MARCOS ANTONIO RAMOS: 2012 Y EL CAMBIO



  Fueron elecciones de una nueva era hasta en un Miami 
que sigue cambiando. Según una encuesta, apoyada por 
los resultados de otra y rechazada por un sector, 
el voto, antes predecible, de los nacidos en Cuba 
se dividió significativamente, mientras sus hijos 
votaban en su mayoría por la reelección. La edad 
marcó como nunca antes la diferencia. Y en cuanto
a las predicciones sobre el voto nacional, sólo 
las de verdaderos expertos como Nathan Silver, 
que se aproximó como ningún otro al resultado, 
merecen atención. Si sólo dependemos de la opinión de correligionarios, vecinos y amigos tendremos que 
enfrentar en algún momento la realidad. 

Goethe lo expresó así: “Grises son las teorías, verde crece el árbol de la vida”.






Diario Las Americas
Publicado el 11-10-2012
2012 y el cambio 
 
Por Marcos Antonio Ramos


Después de la utilización de la palabra cambio en las elecciones del 2008 por parte del candidato y hoy Presidente Barack Obama y en las del 2012 en la campaña presidencial del Gobernador Mitt Romney, lo que se ha demostrado con mayor intensidad y claridad no es tanto el cambio político y económico sino el producido en la población, la cultura y el estilo de vida en Estados Unidos de América.

La ilustre congresista Ileana Ros-Lehtinen definió la crisis causada por las largas líneas de votantes al decir: “Esta elección fue un desastre”. Y sin atribuir a otra persona lo que yo mismo voy a expresar entiendo que es necesario apoyar cualquier crítica a quienes de nuevo colocaron a la Florida en las primeras planas como objeto de ridículo por las largas líneas de votantes frustrados en el sur del estado. Es penoso, vergonzoso y lamentable, además de las imágenes de votantes airados, que nuestro estado haya sido el último en terminar el conteo de los votos. Mientras se anunciaba el resultado de los comicios, todas las cadenas de televisión y radio en EE.UU., y en gran parte del planeta Tierra señalaban de nuevo irregularidades en el proceso de votación en la Florida. Regresamos al 2000.

Otro asunto que merece destacarse es que el candidato presidencial derrotado hizo un buen papel y merece respeto. Obtener el 48% del voto popular y 206 votos electorales, no es en modo alguno un resultado humillante. Y en estas elecciones se demostró que el factor de afiliación confesional ya no es un factor determinante. La militancia mormona del gobernador Romney no ejerció influencia negativa en forma apreciable. En esta época la inmensa mayoría de la población no vota principalmente por consideraciones religiosas, tema frecuente en correos electrónicos, algunos de ellos disparatados y hasta ofensivos. Ni siquiera el ser practicante o indiferente en material de religión es factor decisivo para elegir un candidato. Se ha demostrado en elecciones, plebiscitos y otras consultas de la voluntad popular en otros países. Al votar prevalecen otros detalles.

Pero el tema de hoy es el cambio. Algunos no entendieron las señales de los tiempos. He intentado señalar en mis artículos que se ha producido en EE.UU., un cambio cuyas consecuencias serán cada día más visibles. Independientemente de candidatos, partidos y posiciones sobre temas sobresalen otras realidades que no pueden ignorarse. La votación latina favorable al Presidente Obama: 71, 72 o quizás hasta 73% del total. Es más, el voto judío le favoreció en un 69%. Una buena mayoría de las mujeres prefirió la reelección. El “Tea Party”, el voto pro vida, la política hacia Israel, la reacción contra declaraciones favorables al matrimonio de homosexuales, las declaraciones del Episcopado católico y la movilización cristiana fundamentalista no determinaron el resultado final de los comicios. Los anteriores son simplemente factores que deben ser considerados en relación a cambios que van mas allá de un proceso electoral determinado y que se seguirán produciendo aún más aceleradamente en la población sobre todo ante la secularización de la cultura en los países desarrollados.

Después de las elecciones el análisis acerca de cómo votaron los estadounidenses revela como ha cambiado la población. La demografía y no la ideología fue factor determinante en triunfos y derrotas en muchos estados y regiones, aunque se mantuvieron firmes los bastiones conservadores blancos sobre todo en el Sur profundo. La economía ejerció influencia, pero fue analizada con ópticas diferentes, y la movilización del voto fue impresionante. El Partido Republicano demostró su capacidad para obtener triunfos en importantes contiendas camerales, pero enfrentará, como también el Partido Demócrata, un electorado cada día más diferente al que llevó al poder a Ronald Reagan en 1980, a Bill Clinton en 1992 y a George W. Bush en el 2000.

El partido que atraiga más jóvenes tiene ventaja para el futuro. Los sexagenarios como el autor de este artículo no podemos pretender ya controlar un futuro que no nos pertenece. El partido que no atraiga un número alto de hispanos podrá ganar escaños camerales y hasta senatoriales o de gobernadores, pero tendrá que pensarlo mucho antes de postular un candidato presidencial o vicepresidencial que no atraiga a los hispanounidenses (regreso a la palabra aprobada por la RAE). Es por eso que el futuro realista del Partido Republicano pudiera estar, aunque es difícil asegurarlo, en candidatos presidenciales como el ex gobernador Jeb Bush y vicepresidenciales como los senadores Marco Rubio y Ted Cruz. La selección del congresista Paul Ryan, hombre con méritos, pero que ni siquiera pudo ganar su propio estado de Wisconsin, no ayudó a su partido a obtener el decisivo estado de la Florida.

El tema del voto hispanounidense irá aumentando como material de consideración por la prensa y los expertos en cuestiones electorales. Aquello de que los hispanos no votarían en gran número, que los afroamericanos quedarían en casa y todo lo demás fue tan fantasioso como esperar que grandes mayorías de católicos o de protestantes determinaran la elección. Un partido político podía elegir presidentes sin contar con los inmigrantes en 1860, pero no en el 2012. Los mismos republicanos lo demostraron en el 2004 cuando la votación del Presidente George W. Bush logró alcanzar un respetable 40% de los hispanos y contribuyó a su margen de victoria. Después del Presidente Bush las cosas empezaron a cambiar.

Regreso al tema religioso. Los católicos votaron exactamente como los otros americanos, 50.5% a 48%. Los protestantes históricos, mayormente anglosajones y del norte de Europa, además de históricamente republicanos, solo dieron el 57% de sus votos al Gobernador Romney. La votación protestante conservadora blanca, la de los evangélicos, como se les llama en EE.UU., fue ampliamente desfavorable a los demócratas, pero la casi totalidad de esos protestantes de teología conservadora en la comunidad afroamericana y la mayoría de los evangélicos hispanounidenses continuaron en la columna demócrata como también la amplia mayoría de los católicos hispanos no cubanos. Nada de lo anterior se escribe para eliminar como factor de consideración ese factor, pero fue demasiado exagerado por los medios de comunicación, tanto conservadores como liberales. Una cosa es el voto de los católicos y protestantes blancos y otra el de los católicos y protestantes afroamericanos e hispanounidenses. Son dos asuntos diferentes aunque existan excepciones en bolsones de votación.

La lista es larga. Las declaraciones del Presidente Obama favorable al matrimonio de homosexuales le costó votos, pero le ayudó a movilizar el sector más liberal, los cuales también votan como el sector conservador o moderado. Pero se trata como en el tema del aborto, de cuestiones que afectan las firmes convicciones de un sector muy apreciable. Y son asuntos respetables sin importar si triunfan o no en las urnas. Al menos la política inmigratoria, el voto juvenil y el de la mujer deben ser tratados inmediatamente por el Partido Republicano si desea conservar su muy necesaria relevancia en el futuro político de EE.UU., sobre todo en elecciones presidenciales.

Fueron elecciones de una nueva era hasta en un Miami que sigue cambiando. Según una encuesta, apoyada por los resultados de otra y rechazada por un sector, el voto, antes predecible, de los nacidos en Cuba se dividió significativamente, mientras sus hijos votaban en su mayoría por la reelección. La edad marcó como nunca antes la diferencia. Y en cuanto a las predicciones sobre el voto nacional, sólo las de verdaderos expertos como Nathan Silver, que se aproximó como ningún otro al resultado, merecen atención. Si sólo dependemos de la opinión de correligionarios, vecinos y amigos tendremos que enfrentar en algún momento la realidad. Goethe lo expresó así: “Grises son las teorías, verde crece el árbol de la vida”.

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