La Florida ante las primarias del 2012
Por Marcos Antonio Ramos
Los acontecimientos se producen con tal rapidez que sorprenden a muchos. El título de “front runner”, traducido libremente como “puntero”, le ha sido adjudicado a una lista de aspirantes a la candidatura presidencial republicana. El último de los cuales es el ex presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich. Al responder a una pregunta sobre su oscuro pasado matrimonial, Gingrich lo hizo con tal firmeza y estilo que el electorado republicano de Carolina del Sur se movió en forma decisiva a favor de su aspiración. Es difícil determinar si el “momentum” impulsado por esa respuesta favorable al ex presidente cameral (“speaker”) durará lo suficiente como para repetir su primer lugar. En este caso en el gran estado de la Florida.
Pero siempre es bueno acercarse un poco más a los datos. En primer lugar, el electorado recibió la noticia de que un conteo final revelaba que el candidato Rick Santorum aventajó a otro candidato, Mitt Romney, por 34 votos en Iowa. Hasta ese momento se contaba con otra cifra que favorecía por 8 votos de ventaja al candidato Romney en ese estado. La realidad es que lo que sucedió en Iowa fue una especie de empate entre los dos candidatos. La victoria de Romney en New Hampshire puede considerarse como un claro triunfo, al igual que el de Gingrich en Carolina del Sur. En segundo término, una lectura tranquila y poco apasionada de los tres encuentros electorales revela que la contienda final por la candidatura será probablemente entre Romney y Gingrich, aclarando lo que hasta ahora había sido un confuso ambiente electoral.
Independientemente de quien obtenga la victoria este martes, la Florida estará marcando el paso en forma significativa, sin que esto nos haga olvidar que la contienda, que casi parece una pelea, está simplemente iniciándose. Los ataques de Gingrich a Romney son ahora respondidos por el ex gobernador, armado del poderoso argumento de la salida poco honrosa del ex “speaker” de su cargo cameral. Es lamentable que se produzcan estas situaciones, pero la historia de los procesos comiciales indica que si un candidato no responde a un ataque con otro, y si es posible más fuerte todavía, su candidatura puede ser abatida con relativa facilidad.
En las horas que nos separan de la cita comicial debemos esperar una avalancha de recriminaciones que continuará por semanas o meses, sin olvidar que pudieran producirse nuevas “revelaciones” acerca de los candidatos. Es un triste precio que tiene que pagar el que aspire a un cargo público. Y si la historia se repite, el que nos dé la impresión de ir logrando el primer lugar será el más atacado por todos. Los medios masivos de comunicación están celebrando porque necesitan mantener la atención del público en las noticias relacionadas con las primarias, celebración no tan llena de entusiasmo como la que seguramente hace el equipo de campaña de quien ansía relegirse en la Casa Blanca.
Pero esta no es solamente una experiencia republicana. Los demócratas han tenido contiendas igualmente reñidas y llenas de polémica y ataques. En ese ambiente no existen ya personajes como el ex vicepresidente de Cuba Dr. Rafael Guas Inclán, el más perseverante vocero del Partido Liberal cubano, un político tan amable que respondía con grandes elogios los ataques que le hacían sus adversarios. No es tampoco la época de los Barry Goldwater y los Hubert Humphrey, políticos históricos a quienes hasta sus más enconados adversarios aprendieron a respetar.
Retomando al doctor Guas Inclán, recuerdo un discurso suyo en el cual, refiriéndose a la política con perspectiva histórica, afirmaba: “…eran otros tiempos y otros hombres...” No hay dudas acerca de ello. Ahora es casi necesario acudir a aquellos piadosos versos de Santa Teresa: “nada te turbe, nada te espante…”, pero las confrontaciones verbales de hoy tienen precedentes en épocas bastante remotas en la historia de las elecciones en Norteamérica y el mundo.
Los republicanos terminarán uniéndose en torno al candidato elegido mientras los demócratas utilizarán algunas expresiones de esos aspirantes en los debates para las primarias, sobre todo las relacionadas con el candidato oficial que nominen los republicanos. Ahora bien, si la política es el arte de lo posible, no deja de serlo la habilidad de algunos candidatos de enfrentar hasta el efecto de sus declaraciones más desafortunadas, categóricas y difundidas. El candidato demócrata sabrá cómo explicar las razones de no haber cumplido sus promesas del 2008 y el republicano buscará alguna forma efectiva de penetrar el indispensable voto hispano que le resultará difícil. Sólo el tiempo lo dirá, pero nada nos sorprende.
Mientras esperamos al martes, podemos animarnos con un dato adicional. Serán unas elecciones interesantes en las que será necesario alquilar balcones y frecuente el espectáculo de fuegos artificiales impresionantes. Primero el duelo verbal entre Gingrich y Romney y luego el enfrentamiento entre los candidatos de los dos partidos. Claro que sería más interesante un debate entre Gingrich y el ex presidente Bill Clinton, pero eso no es posible.
Nos parece que entre los optimistas demócratas existe la tendencia a estar casi seguros del triunfo del Presidente Obama y entre los republicanos se evidencia una tendencia a creer que el voto negativo permitirá que cualquier candidato opositor derrote al actual mandatario aunque casi siempre es difícil derrotar a un presidente que busca ya sea la relección o la elección por primera vez, por haber ocupado la Presidencia por sustitución constitucional. Así lo demuestra la historia estadounidense. Sucedieron casos en la historia reciente que inclinan a pensar lo contrario.
Gerald Ford no pudo continuar como Presidente después de remplazar en el cargo a Richard Nixon. Y Jimmy Carter fue derrotado por Ronald Reagan en 1980, así como George Bush (padre) perdió su relección enfrentado a Bill Clinton en 1992. Ahora bien, Ford tuvo que cargar con Watergate y con el indulto concedido, con admirable lealtad, al ex presidente Nixon. En cuanto a Carter, la crisis de los rehenes de Irán y el altísimo precio del petróleo, entre otras razones, hicieron imposible su relección, sobre todo porque el candidato contrario era el notable Ronald Reagan. A Bush (padre) no solo le afectó la economía sino la división causada en sus filas por la aspiración del multimillonario Ross Perot, candidato de un tercer partido.
La experiencia de las primarias de Carolina del Sur nos revelan algo que debe ser objeto de atención y de reflexión. Los tan ansiados sondeos revelaban una cosa el miércoles y otra el sábado. Todas esas encuestas que se difunden a granel no reflejarán quizás, ni siquiera aproximadamente, el resultado de las elecciones de noviembre y sólo tendrán valor cuando reflejen las tendencias verdaderas uno, dos o tres días antes de la votación final.
Nada de lo anterior disminuye la importancia de la Florida en los comicios del martes y para los de noviembre del 2012. El camino a la Casa Blanca pasará por el estado del Sol.
Publicado en Diario Las Américas:
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