MARCOS ANTONIO RAMOS: PUERTO RICO, SIEMPRE PUERTO RICO

Diario Las Americas 
Publicado el 11-24-2012

Puerto Rico, siempre Puerto Rico

Cada partido se anotó un éxito, pero el mayor triunfo fue el de la democracia. Saludo pues al noble pueblo puertorriqueño. Como dijera un colega de Borinquen: Puerto Rico, siempre Puerto Rico

Por Marcos Antonio Ramos

Al terminar el proceso electoral de noviembre 6 continuaron los frecuentes comentarios y las apasionadas evaluaciones en esta Florida nuestra. Algunos quedaron sorprendidos por los resultados nacionales o locales. Otros afirman no poder explicarse lo acontecido. Se discute el resultado de encuestas realizadas al salir los votantes de las urnas. Se ofrecen cifras de votación en recintos electorales específicos. Se producen reacciones ante la elección de un nuevo congresista cubanoamericano por la Florida, pero muchos celebran la elección de un senador federal, hijo de un cubano, en Texas.

Y en medio de esas inquietudes postelectorales, no se debe ignorar lo ocurrido en Puerto Rico. Allí nacieron tanto antiguos como nuevos pobladores de la Florida. Una victoria en un plebiscito realizado en Borinquen contrastó con el triunfo del partido contrario a ese proyecto en las elecciones para gobernador, legislatura y alcaldías. Y si es inadecuado ignorar la relación entre los hispanounidenses y sus hermanos de otros países del Nuevo Mundo, es imposible dejar de analizar la votación en la Isla del Encanto.

En futuros artículos escritos por una variedad de comentaristas se discutirá el surgimiento de la gran influencia política puertorriqueña en la Florida. Para 2016 su votación pudiera ser numéricamente la mayor entre los grupos hispanos del estado, contribuyendo posiblemente a cambiar la correlación de fuerzas políticas estatales. Algo de eso sucedió en el 2012 con las elecciones presidenciales. Pero no hay nada estático en la política. A través de tiempo, el voto puertorriqueño se ha inclinado en varias direcciones dependiendo no solo del partido sino sobre todo del candidato como ha sucedido con otras comunidades étnicas y los partidos estadounidenses están conscientes de ello.

Esa tan apreciada comunidad puertorriqueña, tanto de la Isla como de EE.UU., ha experimentado cambios sociales, políticos y económicos que merecen atención, sobre todo los que tienen que ver con el movimiento de la población En una visita a Nueva York en 1995, con motivo de una conferencia que ofrecí en la Universidad de Columbia, me sorprendió notar que el Manhattan por el que transitaba se estaba convirtiendo en más dominicano que puertorriqueño. Allí pude adquirir ejemplares de “El Listín Diario” y “El Caribe” de Santo Domingo. Pero, en una mucho más reciente visita a poblaciones del Centro de la Florida me parecía estar en San Juan. Me decía un buen amigo que las tres ciudades con mayor población puertorriqueña son ahora Nueva York, San Juan y Orlando.

Pues bien, el pueblo de Puerto Rico, o más bien los que concurrieron a las urnas en la Isla, que constituyen la mayoría del electorado, escogieron reemplazar el presente “status” insular en cuanto a sus vínculos con Estados Unidos, inclinándose mayoritariamente en favor de la estadidad. El partido político que promueve activamente la anexión definitiva y total a EE.UU., es decir, el Nuevo Progresista (PNP), perdió el control político de la Isla. El gobernador Luis Fortuño será reemplazado en ese cargo por Alejandro García Padilla del Partido Popular Democrático (PPD).

La política puertorriqueña, como la norteamericana, está en plena transición. De la misma manera que la sociedad insular y el tipo de presencia borinqueña en EE.UU., ya no es la misma del 14 de Julio de 1938, aniversario de la Toma de la Bastilla, fecha en la que se reunieron en Arecibo los miembros del Comité Ejecutivo de los llamados “Liberales Netos, Auténticos y Completos “ (disidentes del Partido Liberal). Ese día se le dio paso a la fundación del Partido Popular Democrático (PPD) presidido por Luis Muñoz Marín, acompañado en aquella decisión por Antonio Fernós Isern, Francisco Susoni, Ernesto Ramos Antonini, Samuel R. Quiñones, Jorge Font Saldaña) y otros notables políticos. Deseo señalar que el ilustre Font Saldaña, uno de los fundadores de la Academia Puertorriqueña Correspondiente de la Real Academia Española, nació en La Habana y llegó a Puerto Rico a los 16 años de edad. 

El culto estadista puertorriqueño Bolívar Pagán en su “Historia de los Partidos Políticos Puertorriqueños” (Tomo II) añade a un relato de la fundación del Partido Popular Democrático lo siguiente: “El emblema sería un perfil en silueta de la cabeza de un jíbaro (campesino) con sombrero de paja típico de los campos de Puerto Rico (pava)…” Ese partido gobernó la Isla hasta 1969 ya que en las elecciones de 1968 el Partido Nuevo Progresista (fundado por miembros del antiguo Partido Estadista Republicano) logró el triunfo eligiendo a Luis A. Ferré como gobernador. Desde entonces ha existido alternancia en el poder con gobernadores, legislatura, alcaldías y comisionados residentes de ambos partidos, con mínima representación del Partido Independentista Puertorriqueño, el cual en 1952, en su punto más alto, obtuvo el segundo lugar superado solo por los populares.

Este año triunfaron los que tradicionalmente han votado bajo el lema “Una sola cruz debajo de la pava”. Muchos de mis amigos recordaban emocionados aquello de “jalda” arriba canta el popular”. La victoria de los populares que, como ya he señalado, ha llevado a la gobernación a Alejandro García Padilla (PPD) y ha situado a mayorías del PPD en el Senado y la Cámara, así como en las alcaldías (incluyendo la de San Juan) no se extendió al importante cargo de Comisionado Residente (representante puertorriqueño con voz, pero sin voto, en el Congreso federal en Washington) ya que Pedro Pierluisi (PNP), al ser reelecto, permanecerá en esa posición.

Los cambios en la sociedad puertorriqueña y en el traslado de tantos boricuas a territorio continental de EE.UU., pueden ser resumidos fácilmente. Se trata ahora de una sociedad urbana, lo cual ha perjudicado al PPD, tradicionalmente apoyado por mayorías enormes entre los jíbaros o campesinos. El PNP ha logrado atraer a gran parte de la juventud, a los profesionales y a los de mayores ingresos. Al mismo tiempo, la emigración a EE.UU., integrada inicialmente en su mayoría por personas del interior de la Isla, no siempre con buena formación académica, ha sido reemplazada por profesionales y personas de clase media. Puerto Rico ofrece las más generosas oportunidades para realizar estudios superiores que cualquier otro país de habla española. Me decía un ex alumno, actualmente director de una facultad universitaria de la Isla que es posible, en ciertos casos, que un estudiante puertorriqueño logró hacer estudios de doctorado prácticamente sin invertir cifras apreciables de dinero. El avance cultural de Puerto Rico es impresionante.

Así las cosas, recordaba hace días la generosidad puertorriqueña hacia los cubanos que vinimos al exilio en los años sesenta. El gobernador Luis Muñoz Marín abrió las puertas y nos ofreció todo tipo de oportunidades. La administración del Partido Popular que encabezaba pasó por alto requisitos establecidos anteriormente para facilitar así a los cubanos todo tipo de oportunidades. Ahora bien, la bienvenida a Puerto Rico la ofrecieron también líderes de otros partidos. Un notable político y estadista republicano con antepasados cubanos, Luis A. Ferré, fue elegido gobernador en 1968, convirtiéndose en primer gobernador elegido por el PNP, actualmente integrado tanto por republicanos como por demócratas y que ha gobernado varias veces desde entonces. Un dato histórico que debe resaltarse es el de que los republicanos existían antes de que se fundara el PNP y controlaron la legislatura en ocasiones antes de 1940.

Y en el 2012 triunfaron al fin los estadistas del PNP en un plebiscito con un resultado claro. Los puertorriqueños merecen disfrutar el “status” que prefieran. Es su derecho y lo celebro. Como celebro también la victoria de la “pava”, es decir, de los populares en la Isla. Cada partido se anotó un éxito, pero el mayor triunfo fue el de la democracia. Saludo pues al noble pueblo puertorriqueño. Como dijera un colega de Borinquen: Puerto Rico, siempre Puerto Rico.

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