Sean Spicer: De Adolfo Hitler, el Holocausto y el Genocidio.

Humberto J San Pedro
Editor

Por Humberto J. San Pedro

Ayer, jueves 13 de abril de 2017, Sean Spicer, Adolfo Hitler y el genocidio fueron tema de análisis en la prensa plana, radial y televisiva del mundo entero –las 24 horas del día, ni una menos, como ya es costumbre.

Coctel raro éste, mezcla de un secretario de prensa, un psicópata y un hecho horrible, abominable como pocos ha habido. Pero Santa Teresa de Ávila nos enseñó, en su famoso poema Nada te turbe, que nada ha de espantarnos, que todo se pasa, que Dios no se muda y que la paciencia todo lo alcanza, que quien a Dios tiene nada le falta, que sólo Dios basta. ¡Hermoso poema, grandes verdades!

Nunca antes, una administración norteamericana había sido objeto de tanta atención de la prensa y del público: 24 horas diarias. No exagero.

Es más invito al lector a que me mencione un periódico o cadena de televisión que no haya tratado el fenómeno Trump con sistematicidad casi enfermiza, desde el inicio mismo de la campaña electoral por la nominación de los candidatos a presidente de los Estados Unidos.

El Sr. Trump gozó y goza de los servicios --gratuitos, por cierto-- de la maquinaria promocional más grande de la que se tenga noticias en toda la historia de la humanidad. Aun así, el presidente no pudo ganar las elecciones por el voto popular y tiene un índice muy bajo de apoyo popular. Pero dejemos esto, ya que no es el objeto principal de nuestro artículo de hoy.

Crítico grosero de los periodistas, pero involuntariamente favorecido por ellos, es obvio que el Sr. Trump ignora todo lo relacionado con la importancia de la prensa. El llamado cuarto poder es para él, como muchos otros temas, una asignatura no cursada o, mejor aún, no aprobada.

¿Qué movió a Trump a nombrar a Sean Spicer como su secretario de prensa? Eso sólo lo sabe Dios, pues no creo que él tenga una noción clara del por qué lo hizo. Y digo esto, porque ayer el presidente nos ha confesado que no tenía noción de lo que implicaba desempeñar el trabajo de presidente de los Estados Unidos y, que, por ello, se había equivocado en todas y cada una de sus apreciaciones de campaña. Y que por ello, había decidido dar un giro de 180º grados en el enfoque de su actividad de gobierno.

Es sabido que el jefe de prensa de la Casa Blanca, junto al jefe de gabinete, es uno de los dos pilares más importantes en la labor ejecutiva del presidente. Cualquier ciudadano de a pie puede entender claramente que la selección de ese funcionario ha de ser extremadamente cuidadosa. Sin embargo, el Sr. Trump parece no haberlo hecho así, pues Spicer ha tenido problemas desde su conferencia de prensa N.º 1.

Como se sabe, el Sr. Spicer, en medio de una declaración relacionada con el ataque aéreo norteamericano a una base aérea Siria, hizo consideraciones muy lamentables sobre el delicado tema de Adolfo Hitler y su actuación en relación con el pueblo judío. Un fenómeno horrendo conocido como el Holocausto.

Fenómeno ese que ha sido y es repudiado por todas las personas de bien que en el mundo ha habido. Fenómeno ese que ha sido y es objeto de estudio de académicos en el mundo entero. Fenómeno que ha sido tema de libros basados en dichos estudios y/o en la propia experiencia de los que sufrieron la persecución de los judíos –el Diario de Ana Frank, por ejemplo—y de innumerables filmes.

Fenómeno ese que, inexplicablemente, el señor Sean Spicer desconoce de manera absoluta. ¿Dónde estudió el secretario de prensa de la Casa Blanca? Quizá averiguar qué está pasando con la calidad de la instrucción en este país, sea un buen tema de estudio para la Secretaria de Educación del gabinete del presidente Trump.

De que otra manera se puede explicar que Spicer afirmara que ni alguien tan despreciable como Hitler había caído tan bajo como para utilizar armas químicas.

Spicer pasó por alto por completo el horror del Holocausto, cuando se utilizaron cámaras de gas como parte de la campaña genocida que, se estima, exterminó a 6 millones de judíos.

En declaración posterior, a la que se vio obligado por la indignación causada por lo que había dicho, Spicer adujo, como elementos que lo justificaban, cosas muy lamentables, cosas que reflejan una ignorancia tan supina, cosas que hablan tan mal de su capacidad para desempeñar el cargo que ostenta, que nos queda únicamente una pregunta que hacer: ¿Qué espera el presidente para pedirle la renuncia a Sean Spicer?








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