MARCOS ANTONIO RAMOS: MIRANDO HACIA EUROPA


Diario Las Américas 
Publicado el 05-04-2013

Mirando hacia Europa

Por Marcos Antonio Ramos

Los nuevos Reyes de Holanda han sido oficialmente investidos. Una dama nacida en la República Argentina es ahora la Reina de los Países Bajos. Su esposo Guillermo Alejandro es el primer rey varón de Holanda desde 1890 y el primer monarca en ser investido como tal en el siglo XXI. Entre otros asistentes a la ceremonia estaban el Príncipe de Asturias, Don Felipe y su esposa la Princesa Doña Letizia.

La historia de España y los Países Bajos tiene capítulos comunes ya que ese último país fue gobernado por españoles en otras épocas. Los conflictos del pasado han ido quedando atrás. Todavía recuerdo cuando en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) aparecía el nombre del Príncipe Bernardo de los Países Bajos en condición de Académico de Honor, acompañado por Numerarios y Correspondientes españoles e hispanoamericanos. Don Bernardo, fallecido a los 93 años, cultivó buenas amistades en la América española.

Los de origen español en este Nuevo Mundo de las crónicas de la conquista y colonización de América, no podemos desligarnos del continente original. Los hispanos de EE.UU., o hispanounidenses, como prefiere llamarnos ahora la Academia, hemos logrado que se reconozca no sólo nuestra importancia numérica sino el carácter decisivo que tiene aquí nuestra votación. Es más, cinco siglos después de la llegada de nuestra etnia a la Florida tal parece como que la estamos reconquistando gradualmente.

Mientras tanto, siempre en espera de futuras elecciones, nos inquietamos lógicamente por el Oriente Medio y Cercano, y por los graves acontecimientos que allí ocurren y que van desde conflictos bélicos considerados internacionales como los de Irak y Afganistán hasta las recientes guerras civiles y derrocamientos de gobiernos, motivados en gran parte por el islamismo radical. Un objeto de atención es China, un factor fundamental de la economía de todo el planeta. También admiramos el desarrollo económico de varias naciones asiáticas. Y sólo ocasionalmente discutimos las crisis económicas y de otro tipo en países del Africa subsahariana, lo cual puede constituir un error.

En realidad, es en el Viejo Continente donde están las raíces de los que hablamos español y nos identificamos con apellidos de Castilla, Aragón y otros reinos ibéricos. Y si bien es cierto que muchos no desean imitar, y tienen sus razones, algunos aspectos del estilo de vida actual en el continente donde nacieron nuestros antepasados, la preservación de la cultura formada en Europa y la trascendencia de los acontecimientos europeos no debe ser minimizada.

En algunas reuniones internacionales, los profesores de Historia hemos sido acusados de “eurocéntricos” por insistir en datos y personajes europeos. Hay motivos más que suficientes para incluir a todas las regiones del mundo y darles su importancia, pero sin Europa no puede realizarse el más mínimo intento de estudiar la Historia Universal. Tampoco es posible negar el origen europeo de gran parte de nuestra experiencia cultural.

Cuando miramos cuidadosamente hacia Europa descubrimos que no todo es liberalismo excesivo o secularismo exagerado. Hace unos días, los islandeses devolvieron el poder a la centroderecha. El retorno de los conservadores se ha producido en muchos países europeos. En esa vital región existe una impresionante alternancia en los gobiernos, pero no se ha producido el regreso a regímenes totalitarios de derecha o al comunismo que prevaleció, décadas atrás, en el Centro y el Este del continente. Es más, se intenta resolver algunos de los problemas creados por el excesivo paternalismo estatal impuesto en épocas no demasiado lejanas. Y el nuevo Papa, que ha provocado grandes esperanzas, fue elegido en el corazón mismo de Europa.

Cuando hablamos de crisis económica en la Europa contemporánea olvidamos que tales situaciones han existido, y se manifiestan en otras regiones, entre ellas los EE.UU., con sus credenciales anglosajonas, y en la América colonizada por España y Portugal. Los más religiosos se lamentan de que la práctica del cristianismo se ha reducido en Europa, lo cual es cierto. En la Holanda del rey Guillermo Alejandro casi la mitad de la población afirma no estar afiliada a una confesión religiosa y los porcentajes reales no son alentadores, no sólo en Europa septentrional, sino también en países mediterráneos como España, Francia e Italia.

Ese fenómeno es, en mayor o menor grado, de carácter global. Algunas confesiones aumentan numéricamente en ciertos países, pero los “no afiliados” crecen en mayor proporción hasta en las antiguas colonias fundadas por calvinistas ingleses (Nueva Inglaterra) y holandeses (Nueva York), lugares tan pluralistas en materia religiosa como lo son ya los de la América española o portuguesa, y eso a pesar del uso de tradicionales estadísticas confesionales que no responden a metodología científica, utilizadas ingenuamente por medios de comunicación. No sólo en Europa se cierran templos y disminuye la observancia dominical.

Así las cosas, seguiremos observando bodas y coronaciones reales y escuchando sobre la Canciller Merkel, el Presidente Rajoy o la incertidumbre en Italia. Y los problemas son realidades de nuestro tiempo y de todos los tiempos. Curiosamente, se dedica mayor atención a alguna región, muy respetable, pero con la cual ni siquiera tenemos afinidades históricas y culturales como las que nos unen a Europa, cuyo futuro no será nunca demasiado diferente al nuestro.

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