MARCOS ANTONIO RAMOS: EL MIAMI DOMINICANO
EL MIAMI DOMINICANO MARCOS ANTONIO RAMOS |
NUESTRA OPINIÓN - 14 DE AGOSTO DE 2013
El Cónsul
General de la Reública Dominicana en Miami, Oscar Amaury Ríos, un viejo amigo,
anunció que este viernes 16 de agosto nos reuniremos nuevamente en el Parque
Juan Pablo Duarte para conmemorar la gesta de nuestros héroes de la
Restauración. Con el paso de los años, la presencia dominicana se ha hecho más
y más visible en esta región de Estados Unidos. La ciudad de Miami y el condado
Miami Dade, así como el vecino condado Broward y otras zonas del estado de la
Florida, son lugares de residencia escogidos por una enorme comunidad hispana.
Ya se habla
de Miami como de una ciudad latinoamericana y los diferentes grupos nacionales
conmemoran las fechas patrias en diversos lugares donde se han erigido
sencillos monumentos a sus próceres. En el Parque Duarte de la 17 avenida se
levanta el dedicado a Duarte, Sánchez y Mella.
Este año se
produjo otro acontecimiento que merece destacarse para conocimiento de todos. Ha
culminado un proceso que convierte oficialmente el populoso barrio de
Allapattah en el área noroeste de Miami, en el Pequeño Santo Domingo. Basta cruzar un viejo e histórico puente para pasar
de la Pequeña Habana al Pequeño Santo Domingo. La proclamación oficial se hizo
recientemente durante un evento de explicación a entidades comunitarias
dominicanas y al Consulado. El comisionado Willy Gort, que representa a
Allapattah en la Comisión Municipal estuvo a cargo del anuncio con la presencia
del Cónsul y de los oficiales consulares Luis Delgado y Eddy Zapata, entre
otras personalidades de la comunidad dominicana en la que se destacan
empresarios, comerciantes, académicos y sencillos trabajadores.
Cometen un
error los que piensan que únicamente en Nueva York y el noreste de Estados
Unidos se abren paso los dominicanos. Es también algo equivocado el asociar a
Miami únicamente con los cubanos o los centroamericanos. Existe ya todo un
Miami dominicano que va creciendo y dándose a conocer, quizás algo despacio,
pero con paso firme, enfrentando dificultades en un nuevo ambiente, pero
echando raíces que pueden servir para abrir puertas a otras hermanas y hermanos
de Quisqueya.
Es cierto
que las noticias que se difunden en varios lugares del mundo y sobre todo en sectores conservadores la prensa
estadounidense proyectan una imagen contraria a la inmigración
hispanoamericana. Son muchos los que se preocupan, sobre todo entre los
llamados “anglos”, por el creciente número de personas que hablan español en la
gran nación norteamericana, pero los hispanos, entre ellos y de manera especial
los dominicanos van venciendo obstáculos y tendiendo puentes que no podrán ser
destruidos por prejuicios étnicos y convencionalismos sociales.
Y un número muy alto de dominicanos mantienen
aquí con orgullo su identidad. Se trata del mismo pueblo que no pudo ser
asimilado por Haití y que derrotó en el campo de batalla a británicos, franceses,
haitianos y españoles. Hijos de una nación que rechazó ser anexada a otros países
y potencias. Esa imagen y las vivencias históricas están presentes entre los
dominicanos en el extranjero. En Miami no sólo se recuerdan fechas patrias, se
escucha y se disfruta de la música autóctona, sino que un número cada vez mayor
vota en las elecciones locales, estatales y nacionales y se han ido creando
instituciones.
Además de
todo tipo de negocios, la presencia dominicana es fortalecida por actividades
culturales y sociales como las que encabeza la doctora Amada Vargas, siempre
presente, así como la Casa Cultural Domínico Americana que preside Enrique
Sarubbi, Viernes Culturales Dominicanos que promueve Yuni Segura, UNICARIBE
dirigida por José Alejandro Aybar, y muchas otras de tipo comunitario o
comercial. Entre los precursores de esas actividades pueden citarse a muchos,
entre ellos el maestro don Tiberio Castellanos y el doctor Roberto Guzmán,
miembros de un grupo de incansables luchadores por la dominicanidad.
Compatriotas como estos han creado organizaciones, semanas culturales,
programas de radio, páginas web, etc. Menciono sólo unos cuantos porque sería
imposible conocer y participar de todas las actividades y programas.
Para
nuestro orgullo, el comunicador social más escuchado en la comunidad hispana es
un dominicano, Rolando Oscar Haza, nacido en San Carlos. Sus televidentes son
todas las etnias y orígenes. Haza es el comentarista favorito de los cubanos de
Miami según todas las mediciones. Le comentaba al anterior Cónsul General
Manuel (“Ney”) Almánzar y al doctor Luis
Campillo, otros dos grandes amigos, que pronto Miami será tan dominicana como
cubana. Pero para lograr esa meta, la
comunidad quisqueyana debe seguir haciéndose cada día más visible, con mayor
participación en toda actividad, sobre todo en la política local.
Las autoridades
municipales como el alcalde Tomás Regalado y el Comisionado Willy Gort han ido
comprendiendo esta hora dominicana con su apoyo al proyecto quisqueyano en
Allapattah. Muy pronto estaremos contemplando más anuncios, símbolos y
monumentos que harán sentir la presencia de nuestra gente. No todo es perfecto,
ni todo “sale bien”, pero con paciencia y perseverancia, los dominicanos ya no
son desconocidos o considerados como una simple presencia ocasional o coyuntural
en esta gran ciudad.
Quizás sea
demasiado grande mi optimismo, motivado quizás por lo del Pequeño Santo
Domingo, tan cercano a la Pequeña Habana donde he trabajado gran parte de mi
vida. En esos dos barrios conviven como hermanos, cubanos y dominicanos. El
haber vivido la mayor parte de mis muchos años entre antillanos ha sido el gran
aliento de mi existencia en estas tierras septentrionales. Gracias a ese dato
personal, que quizás no impresione a todos, he mantenido mi identidad cultural.
Es probable que mi forma de ver todo esto se relacione con haber participado de
alguna manera en algunos de estos logros, que todavía pueden parecer pequeños,
pero que son el claro anuncio de lo que vendrá. Falta mucho por hacer, no todas
las condiciones están presentes, pero ya se van abriendo los caminos. Es tiempo
de celebrar.
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