La ciencia, la religión y la pobreza















HUMBERTO J. SAN PEDRO SOTO Miami, 01-11-2012

El martes 6 de marzo del año 2007 envié una carta a la sección "Correo del Lector" del periódico El Nuevo Herald. La carta no fue publicada, como ocurrió con todas las cartas que envié a esa sección del Herald en ese entonces, con la excepción de una --sobre un artículo del destacado periodista cubano Carlos Alberto Montaner-- que sí publicaron.

Pongo hoy a la consideración de ustedes aquel comentario --que titulé "La Ciencia, la religión y la pobreza"-- porque considero que el tema no ha perdido vigencia, sino que por el contrario cada día tiene más:
Leí con mucho interés la carta del señor Gastón A. González titulada Ciencia y religión que fue publicada en la edición del lunes 5 [de marzo de 2007].  
El señor González aborda, en mi opinión con respeto, un controversial tema que ha venido ocupando la atención de mucha gente y de la prensa en los últimos días: los osarios encontrados en Jerusalén y las afirmaciones que acerca de ellos se han hecho y, en particular, el documental presentado el domingo pasado [4 de marzo de 2007] por el canal Discovery. 
 De la carta del señor González, lo que me parece más valioso es lo que a continuación cito textualmente: “…nuestro mundo se estremecerá verdaderamente cuando ciencia y religión se dediquen a servir y aliviar las necesidades materiales y espirituales del ser humano.”
Tanto científicos como teólogos podrían aducir que eso es justamente lo que la ciencia y la religión han venido haciendo durante siglos, y no estarían diciendo nada que no sea cierto. 
 Sin embargo, la pregunta que les haría a unos y a otros sería: ¿por qué entonces hay tantos millones de seres que viven en condiciones de extrema pobreza en todo el mundo? 
 Pienso, y creo que es lo que también piensa y quiso expresar el señor Gastón González en su carta, que no basta que la ciencia haya hecho descubrimientos que hayan generado progreso, ni es suficiente que la iglesia haya levantado, además de lugares de culto, escuelas, universidades, y hospitales. 
No piensa así el sacerdote Jesuita Eduardo M. Barrios quien publicó en la edición de hoy, martes 6 de marzo [de 2007], una carta titulada Dos amigas: ciencia y religión, en la que califica la carta del señor González como “…poco científica y religiosa: una verdadera caricatura de ambas entidades”.
 No responde esa carta la preocupación del señor González, que he hecho mía. Por el contrario, pide –el sacerdote-- agradecimiento para la ciencia y para la iglesia, petición que justifica con una prolija loa a la obra de la ciencia y a la de la iglesia. 
Tanto los progresos de la ciencia, como la obra educativa de la iglesia son efectivamente admirables, pero mientras esos progresos de la ciencia y las escuelas, universidades, y hospitales de la iglesia no sean asequibles, como no lo son en la actualidad, a toda la humanidad, las condiciones de pobreza extrema en las que vive un número cada más creciente de seres humanos no se verán resueltas.

Humberto J. San Pedro Soto

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