civil: un proyecto para Cuba”. Este tema desarrollado por el Ing. Dagoberto Valdés, que parte de la constatación de un hecho: el deterioro del tejido social como consecuencia del intervencionismo del Partido y del Estado, bloqueando la iniciativa y creatividad de las personas y grupos. La ponencia analiza desde los esquemas clásicos de Platón y Aristóteles, pasando por Hobbes, Locke, Montesquieu y Rousseau, Tocqueville y Marx, para descubrir la evolución del pensamiento occidental sobre el tema de la sociedad civil. En Cuba, se ha impuesto un estado orientado a lograr una “unidad monolítica”, en el pensar y el actuar, del pueblo, alrededor del partido comunista, subsumiendo a la Sociedad civil y a los individuos y grupos que la componen.

Desde la Doctrina Social de la Iglesia, se reconoce esta dimensión social, que vincula a personas, grupos y asociaciones, con el bien común de todos, destacando de manera especial la comunidad política. Esta está para ayudar a aquellos sin destruirlos ni absorberlos. La grave situación en los regimenes totalitarios es la omnipotencia del Estado y el Partido único que no respetan la autonomía de las personas y las organizaciones intermedias. Esta situación sólo puede ser superada mediante el cambio de los corazones y las estructuras (OA, 45), que lleve a un nuevo modelo de sociedad. En este empeño la Iglesia y en particular los laicos tienen un papel especial: desde la propia vocación profética, sacerdotal y real.

Entre los impedimentos para una sociedad civil sana, se analizan varios factores: a) la existencia de un autentico ámbito de libertad, sin miedos ni controles asfixiantes b) la alienación que supone reducir la mirada a “la cercanía de un pan sin libertad de gestionarlo, ni posibilidad de producirlo”. c) la hegemonía excluyente y totalitaria de un partido único, que convierte al hombre y al pueblo en mero objeto que obedece consignas y mandatos. d) La burocracia, que esteriliza toda iniciativa y creatividad de la Sociedad Civil. e) Un Estado totalitario que no reconoce la diversidad y pluralidad de la vida, al absorber en si mismo, nación, sociedad, familia comunidades religiosas y la misma persona humana, sin respetar los ámbitos propios en que éstas realidades gozan de autonomía y soberanía. f) La ausencia del derecho a la autonomía económica, que engendra pasividad, dependencia y sumisión. g) el exilio, manifestado en éxodo masivo, por falta de libertad política y oportunidades económicas. h) Frente al cambio necesario, la posibilidad del vacío de poder y la posible violencia y el vacío de sociedad civil que impide la posibilidad misma del cambio.

Para lograr el cambio necesario, es necesario priorizar tres objetivos: a) Reconocer los derechos de la conciencia: libertades civiles y políticas, desde la fe religiosa, hasta el acceso a al información veraz y a la comunicación libre. b) Reconocer el derecho de asociación libre, con reconocimiento legal y espacio real, que permitan pensamiento propio y posibilidad de actuación. c) Reconocer el derecho a la propiedad privada, personal y asociada. Pero además se requiere de una dinámica que conjugue otros elementos como: La promoción de la justicia y la paz, mediante la lucha pacífica, mediante el diálogo, la negociación, el testimonio de la verdad y la resistencia frente al poder de la fuerza. El respeto al principio de subsidiaridad, que defienda los legítimos espacios de libertad de la persona, la familia y las instituciones intermedias, y esferas diferentes (económica, socio-cultural, laboral, etc.) frente al totalitarismo estatal y al burocratismo paralizante, para dar paso a la verdadera solidaridad interpersonal y social.

Esto no se puede lograr sin resolver el problema económico, mediante la participación e iniciativas de la gente para responder a sus necesidades reales. Pero el objetivo último garante de todo lo demás es acceder a un Estado de Derecho, , que supone la división de poderes –legislativo, ejecutivo y judicial- que se equilibren entre sí y se mantengan dentro de justos límites, sea soberana la ley y no la voluntad arbitrarias de los hombres.

Ahora bien, la única alternativa civilizada para lograr estos objetivos es el diálogo, con todos y para el bien de todos, respetuoso del otro y de sus ideas y proyectos, dispuestos a edificar desde la sinceridad y la fidelidad a la verdad la casa que es de todos.

Dos temas completaron la temática de la Segunda Semana: problemática actual de la familia cubana, presentado por el Movimiento Familiar Cristiano de la arquidiócesis de la Habana, recogiendo un trabajo de campo con diferentes grupos comunitarios y parroquiales de la capital. El estudio refleja el estado de crisis de la familia, aquejada por el divorcio, la infidelidad, uniones libres, permisivismo en niños y jóvenes, abandono de los ancianos, deficiencias educacionales, etc. Se analizan las causas de esta situación se propusieron objetivos a lograr en este campo, a partir de las aspiraciones y anhelos de estas familias que participaron en el proyecto, con la identificación de objetivos a alcanzar y los medios para lograrlos.

El otro tema que se tocó fue el económico: “Economía cubana y su impacto en la cultura”, del economista Alberto Fabra. Partiendo del efecto que sobre la economía cubana tuvo el colapso del campo socialista, se analiza también los efectos del embargo-bloqueo de Estados Unidos. A estos se les añade el análisis de los factores internos de una economía que ya estaba en crisis por la falta de factores y criterios económicos brillaban por su ausencia o se manipulaban en virtud de objetivos políticos. El resultado de todo esto es una situación de crisis con graves impactos en la macroeconomía, en la vida del pueblo y a nivel social.   
   

VI Semana Social del Cobre, mayo de 1997


Esta Semana, celebrada en mayo del 97, muy cercana la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, se enfoco sobre el tema de los derechos humanos, libertad y compromiso moral. Los temas a tratar fueron configurando el universo temático desde diversas perspectivas. “La libertad religiosa como fundamento de los Derechos de la Persona Humana”, conferencia de Mons. Diarmuld Martin, Secretario de la Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano. Hay que articular nuevas propuestas culturales que colmen el vacío de ética social en nuestras sociedades, para dar un auténtico sentido a la vida personal, social y política, desde la persona humana y su dignidad. Este debe ser el objetivo del diálogo entre la Iglesia y el mundo de hoy. El respeto a la libertad religiosa permitirá el aporte de los creyentes desde su fe, a temas como la reconciliación, el diálogo, la lucha contra la injusticia y la promoción de la libertad y la paz.

Este derecho tiene dimensiones y aspectos individuales y comunitarios, privados y públicos: desde la adhesión, o no, a la fe y a la comunidad en que se ejerza, y la participación en la oración y el culto, en lugares apropiados; libertad de los padres en educar en la fe, y de escoger la educación de la prole acorde a sus principios; asistencia religiosa en hospitales, residencias sanitarias públicas, cuarteles y cárceles. Libertad de no ser discriminados en el plano personal, cívico o social, ni a realizar actos contrarios a la propia fe, o a sufrir limitaciones de ningún tipo por ella. En el plano comunitario: derecho a organizarse según sus principios y fines propios. Libertad para elegir su Jerarquía y de organizar reuniones y asociaciones sin interferencias de otros poderes. Con sus propios centros de formación, y con libertad para anunciar y comunicar la propia fe, incluso por los “mass media”, etc.

Al P. Antonio Rodríguez toco analizar la relación entre Los Derechos del hombre y la promoción humana. La fundamentación bíblica de los mismos está en la Sagrada Escritura, y se podría resumir en el principio evangélico: “el sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado”, que manifiesta el valor supremo de la persona humana.  Partiendo de Grecia y Roma se descubre la progresiva toma de conciencia sobre los DDHH, pasando por la Edad Media y la doctrina ético-jurídica del derecho de gentes, ya articulada por la Escuela de Salamanca en el siglo XVI, hasta las declaraciones de derechos de Virginia (1776) y la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” emanada de la Asamblea Constituyente de Francia en 1793, que culminan con la Declaración Universal aprobada en la Asamblea General de la ONU en 1948, cuya redacción final tuvo como artífices a dos laicos católicos franceses: Rene Cassin y Jacques Maritain. Inherentes a la persona, los DDHH anteceden a la aprobación o no del Estado. Son inherentes a la persona humana, por el hecho de ser un ser humano. Ninguna autoridad humana los otorga, pero para ser efectivos requieren reconocimiento político y protección jurídica.  

No todos los DDHH aparecen en la carta universal, esta es un mínimo a partir del cual el hombre puede conocer y defender su dignidad, logrando su propia promoción hacia niveles más altos de realización que incluyen especialmente la dimensión espiritual y moral.

Dos intervenciones concretaron ese mas allá de los derechos humanos que incluye la lucha por la paz y la justicia. El P. Rene David en su ponencia “Reconciliación y Paz” expuso el fundamento bíblico-teológico de la misión reconciliadora de la iglesia y del cristiano. La reconciliación es una iniciativa divina, “Dios envió su Hijo al mundo para salvarlo”: “Y todo proviene de Dios, que nos reconcilio consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la Reconciliación” (2 Cor.) Hay que reconciliarse, en primer lugar con Dios, luego consigo mismo, con los hermanos y con la creación. El fruto de la reconciliación es la paz, personal y social. Condiciones que se requieren: en primer lugar, y por su misma vocación, a) el cristiano debe tomar la iniciativa. b) La metanoia, o conversión, de la mente y el corazón y remover los prejuicios, falsos criterios culturales, raciales, políticos, que nos impiden derribar los muros que nos separan de los demás. c) El perdón, que nos vuelve misericordiosos como el Padre. d) El amor, que nos desarma a nosotros y a nuestro adversario y abre posibilidades insospechadas. La sinceridad, que salvaguarda la confianza y hace posible el dialogo en la verdad. e) La tolerancia, que respeta la libertad del otro y acepta la diferencia.

Aplicación a nuestra realidad cultural e histórica nacional del tema anterior fue la ponencia del profesor de filosofía de la Universidad de Oriente, Omar Guzmán, “Ideología de la Unidad Martiana: una propuesta de Reconciliación y Paz”. Para Martí el tema de la unidad era vital, sin ella era imposible lograr la libertad de los cubanos. “Para la unidad es preciso que el odio le abra paso al amor, y que las ofensas sean sustituidas por el perdón. Por el bien de la patria cubana… es preciso que el amor y el perdón inunden nuestras almas para que la reconciliación y la paz sanen las heridas pasadas”, afirmo el profesor Guzmán    

Con el título “Libertad y Responsabilidad en Cuba”,  el Ing. Dagoberto Valdés se propuso analizar el ejercicio de la libertad y responsabilidad en Cuba desde nuestra  histórica para buscar respuestas conceptuales y prácticas para aumentar los grados de libertad y responsabilidad desde nuestro contexto que nos permitan articular proyectos de participación y reconstrucción de la sociedad civil, con el proyecto de educación para la libertad y la responsabilidad, desde la Doctrina Social. Después de analizar el proceso   
histórico cubano hasta 1959, comienza la etapa que va “del proceso de liberación a la alienación de la libertad”: con abrumador apoyo popular el proceso revolucionario llega al poder prometiendo unir libertad y responsabilidad con el objetivo de lograr la promoción humana de todos por medio de una mayor justicia social. Pero el giro mediante el cual se convirtió este proceso en una marxista dictadura del proletariado traería dolorosas consecuencias: a) masificación despersonalizante como consecuencia de la alienación de la libertad, b) Perdida de la responsabilidad personal en aras de un Estado autoritario y paternalista c) renuncia a una libertad, que compromete y complica d) el miedo a la soledad moral, por ir contra corriente, pensando con cabeza propia y tomando el riesgo de ser diferente. Todo ello nos lleva a e) vivir en la mentira, sustituyendo la realidad con un sistema de signos ritualizados mediante los cuales me acomodo pasivamente al medio amenazante, alimentando así y fortaleciendo al sistema. 

Para responder a esta situación hay que priorizar la educación ética, liberadora y critica, que sepa discernir las alternativas para orientar el compromiso personal y con los demás, con vistas a reconstruir la sociedad civil que permita alcanzar una autentica democracia participativa en Cuba, con todos y para el bien de todos.

Las dos últimas ponencias se dedicaron al tema de la Economía. Para el P. José Luis Alemán, jesuita cubano Director del Departamento de Economía de la Universidad Católica de Santo Domingo, RD, (Moral Social y Economía) el primer principio de la moral social católica es la prioridad de la persona humano sobre las instituciones. El segundo es que el principio orientador para la construcción y evaluación moral de una sociedad es el de la solidaridad, cuya traducción mas actual seria “la opción preferencial por los pobres” a ejemplo de Jesús. El tercero es el llamado “principio de subsidiaridad”: no dejar a la comunidad lo que puede hacer el individuo, ni dejar al Estado lo que puedan hacer las comunidades e instituciones intermedias. El estado debe ayudar al cuerpo social y no destruirlo. El cuarto principio es el destino universal de los bienes del mundo. El quinto y último principio normador de la sociedad es la pluridimensionalidad del desarrollo, que no se reduce al económico, pues la negación o limitación de los derechos es mas empobrecedora que la misma pobreza material.    

La intervención de Gustavo Andújar, “Ética y Perspectivas de la Economía cubana”, parte de la consideración de que la concentración de esfuerzos y recursos en la dirección del máximo rendimiento y la más justa distribución, tal y como la propone la economía de planificación centralizada es, idealmente al menos, tentadora. Pero la experiencia nos  descubre otro panorama muy diferente. Poniendo como ejemplo el funcionamiento del cuerpo humano, donde el organismo vivo reacciona de modo autónomo a las necesidades y solo las funciones superiores son conscientemente controladas, la economía centralizada provoca parálisis e ineficiencia. La ausencia de esta capacidad de autorregulación, que si encontramos en la Economía de mercado, marca la diferencia, dándole al sistema espontaneidad y eficiencia. La caída del campo socialista en Europa obligo al Gobierno cubano a abrir la economía cerrada con tímidas y controladas medidas de economía de mercado. Pero las perspectivas de nuestra economía son muy  difíciles: la enorme deuda externa, la falta de renglones diversificados en la producción, baja calidad de los productos, nuestro tardío ingreso a los mercados… Aunque hay un signo de esperanza: la mano de obra calificada, y el alto nivel promedio de la población. El momento exige que la Iglesia y los cristianos ejerzan un discernimiento critico y un esfuerzo de promoción de la responsabilidad personal que tenga en cuenta el fenómeno de una economía sumergida predominantemente especulativa, con base en el robo y la malversación, con pérdida total de del sentido de proporción de la ganancia.

VII Semana Social, Matanzas, junio de 1999


Celebrada después de la histórica visita a Cuba del Papa Juan Pablo II, esta Semana centro sus debates en el tema de la globalización y la solidaridad, el dialogo y, ya más de cara a nuestra realidad, en el tema de la Participación ciudadana y Reconciliación Nacional. La Conferencia magistral estuvo a cargo de Mons. Giampaolo Crepaldi, secretario del Consejo Pontificio de Justicia y Paz” con el tema “Estado laico y Misión de la Iglesia”.

El prelado vaticano asevero que “el Estado es por naturaleza laico: es decir, no se ocupa directamente de la perfección de sus miembros, sino de las condiciones a través de las cuales ellos puedan libremente conseguirla”. La Antigüedad clásica desconocía la laicidad del estado, por eso el Emperador o el faraón estaban revestidos de poderes civiles y religiosos. “El cristianismo, en cambio, introduce una lógica diversa: según ella es necesario dar al Cesar lo que del Cesar y a Dios lo que es de Dios, si, efectivamente Cesar no es Dios, significa que él no tiene un poder absoluto (porque el también responde a una ley divina)” y por tanto cada hombre depende de Dios y no del Cesar. La función del estado es permitir y facilitar a los hombres la realización de sus fines trascendentes: garantizar una convivencia social ordenada en justicia y libertad. La Iglesia tiene una misión religiosa, en orden a establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina. Ambas autoridades son independientes y autónomas. Pero servirán mejor en cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas, para servir al hombre concreto.

Un panel conformado por la Cátedra Juan Pablo II de Matanzas y los sacerdotes P. Alberto Athié (presidente de la pastoral social de Méjico), P. José Luis Alemán, jesuita cubano, de Republica Dominicana, Lic. Daniel Mier, de Matanzas, Ing. Humberto G. Esteve, laico cubano-americano de Miami y Lic. Arturo López Levy, de la comunidad hebrea de Cuba, presento el tema: “Globalización y solidaridad”, que enfoco el tema como un proceso de naturaleza política, económica y cultural que interconecta al conjunto de los países del mundo provocando un volumen y variedad de bienes y servicios, nuevas tecnologías y redes comunicativas que afectan la vida de todos, y está haciendo más contrastante la brecha entre ricos y pobres, lo mismo personas que países.
Es un proceso vinculado al neoliberalismo, cuya propuesta de un crecimiento infinito y eficiente que olvida la limitación de los recursos naturales y el daño ecológico planetario. Este proceso culmina el fracaso de la modernidad. El sacrificio del hombre en aras de los sistemas (típicos de las ideologías tanto colectivista como capitalista liberal) que olvidan la centralidad del hombre, origen y fin de todo lo creado.

La respuesta debe buscarse en estilos de vida alternativos que busque, en la afirmación de las diferencias culturales y el fortalecimiento de la sociedad civil, frente al estado o las omnipotentes empresas trasnacionales. La globalización de la solidaridad, supone rescatar al hombre de carne y hueso, al pobre, a través de una acción eficaz y transformadora, fruto de una toma de conciencia crítica de la realidad, que nos permita llenar de espíritu cristiano las instituciones de la sociedad.        

La siguiente propuesta tiene al dialogo como tema focal: “Educación para el dialogo”, a cargo de Movimiento de trabajadores Cristianos”: Se descubre a necesidad del dialogo cuya ausencia conlleva graves consecuencias como la despersonalización y autoanulación. Su necesidad se señala a distintos niveles: Iglesia, Estado, familia, trabajo y de manera especial a nivel de la educación. Y se fundamenta en distintos documentos del magisterio.

Bajo el nombre de “Participación Ciudadana y Reconciliación Nacional”, el Ing. Dagoberto Valdés, parte de la toma de conciencia de que la soberanía descansa en la nación, y esta, en las personas que la componen. Hay que promover la soberanía desde abajo, mediante el protagonismo cívico de personas y comunidades. Para conseguirlo hay que lograr un clima de tolerancia que respete el pluralismo y haga posible los necesarios espacios de participación. La reconciliación es necesaria en toda sociedad, en su doble vertiente: personal, de referencia ética y/o religiosa y de carácter social y política. La Reconciliación Nacional supone una situación de ruptura a superar. Precisa un camino que pasa por: a) la conversión del corazón que nos abra al cambio. b) El respeto a los Derechos Humanos. c) La búsqueda de la verdad, unida al perdón y la misericordia. D) la voluntad de reconciliación, que precisa firmeza y constancia. e) El propósito de humildad que destierra la prepotencia del poder o la presunción absoluta de la verdad. f) El establecimiento de un camino de justicia que se exprese en las leyes y la igualdad ante ellas. g) Practicar el perdón y la amnistía que promuevan la inserción social de los excluidos. h) Cambiar las estructuras sociales: hay que renovar las instituciones y los estilos de participación que encarnen el nuevo espíritu de reconciliación. i) Edificar la Paz, sobre la base del bien común y el respeto a la diversidad. La paz es posible, pero difícil y siempre frágil. Hay que cuidarla con esmero.

Obstáculos para la Reconciliación nacional serian: que sea impuesta desde arriba, o esa visión apocalíptica del mundo y del futuro, que nos encierra en una urna de aislamiento, alimentando una lógica de guerra fría, lógica de confrontación y castigo, que nos cierra al dialogo dentro de la Isla y con nuestra diáspora, sin la cual no habría una verdadera reconciliación nacional. El reconocimiento de que en Cuba existen diversas opciones políticas además de la oficial y el respeto “a esos diferentes” debe ir acompañado por el cese de la manipulación de la memoria histórica, que alimenta el resentimiento y la exclusión. Para lograr la Reconciliación Nacional se requiere una educación para la paz y la búsqueda de consenso, trasmitiendo valores como la no violencia activa, la asunción de la propia responsabilidad y el autocontrol. Su camino privilegiado  es el dialogo, asumido como actitud y practicado como método, que reconoce la diferencia, toma al otro en serio y permite crear un clima de confianza y colaboración.

 VIII Semana Social, Cienfuegos, octubre del 2001

Bajo el impacto producido por el atentado a las torres Gemelas del 11 de Septiembre en Nueva York y las operaciones militares desencadenadas, esta Semana se propuso  reflexionar a la luz del Mensaje Pastoral de los Obispos cubanos “Un cielo nuevo y una tierra nueva”, inspirado en el llamado del Papa durante su viaje a Cuba: sean los protagonistas de su propia historia personal y nacional” y de su Mensaje al episcopado cubano en el primer aniversario de la visita: elaborar, en espíritu de comunión y con el debido respeto a la diversidad de opiniones y de opciones inherentes a las cuestiones sociales y políticas, aquellas iniciativas que puedan configurar una nueva sociedad”.

La primera ponencia, a cargo de Mons. Emilio Aranguren “Profesar la fe en ámbitos públicos reconocidos”, parte de la constatación de tres modelos concretos de tratamiento de la fe en el ámbito público: la privatización de la fe (países capitalistas); la inhibición de las expresiones de la fe, por dictámenes prohibitivos o miedos visibles e invisibles en regímenes militantemente ateos, (países comunistas) y el surgimiento de dictaduras religiosas que imponen la fe por decreto, de modo extremista y fanático (Islam). La profesión publica de la fe, parte del Discípulo que la acepta en su corazón, la hace vida en su comportamiento y la trasmite como profeta, dando razón de su esperanza. La Iglesia como comunidad de los discípulos, vive en la sociedad, a través de sus miembros. Lo público, incluye pero no se agota en lo estatal: tiene que ver con lo colectivo, lo común al todo social, como las calles, los parques, los ríos. Pero es también intangible como el folklor, los referentes éticos y culturales. El espacio público requiere la praxis y la lexis: la acción y el discurso. Poder expresar lo que pienso y siento, sin miedo y con el espacio para hacerlo. Y la acción para construir y cambiar. La Iglesia tiene el derecho-deber de actuar como sujeto colectivo en la sociedad, y así desarrollar su misión evangelizadora, cultual y formadora de la persona, según el mandato de Jesús. A ese “espacio” que le permite actuar y predicar lo llamamos libertad religiosa, y se expresa en todos los ámbitos de la existencia, personal, familiar y social: escuela de oración, taller de comunión y casa de los pobres.           

La ponencia del P. Juan P. Borderon “Ejercer la caridad de forma personal y social”, en que reflejo sus experiencias como sacerdote obrero y pastor por 18 anos en Cuba: la emergente cultura globalizada de elites que desprecia a los perdedores, en la que solo subsiste el hombre como consumidor y el lucro empresarial sin ética, de alguna manera llega a nosotros con la dolarización, la economía mixta y el turismo. En la sociedad cubana subsisten elementos positivos: el papel social de la mujer, una mayor igualdad social, los cambios de mentalidad sobre el racismo, los niveles de instrucción, la solidaridad familiar (p. ej. cuando alguien se enferma), pero a pesar de esto, el alma de nuestra sociedad está enferma. Como dijo Mons. Meurice, “Cuando el Estado o las iglesias intentan invadir, manipular o restringir el santuario de la conciencia humana dictándole, desde afuera, un dogma y una moral absolutamente heterónoma e impuesta, no solo se violan los derechos de la persona humana, sino que se provoca un deterior ético y cívico”. Hay que reconstruir la subjetividad social y establecer la autonomía de la persona humana. Para esto, como dijo el Papa Juan Pablo, hay que restablecer la verdad, la confianza y el sentido del trabajo, dándole a la persona humana dos cosas que necesita: relación y comunicación. Hay que vivir la caridad… “Que Dios nos venga en ayuda con su Espíritu de Amor. Que el amor de frutos de paz y alegría, de dulzura de paz y de comprensión. Que Cuba, bajo la tierna mirada de la Virgen de la Caridad, sea este lugar donde uno se siente a gusta para vivir en paz y armonía con sus hermanos. Y que nuestra iglesia católica cubana sea servidora para emprender y seguir este camino”     

La ponencia “Estimular las iniciativas que puedan configurar una nueva sociedad” del Ing. Raúl Torralbas precisa que la Iglesia no puede afiliarse a una determinada opción política, “directamente relacionada con la búsqueda, ejercicio y  distribución del poder para organizar la sociedad”, pero si tiene una misión política, que tiene que ver con la polis, la defensa de la justicia y de la paz, el respeto a las personas, el servicio a los pobres, o la protección del medio ambiente. El magisterio social de la iglesia nace del evangelio y de sus exigencias éticas respecto de la vida en sociedad. Ella debe animar a todos los ciudadanos, independientemente de su credo u opción política pero de manera especial a sus laicos, para que den su aporte cívico y así solucionar los problemas de nuestro mundo.  Al laico si corresponde, por derecho propio y en razón de su vocación de consagración del mundo, el compromiso social y político. Desgraciadamente observamos que en la medida que crece el compromiso intraeclesial, disminuye el compromiso político. El autor llega a preguntarse: ¿“Puede haber un primer paso en la participación cívica mas sencillo y justo que pedir por los medios que la Ley permite, derechos tan elementales como la libertad de expresión y asociación, libertad para desarrollar las iniciativas en la economía, la liberación de presos por causa de sus opiniones, una ley electoral más participativa y elecciones libres como propone el Proyecto Varela”?

IX Semana Social, Camagüey, noviembre del 2004


La Novena Semana Social estuvo dedicada a reflexionar sobre la Encíclica “Pacem in Terris” del Papa Juan XXIII, en su 40 aniversario, tan implicada con nosotros, ya que su contexto histórico estuvo tan vinculado con la Crisis de Octubre de 1962, provocada por el emplazamiento en Cuba de los misiles balísticos soviéticos capaces de llegar a EEUU. El mundo estuvo a punto de una III Guerra Mundial. El Papa, ya gravemente enfermo, decidió, después de trabajar intensamente con los presidentes Kruchev y Kennedy para resolver la crisis, dedicar sus ultimas fuerzas a luchar por la paz y publico este mensaje, verdadero himno a la Paz, y primera Carta Encíclica dirigida, no solo al clero y los fieles, sino “a todos los hombres de buena voluntad”. La paz, dijo el papa, debe fundarse sobre estos cuatro pilares: la verdad, la justicia, la libertad y el Amor.

La Conferencia magistral estuvo a cargo de Mons. Giampaolo Crepaldi, secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz, “Misión de la Iglesia en la solución pacifica de los conflictos”. Esta intervención de Mons. Crepaldi bien pudiera considerarse una perla preciosa entre otras que atesoran nuestras semanas sociales. Parte de una realidad: los conflictos no se pueden superar de manera definitiva. Ni son siempre negativos: existen conflictos legítimos de intereses, para limitar o eliminar la opresión, para reivindicar derechos conculcados o propuestas políticas lícitamente diversas. La pretensión de superar totalmente los conflictos ha dado lugar a mesianismos políticos que han pretendido “replasmar” la naturaleza humana para reconducir la historia hacia una sociedad sin conflicto, ha dado lugar a injusticias y opresiones cruentas e inhumanas. Y ejemplo de ello son las ideologías marxistas y fascistas y la de seguridad nacional. Para la DSI el hombre no es naturalmente conflictivo, “es por su intima naturaleza un ser social”. Por ejemplo la lucha de clases, que no tiene carácter natural, aunque no se niega su existencia. Puede ser canalizado hasta la reivindicación legitima, para la solidaridad reciproca y hasta para la innovación y la mejoría de la sociedad. Integrar legítimos intereses y visiones divergentes forma parte del camino que hay que recorrer para a alcanzar el bien.

J.J. Rousseau proponía una religión antídoto para los conflictos, fuente de buenos sentimientos para tranquilizar la sociedad y mantener la cohesión. Esta “religión civil”, encierra una acepción positiva: muestra la capacidad que tiene la religión cristiana de animar la historia y la cultura, en ideales sociales y políticos, en costumbres y formas de convivencia comunitaria. Pero en su versión negativa, significa una religión privada de su dimensión trascendente, reducida a ética social y escuela de buenas costumbres. Una religión domesticada y privada de su capacidad de ser levadura y profecía, de anunciar y denunciar. En los cambios ocurridos en Europa Oriental, nadie niega el papel liberador jugado por la religión cristiana, pero no porque haya desarrollado directamente una tarea política, ni porque se haya propuesto como una simple ética para la contención social en tiempos difíciles y conflictivos, sino porque ha sido coherente con su propia misión religiosa. Al proponer la eminente dignidad del hombre como hijo de Dios, la iglesia relativiza todo poder, orientándolo al bien y poniéndolo al servicio del hombre. Sobre esta base, se sitúa la lucha por la paz y la solución de los conflictos. La paz mas construirse, se cultiva: germina y crece. La sabiduría del realismo cristiano sabe que la paz es don de Dios más que una conquista humana: la Iglesia ayuda a superar los conflictos formando hombres pacíficos y pacificadores.  

El Padre Jesús Espeja op, tuvo a su cargo la primera ponencia “Hacer la Verdad para construir la paz”, que partió en su exposición de dos prenotandos: a) La enseñanza social de la Iglesia es hermenéutica, que nace del estudio y reflexión de la vida del hombre en sociedad, a la luz de la fe y la tradición eclesial. Estos documentos deben estudiarse en el contexto en que salieron y a la luz de documentos posteriores que los completan. b) Las Semanas Sociales son laboratorios culturales donde la DSI debe ser aplicada y recreada a la luz de la realidad circundante, y esta nos solo es la Isla y su Iglesia, sino la sociedad internacional de la que formamos parte. En su Carta PT Juan XXIII parte de que la paz debe fundarse sobre la verdad, pero por otra parte, la autentica paz coincide con el respeto efectivo a los derechos humanos, por eso ambos van inseparablemente unidos. En la visión cristiana, la verdad parte de la auto comunicación de Dios, Padre de la verdad, en una historia de salvación que culmina con la Encarnación: la plenitud de la Verdad es Cristo, y en El, la verdad esta presente en todos los seres humanos. Por eso la verdad de Dios esta inseparablemente unida a la verdad del hombre. En la biblia la verdad (emeth: fidelidad, firmeza) va unida a la hesed (gracia, misericordia) y sedakak (justicia, integridad, rectitud): la verdad de Dios se revela como afirmación y apoyo de los seres humanos y de sus derechos. La PT afirma que “Dios ha creado al hombre inteligente y libre a imagen y semejanza suya”. Cualquier organización o sistema social que viole la dignidad y derechos del ser humano debe ser corregida. Los DDHH son patrimonio esencial de la persona y son anterior, y criterio determinante, de la eticidad de cualquier legislación positiva. La verdad cristiana incluye el amor, la justicia y la libertad, como la injusticia, el odio y la opresión son expresiones de la mentira; obras del diablo “mentiroso y homicida desde el principio (Jn8,44 y 55).

La justicia como fundamento de una paz autentica”, ponencia presentada por la laica peruana Susana Villaran, resalta que la PT no es una aceptación acrítica del mundo moderno, es una crítica a la raíz y una propuesta de un nuevo orden desde la ley humana a la luz de la ley de Dios. Juan XXIIII, cuando era nuncio en Paris, apoyo al laico Rene Cassin, (que encabezo la redacción de la Declaración Universal de los DDHH) y se mantuvo al tanto del proceso de elaboración del mismo. La PT define la justicia como el reconocimiento de los mutuos derechos y como el cumplimiento de los mutuos deberes en las relaciones a)entre individuos; b) el Estado y sus ciudadanos; c) los Estados entre si; d) los individuos, familias y entidades intermedias con la comunidad mundial.  La base de los DDHH es la persona humana, inteligente y libre, por naturaleza sujeto de derechos y deberes que, por esto mismo, son universales, inviolables e irrenunciables.  El Papa Juan, insiste en que esos deberes-derechos precisan de un orden jurídico que los garantice en su mutuo cumplimiento. El nuevo orden que propugna el Papa supone: a) que la autoridad debe estar sometida al orden moral (recusa el autoritarismo y abuso de la fuerza); b) la justicia de las leyes, con la posibilidad de leyes injustas, que en el fondo son violencia; d) la democracia como régimen que establece la justicia y legitima la sociedad; d) El Bien Común, que obliga lo mismo a gobernantes que a gobernados, y debe incluir a todos los ciudadanos, en especial los mas pobres. El nuevo orden también toca a las relaciones internacionales, que deben desterrar el abuso y la opresión entre naciones. Este nuevo orden requiere de una autoridad pública mundial, que defienda los derechos de las personas y los países, en especial las asociaciones intermedias- respetando el principio de complementariedad y el subsidiaridad, para proteger los derechos de las personas y países más débiles.

Bajo el titulo “La Libertad”, Maria Caridad Campistrous, directora del Instituto Pérez Serantes, reflexiona sobre la libertad como fundamento de la paz en relación al ser y la coherencia de la persona y en cuanto a su búsqueda, anuncio y compromiso social, teniendo como telón de fondo la Pacem in Terris. La fundamentación bíblica parte de la voluntad divina expresada en Ex. 3,7-8: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y
…voy a bajar a liberarlo”. Moisés acepta la mirada de Dios y se compromete a favor de sus hermanos en la lucha por la liberación del pueblo. Esa fue también la labor de los profetas, en lo que llamamos la historia de la salvación, que culminara en Jesús, cuya muerte fue consecuencia de su existencia libre y de su empeño por liberar a los demás, amándolos hasta el extremo. Para Pablo, el hombre se libera por la fe en Jesús, acogiendo el don de la libertad a la que el nos llama, que es fruto del amor, del don de uno mismo. Después de estudiar el tema de la libertad en el magisterio, al aplicarlo a Cuba, dirá: “los aportes varelianos a la cultura ética y política de Cuba, ponen de manifiesto que nuestros actuales problemas tienen viejas raíces. Males como el camaleonismo, el oportunismo, el ausentismo de los honrados respecto de la política, la utilización de la retorica piadosa y ética, para encubrir realidades e intenciones sórdidas, el miedo al riesgo y el silencio cómplice frente a la maldad, son viejos males que afectan a los cubanos: nos afectaron desde la época colonial y en estos cien años de república, y aun hoy nos siguen afectando: entorpecen nuestra libertad”.

La ultima ponencia de la IX Semana, desarrollada por el P. Arnaldo Aldama, giro en torno al tema “El Amor misericordioso y solidario, fundamento para construir la paz”, después de analizar factores que facilitan o dificultan al amor como camino de la paz, pasa a analizar el peso que tiene la reconciliación como clave de la misericordia y la solidaridad. En los documentos eclesiales de los últimos 50 años en Cuba, es la palabra y el concepto mas reiterado. En su acepción cristiana, la reconciliación es la cercanía amorosa de Dios que en Cristo sale al encuentro del hombre para transformarlo, derribando todas las barreras de separación, del hombre con Dios y de los hombres entre si. Cuba esta especialmente necesitada de reconciliación por las rupturas y heridas, que han marcado nuestra historia mas reciente. Finalmente se dan pistas y acciones a todos los niveles para facilitar un proceso de reconciliación y de dialogo: con Dios, consigo mismo, en la familia, en la Sociedad Civil, e incluso, en las relaciones internacionales. 

La X Semana Social.- La Habana, junio del 2010


 Coincidiendo con el dialogo entre el Presidente Raúl Castro y el Cardenal Jaime Ortega y el Arzobispo de Santiago, Dionisio García, a raíz de la muerte del opositor Orlando Zapata y los graves incidentes con las Damas de Blanco, se realizo esta Decima Semana
Social.

En aras del tiempo, no puedo hacer una exposición pormenorizada de esta Decima Semana, cuyo formato aumento en el numero de participaciones, con 17 ponencias y conferencias y por el formato, mas en base a cuatro paneles temáticos: Dialogo entre cubanos; Espacios públicos; Economía; Reconciliación entre cubanos.    

Las sesiones de trabajo se iniciaron con las intervenciones del Cardenal Jaime Ortega como anfitrión de la X Semana, y de Mons. Emilio Aranguren, como Presidente de la comisión Episcopal “justicia y Paz”. Mons. Emilio expreso: “en esta hora densa y compleja de la historia cubana, nuestro pueblo atraviesa por momentos de incertidumbre que se hacen presentes en los mas disimiles ambientes de la vida nacional. En muchas ocasiones nuestro pueblo trasluce cansancio y pesimismo. El futuro lo percibimos preñado de interrogantes”, “todo eso hace mas necesaria la esperanza, la búsqueda de soluciones, el dialogo”. En su corta intervención programática, el Cardenal Jaime hablo también del dialogo que mira hacia el futuro: “Porque no se trata en una reunión como esta, de hacer análisis críticos que terminan en constataciones casi siempre frustrantes, Es una búsqueda que… intenta encontrar un camino que contribuya a hacer avanzar la historia en sus procesos, a veces lentos, a veces difíciles”.

Aunque el propósito y la inspiración de la X Semana era insuflar esperanzas y descubrir caminos superando los escollos del pesimismo y las constataciones frustrantes, la lectura de las ponencias y el análisis de las interesantes conferencias de prensa que acompañaron el trabajo de los conferenciantes en la semana nos ofrecen un panorama mas bien sombrío. En sus intervenciones sobre economía, Pavel Vidal y Omar Everleny Pérez, dos investigadores prevenientes del ámbito oficialista, fueron muy explícitos sobre la crisis económica, tanto respecto de la crisis bancaria (“a estas Alturas existen altas posibilidades de que la economía cubana se sumerja en un inevitable periodo de estancamiento o recesión; su extensión dependerá de la velocidad, profundidad y eficacia de las transformaciones que se implementen para estimular la productividad y los ingresos”(Pavel Vidal). (Este diagnostico presentado debe apuntar a la necesidad de hacer reformas estructurales a la economía, con especial énfasis en la descentralización, el diseño de formas de propiedad no estatal no solo en la agricultura, sino en la manufactura y los servicios, que le permitan al Estado concentrarse en su función de control, en vez de desgastarse en la complicada tarea de gestionarlo todo” (Omar Everleny Pérez).

En la Ponencia del Profesor Carmelo Mesa Lago (Catedrático Emérito de la Universidad de Pittsburg), dedicada a la estructura demográfica y el envejecimiento poblacional, el profesor Mesa Lago mostro como el envejecimiento de la población amenaza la sustentabilidad financiera de los sistemas de pensiones a largo plazo, situación que se agrava por la inflación, que entre 1989 y 2008 supuso la perdida de la mitad de su poder adquisitivo, hoy insuficiente para cubrir las necesidades básicas, lo que pone en riesgo su sostenibilidad y su escaso monto, agravado por el acelerado envejecimiento poblacional, el mas alto de toda la América Latina.

En la conferencia de Prensa que acompaño los trabajos de la semana, el Profesor Mesa Lago, diría: “Yo estoy de acuerdo con Omar en que esta es una situación critica, yo diría que después de los anos 93-94, esta es la situación peor en la historia de la economía de Cuba bajo el socialismo”. Para concluir que por la misma gravedad de la crisis se imponen medidas de reforma urgentes y radicales y analizando los pasos ya dados por el gobierno, se ve que las tímidas reformas y l falta de claridad en las leyes, la falta de incentives y la ausencia de liquidez, hace muy difícil remontar la crisis. “Queda poco tiempo…” apunto Carmelo.

El profesor Jorge Ignacio Domínguez, preboste de la Universidad de Harvard,  presento su ponencia “Diálogos en y entre Cuba y su diáspora” partiendo de una constatación: Cuba y sus diásporas nunca han tenido relaciones fáciles. Porque ‘estas se organizaron y consolidaron en oposición al régimen político imperante, para derrocarlo y sustituirlo por otro”. Tal fue el caso de las guerras de independencia del siglo XIX, como antes y después del gobierno de Batista, a mediados del XX. Cuba y sus diásporas han enriquecido el vocabulario de insultos y oprobios en castellano a través de dos siglos. Emblemática se ha vuelto la palabra “traición” para calificar, o más bien descalificar, al adversario. Palabra que aquí o allá deviene en el recurso de aquel que carece de argumentos y que teme que se demuestre su ignorancia si llega a entablar un debate entre personas dispuestas a raspearse.

El reto de hoy es como explorar la posibilidad de una relación distinta que no exija la violencia, mucho menos la Guerra, en los actos y las palabras. El gobierno cubano ha propiciado encuentros que llamo “diálogos” a los que se ha invitado principal o exclusivamente a quienes ya coinciden con el gobierno de Cuba sobre las cuestiones fundamentales, en una agenda que fija el gobierno de Cuba, y cuyo propósito ha sido mas bien movilizar apoyo para el gobierno de Cuba, y no entablar un dialogo entre aquellos que poseen criterios divergentes.  Hoy parecen existir atisbos de cambios. En esa parte de su intervención, que el mismo califica de mas aburrida, Jorge hace una serie de citas del presidente Raúl Castro, en las que este llama a dialogar con libertad y rechaza la falsa unanimidad. A partir de encuestas de opinión realizadas en la diáspora en los últimos 20 anos, el profesor Domínguez muestra como los cubanos del exilio, en sucesivas encuestas, que han repetido las mismas preguntas a lo largo de 20 anos, han manifestado su opinión, por ejemplo, sobre el dialogo con el gobierno en Cuba, en las que solo un 39,8 en 1991 a 65,0 en 2007, declare estar a favor. En la encuesta realizada en 1991, el 76 % de los encuestados estaba a favor de una acción militar para derrocar al gobierno de Cuba, y 16 anos después, solo un 5% abandono esa postura, pues 71% seguían manifestándose a favor de esa misma opción: la intervención armada. Lo que hizo preguntarse al profesor Domínguez: 
“¿Como conciliar estos datos aparentemente irreconciliables? Para responder: Mi interpretación es que una gran mayoría de la diáspora de origen cubano en el sur de la Florida esta a favor de un cambio fundamental en Cuba, independientemente de los instrumentos que sean necesarios para lograr ese objetivo. Es decir, el fin justifica los medios. Lo mismo justifica un dialogo nacional como justificaría igualmente una acción militar. La opción militar ha existido para la diáspora floridana por medio siglo y sigue siendo una opción permisible para ella. Lo que se abre a partir de mediados de los 90, por primera vez, es una opción pacifica como alternativa que privilegia al dialogo como instrumento y busca utilizar otros medios para lograr un mismo fin  

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